Ignacio, el medico salido

Lujuria llevaba ya un tiempo observando a Ignacio. Era un gran ninfómano, pensando todo el día y la noche en los cuerpos desnudos de sus pacientes, compañeros, e incluso familia varones. Aun así, a sus 42 años, no había realizado ninguna de sus fantasías. Había tenido relaciones con otros hombres pero siempre le había resultado a poco. Siempre le faltaba algo...

Ese algo era la dominación. En su mente, siempre se excitaba al pensar en ordenar a los demás actos sexuales y casi depravantes. No le importaba incluso si ni siquiera el era participe, solo le atraía la sensación de poder sobre otra persona. No era por dolor, ni siquiera por humillación (de hecho, sus historias favoritas eran las de control mental, en las que el sometido actuaba como un robot) era por el control. ¿Es quizá por eso por lo que estudio medicina?

Era esa mente calenturienta y perversa lo que había atraído a Lujuria. Por eso, cuando Ignacio llamo al primer paciente del día el atractivo hombre que entró era Lujuria disfrazado.

-Dígame-le pregunto el doctor- ¿Qué le pasa?

Una gran sonrisa apareció en el rostro del atractivo hombre que vestía Lujuria.

-A mi no me pasa nada especial Ignacio. Te pasa a ti. Te pasas la vida deseando los cuerpo de todos los que entran aquí. soñando con pedirle que se desnuden. Que se coman una polla. Que cumplan tus ordenes.

-¿Que...?

-Calla ahora y escucha. He venido a tu consulta ha hacerte una propuesta. Vengo a hacerte cumplir todas tus fantasías solo por este día. Todo lo que recetes aquí, cualquier solución a los problemas de tus pacientes varones, por muy absurda que sea, la acataran a rajatabla, siempre que sea algo sexual, claro esta. Y lo mejor de todo es que ¡Funcionará! Podrás curarlos con ese tratamiento.

-¿Eres...-preguntó dubitativo Ignacio- eres el demonio?

-Algo así-le contestó- Entonces, ¿Estas interesado?

-¿que es lo que quieres a cambio?

Lujuria comenzó a reírse.

-Es por el tema de tu alma y tal... No te preocupes por eso. Quiere que seas mi lugarteniente cuando fallezcas. Tu mente es muy perversa , ¿sabes? Necesito a gente como tú en mi equipo cuando pases al otro lado. Y créeme, estarás en mi infierno, como mi "empleado" o como mi... divertimento.

Ignacio sopeso las opciones. La verdad, estaba asustado, pero si ese demonio decía la verdad...

-¿Como sabré si funciona?-preguntó al fin.

-Podrás verlo aquí, en la consulta. Además, te permitiré poder ver el seguimiento de tu tratamiento en tu propia mente. Podrás ordenar lo que quieras. Tu paciente y los escogidos por este para lo que tú le prescribas no podrán negarse. Es un trato de primera. Que me dices, ¿Aceptas?

Lujuria extendió el brazo con la palma abierta.

-Acepto- dijo al fin el medico.

Los dos estrecharon las manos y la maldición se activó. Ahora solo faltaban los pacientes.