A dar un paseo por la ciudad

Tras el incidente del hípster desnudo, Roberto no le dio mas importancia y siguió con su paseo de sábado. Al llegar cerca de un gran parque, se fijo en un atractivo chaval que había parado un momento de hacer bici. De repente se detuvo. ¿Ese ciclista no estaba también desnudo? Como con el anterior nudista, nadie parecía prestarle atención a pesar del increíble cuerpo que tenia. Estaba todo depilado y su polla colgaba libre y apetitosa.

"Que lastima que no se le pudiera ver de mas tamaño"-pensó el pecador mientras observaba vicioso a ese perfecto espécimen. Entonces, como si el universo le hubiera escuchado, la polla empezó a aumentar de tamaño como si el ciclista empezara a excitarse. No se empalmo del todo pero si que se vio considerablemente mas grande.

Roberto se quedo de piedra. Alrededor del joven, nadie le dio importancia, ni siquiera el mismo. Sudoroso por la visión, se quito las gafas un momento para secarse el sudor que le corría por la frente para ver, o lo que podía sin las gafas, al ciclista difuminado y ¡Vestido!

Volvió a ponerse las gafas y el joven permanecía sin ropa a excepción de una gorra que le hacia incluso mas sexy. Roberto no era estúpido y relacionó enseguida lo sucedido con sus gafas y el incidente del tropiezo. No pensó en mas explicaciones, solo se dispuso a disfrutar de lo obtenido.

Era obvio que la capacidad de desnudar de las gafas no actuaba siempre. De hecho, no lo hacia con las mujeres, por lo que el pecador pensó que tenia que ver de cierta manera con su deseo. En el parque vio a un par de agradables parejas de novios, claramente en una cita doble. Debian de tener la edad de su hermano, así que apenas habían pasado la mayoría de edad. Posaban para una foto que les hacia un transeúnte. Roberto pensó en como seria verlos desnudos y, al momento, pudo ver su delicado y infantil cuerpo desnudo.

Sabiendo que el poder de las gafas era a voluntad, se fijo en otro joven, mas mayor y mas atractivo. Con su peinado a la moda y sus andares se creía claramente un Don Juan. Al instante de pensar en él desnudo, las gafas le dieron la visión de su cuerpo delgado y salpicado de un vello sexy. Recordó lo sucedido con el ciclista anterior, así que pensó en ver crecer su polla y esta aumentó de tamaño. No demasiado pero si lo suficiente para que el pecador no pudiera dejar de fijarse en su miembro.

¿Podía pedirle mas a sus gafas? se preguntaba Roberto. Al fin y al cabo, había pedido pollas grandes y eso había sido. Se fijo en otro joven, un rubio que remoloneaba tranquilamente en un banco de madera mientras otros amigos suyos charlaban mas alejados. Quiso verlo desnudo y así fue. El pecador se deleito con el cuerpo fibrado y sin vello del chico, a excepción de una gran mata de pelo púbico castaño. Luego pensó en ver su polla dura y preparada para follar y su miembro creció hasta que señaló al cielo.

La entrepierna le dolía una barbaridad por su erección. Sabia perfectamente que todo lo que veía era solo una fantasía, pero se parecía tan real que no le importaba. Se sentó un momento en un banco para pensar. Luego decidió que ese nuevo poder debía ser usado y aprovechado.