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Chapter 8 by Delamugre Delamugre

¿Que sucede a continuación?

Comienza la evangelización

-A ver si lo entiendo-decía el hombre musculoso que follaba el culo de Pelayo- ¿Estas montando una iglesia que se basa en follar con tíos?

-No va de eso-le responde con esfuerzo el seminarista, mientras recupera el aliento tras cada embestida de su amante- el sexo solo es un medio para lograr el fin. La salvación de la humanidad.

-Lo que tu digas. Si montas esa especie de secta sexual, y está llena de culitos como el tuyo, llámame.

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Pelayo estaba frustrado ( Y lujuria muy asustado), dado que los intentos para conseguir adeptos para su nueva visión religiosa estaban resultando estériles. Los hombres con los que se acostaba no parecían estar interesados en su religión, si no en el cuerpo del muchacho. Cuando casi se da por vencido, pensando que él no había sido elegido por Dios, le vino una nueva revelación. Los hombres con los que se acostaba eran todos homosexuales. Ellos no habían tenido la epifanía como la había tenido él, de repente, como un fogonazo de luz celestial. Esos pobres desdichados ya no podían llegar al punto de paz espiritual y de conexión con el universo como los que abrieran los ojos de repente a la revelación. Por lo tanto, debía convertir solo a los hombres heteros.

Pero, ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo conseguir romper las barreras sociales y culturales que impedían a los heteros acceder a la unión mística del sexo entre hombres?

Como todo lo relacionado con su nueva fe, la solución le llego inspirada por los cielos (mas bien por los infiernos). Sobre su escritorio, y sin saber como había aparecido allí mas allá que por intervención divina, estaba el león de juguete que había impactado en su cabeza el día de la epifanía. Al tocarlo, el propio objeto maldito mostró en la mente de Pelayo sus propiedades mágicas. El león era un portal a los poderes de Lujuria. Los hombres que se acercaran al ídolo mientras Pelayo le rezara se verían impulsados a tener sexo con otros hombres cercanos, produciendo un efecto afrodisiaco que solo se detendría al tener mas sexo cerca del león.

-SEXEON-dijo Pelayo en voz alta, mientras agarraba el juguete con devoción-Ese será el símbolo de mi religión. El sexeón.

Era hora de encontrar a sus primeros seguidores reales.

La misión que iba a encomendar a sus primeros discípulos seria ardua. Serian sus apóstoles. Sus "pescadores de hombres" y por lo tanto, debían estar preparados para el desprecio de la sociedad estigmatizada e intolerante con las nuevas y mejores ideas que iba a traer Pelayo.

La conversión vendría a través del poder del sexeon, su muñeco leonino maldito, y de la fe del pecador en él, y en él mismo.

¿A quien elije Pelayo como sus primeros discipulos?

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