Da una vuelta por el parque

¿Por que marcharse de donde estaba si había multitud de hombres atractivos a los que ver desnudos? Por ejemplo, cerca de donde se encontraba, una pareja empalagosa se besaba mientras daba un romántico paseo.

-Cariño-gritaba la chica, de no mas de 22 años- mira esa estatua. Sube allí y te hago una foto.

El novio de la chica, que seguro que le superaba en 10 años de edad, cumplió sus ordenes a regañadientes. Era un hombre de cuerpo trabajado y cabello negro. Se subió a una de las esfinges del paseo y poso para su novia. Roberto aprovecho para verle desnudo y con la polla algo mas grande de lo habitual. Era un buen espécimen.

Cerca del paseo, otro hombre de piel tostada y pelo negro, mas joven, caminaba interesado, mirando de aquí para allá. Parecía un turista mochilero, por como cargaba una gran mochila a su espalda. Bajo la ropa, el chaval calzaba un pene circuncidado nada despreciable en reposo, coronado por una espesa mata de vello que le subía hasta parte del pecho. Un chico distinto y exotico.

Tras andar unos minutos, el ruido de un bullicio en una de las explanadas atrajo al pecador. Un grupo de unas 20 personas, casi todos hombres, parecían celebrar una fiesta entre bebida y música. Debian rodar los 24 /25 años y, al usar las gafas, claramente, pude ver que tenían todo tipo de cuerpos y de pollas. Quizá podía dedicarles un poco mas de tiempo a estos fiesteros.

Pero a lo lejos, un inocente y joven adolescente le atrajo como si fuera una sirena. Era un jovencito de cara tímida y cuerpo delgado. Leía absorto un libro y paseaba con cautela, alejado del ruido de la fiesta y de las interacciones humanas. Luego se detuvo y se sentó en un banco, prosiguiendo con su lectura. De cierta manera, le recordó a él mismo hace varios años y, sin saber muy bien por que, le excitó.

Cuando Roberto decidió que ese inocente lector seria su presa, un grupo de fuertes y fibrados deportistas pasaron al lado suyo. Enseguida quiso ver sus cuerpos y estos se mostraron ante él. Se le podían contar perfectamente los músculos de su cuerpo de lo definidos que estaban. Cargaban equipaje deportivo y se iban hacia el lago central del parque, seguramente a practicar algún deporte acuático. Tampoco estaría mal como posibles objetivos de sus gafas.

Cuando ya estaba casi seguro de a quien iba a seguir, un par jóvenes en bici pasaron casi volando a su lado, con ese aire de desprecio a la autoridad que solo pueden tener los adolescentes. Roberto no pudo negarse a ver que escondían bajo la ropa los dos ciclistas, descubriendo que uno de ellos calzaba una bonita herramienta, grande, larga y sin nada de pelo en el cuerpo.