El Fuego de las Cadenas

El Fuego de las Cadenas

"Una mujer, un castillo, mil formas de caer."

Chapter 1 by Zolrath Zolrath

Capítulo I – El Legado de la Carne y la Piedra

El cielo blanqueaba de nubes perezosas mientras el cuerpo del barón Alric ardía sobre la pira. El crepitar de la leña fue el único lamento: ni gemidos ni rezos, solo el chisporroteo y el olor acerbo de la resina.

A unos pasos, Daniela Alric—veinte años y ya más sola que muchos ancianos—observaba inmóvil. El viento agitaba su cabellera negra, larga hasta la cintura, tan oscura que parecía beber la luz del día. Su piel, fina y pálida, contrastaba con aquel luto de sombras; sus labios, plenos y rojizos, eran una mancha de vida junto a sus ojos igualmente oscuros, brillantes como carbones al rojo. Bajo el vestido ceñido que había elegido por respeto—y porque la seda aún llevaba el aroma de su difunta madre—, unas caderas generosas y unos pechos firmes revelaban un cuerpo destinado a provocar susurros entre viejos y mozos.

Los aldeanos que quedaban—apenas una docena de siluetas encorvadas—arrojaron puñados de tierra al fuego y regresan a sus cabañas sin realizar una ceremonia. Los cuatro soldados juramentados permanecieron firmes; su lealtad, más al apellido que al salario, sus armaduras abolladas pero bien pulidas reflejan la luz del sol. Ese dia nadie lloró. Ni siquiera ella.

Aquella misma tarde, un jinete con banderines ducales entregó una carta sellada con cera carmesí. El emblema del ducado—un halcón que devora una serpiente—lucía aún caliente, como si la amenaza latiera dentro. Daniela rompió el sello con un dedo tembloroso:

“Por la presente, Sarrenthal reconoce a Daniela Alric como legítima Baronesa de Cindhall y heredera de todas sus posesiones.

Gobierne con sabiduría, o perezca como tantos otros.”

—Señor Marcon de Sarrenthal.

Un título. Un castillo de piedra humedecida. Tierras pobres, campos yermos, un molino que chirriaba más de lo que molía. En la cocina, tres ancianas hacían milagros con caldo aguado. En el patio de armas, los soldados se entrenaban por costumbre, no por peligro inminente.

Sin embargo, en el escritorio de roble de su padre, Daniela encontró un voluminoso registro de deudas y tratos soterrados: nombres de mercaderes, favores de nobles menores, rumores sobre mujeres y hombres dispuestos a venderse por más que el pan. Al margen, una nota en la caligrafía apresurada de su progenitor:

“El deseo mueve más oro que el trigo”.

Daniela acarició la frase con la yema del dedo, dejó que el eco de aquellas palabras incubara algo más que ambición en su pecho… y sonriendo, apenas.

¿Cómo decide Daniela inaugurar su mandato en Cindhall?

Want to support CHYOA?
Disable your Ad Blocker! Thanks :)