A las barriadas

Tras comprobar y conseguir controlar sus nuevos poderes Roberto enseguida supo donde debía ir. Siempre le habían atraído los hombres "peligrosos" chavales de las barriadas, alejados del centro y cuyas vidas eran mas difíciles que la suya. El seguía siendo virgen pero si al final daba el paso de intimar con otro hombre, sabia que jamás se atrevería con uno de esos exóticos hombres. Por ello, decidido, cogió un metro y se dispuso a ir a una de las ultimas paradas, en busca de pollas de todos los colores y formas.

No tardo en encontrar, en unos asiento mas allá del suyo, a un par de jóvenes de color que escuchaban música a todo volumen desde su móvil. Roberto, disimuladamente para no ser detectado, deseo verles las pollas en todo su esplendor, y asi fue. Los jóvenes urbanos se sacaron su grandes y largas pollas oscuras de sus pantalones y siguieron charlando entre ellos. La polla de Roberto, la mitad de la de esos chavales, estaba igual de dura.

"Ojala verla de mas de cerca"-pensó el pecador, y al momento, uno de ellos se levanto de su asiento y se dirigió a donde estaba Roberto, sentándose a su lado. El joven de gafas se asustó, para luego, darse cuenta al ver por encima de los cristales, que en realidad el joven negro estaba en su asiento original. Mas tranquilo, fijo su vista en el solo real joven desnudo ante el, que incluso se levanto la camiseta y se bajo mas los pantalones para, obedeciendo los pensamientos de Roberto, este pudiera disfrutar mas de la vista de su polla.

La imagen desapareció de repente, pues los dos jóvenes habían bajado ya del metro. Roberto intento seguirles, pero no llego a la puerta y tuvo que bajar en la siguiente parada. De todas formas, donde había bajado cumplía perfectamente las expectativas de lo que buscaba el pecador. Nada mas salir, un grupo de jóvenes de aspecto de delincuentes, fumaban marihuana y mientras paseaban por la calle. Roberto, deseo verlos desnudos, y pudo comprobar que uno de ellos tenia una polla bastante grande.

Mas allá, un par de hombres latinos parecían estar trapicheando algo. El mas joven de los dos le dio mucho morbo a Roberto, por lo que lo desnudó ante sus ojos y le dejo solo su gorra y sus zapatillas. Bajo la ropa, el latino tenia un tatuaje que le hacia incluso mas sexy que antes.

Roberto se encapricho de ese latino así que, cuando parecía que se marchaba con el hombre de antes, decidió seguirle para la siguiente venta. Mas tarde, el hombre se encontró con otro cliente y el pecador quiso convertir esa relacion tan fría en algo mas amable.

"por que no os hacéis una foto, los dos desnudos"-Pensó el pecador- "y con vuestras pollas bien duras"

Y ante sus ojos, fue así como sucedió.

Decidió por ahora abandonar a ese latino por temor a que creyera que le seguía por motivos algo mas judiciales que pornográficos, y se debió por una esquina hasta llegar a una calle cuyos locales y balcones estaban decorados totalmente distintos. Parecía que había viajado miles de kilómetros hacia el este. Ante él, pasaban orientales de todo tipo, chinos, coreanos, tailandeses, indios, pakistaníes, vietnamitas...

Su cerebro enseguida quiso verles a todos desnudos, y ante el aparecieron decenas de pollas y culos. Hipnotizado, siguió a un indio delgadito que le pareció muy atractivo hasta un establecimiento cercano, donde le pidió con su mente que le mostrara "mostrara sus músculos" le chico, con una gran sonrisa, le enseño sus escasos bíceps y su polla dura. Cuando supo que estaba demasiado tiempo en la tienda se marchó enseguida.

Roberto volvió a la calle principal. El sol empezaba a esconderse y pronto los jóvenes saldrían por ese barrio en busca de diversión, pues era también una conocida zona de pubs y discotecas. Aun le quedaba algo de tiempo para poder hacer algo mas picante con sus gafas, o podía esperar a entrar en alguno de los bares para aprovecharse de los jóvenes embriagados.