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Chapter 2 by Samson Samson

El día siguiente. En busca de nuevas oportunidades laborales.

Al día siguiente

¡Saludos, seguidores de mi blog!

Ha pasado cierto tiempo desde mi última entrada, pero los cambios que ha sufrido mi vida han sido considerables e inesperados, aunque algunos de vosotros ya había intuido que ese era mi destino. Sí, no lo neguéis ahora! ¡He leído esos comentarios en el blog! ¿Y sabéis qué? ¡Tuvisteis toda la jodida razón! ¡Parecéis adivinos, joder!. Pero me estoy desviando del tema. Seguro que estáis ansiosos por saber qué me ha ocurrido, desde la noche que follé con Alice, la camarera.

Regresé ya de madrugada al motel en el que vivo. Como ya os he contado en pasadas entradas, el sitio no es demasiado elegante, pero tampoco un tugurio de mala muerte, con una piscina razonablemente limpia en el centro del patio que forma el edificio de tres plantas en forma de “U”, y unos vecinos razonablemente tranquilos. Un lugar relativamente barato, casi acorde a mis ganancias, bastante reducidas, como ya sabéis.

Como no tenía nada que hacer me desperté tarde, cuando la luz del sol comenzó a golpear la cabecera de la cama. Sorprendentemente, mientras me desperezaba bajo la sábana, me sentía de buen humor. Me parecía recordar que, a punto de despertarme, estaba teniendo un maravilloso sueño húmedo. Los detalles se desvanecían de mi mente como un azucarillo en agua caliente, pero me parecía recordar que Alice, la camarera, estaba en él. Además de más clientas, desnudas, en aquella cafetería...y parecía que me las estaba calzando a todas o algo parecido. Ya no recuerdo los detalles, pero debía de haber sido espectacular, ya que mi gran polla, tremendamente erecta y húmeda, levantaba la sábana, sacudiéndola ligeramente, como un fantasma, con cada arremetida de mi excitación. La aplasté levemente contra mis ingles, como para exprimir los últimos restos de placer del sueño, prácticamente desaparecidos de mi memoria.

Aún así, me levanté. Aunque no tenía nada relevante que hacer aquel día, me forzaba a mantener una rutina. Así que abandoné la cama y, descalzo y desnudo, me dirigí al baño, con mi virilidad aún erecta agitándose entre mis muslos a cada paso.

Me miré brevemente al espejo. Aunque tenía el cabello despeinado y barba de un par de días, me sentía despierto y pletórico. Pero la rutina era la rutina, así que me metí en la ducha y abrí el grifo. Podía escoger entre agua fría y agua muy fría. Aunque ocasionalmente, podía salir templada, hoy no era uno de esos días. Tampoco me importó demasiado. Ya estaba acostumbrado.

Sentí como el agua helada golpeaba mi musculoso cuerpo como si fuera granizo, mientras mi bronceada piel y nervios parecían entumecerse como si estuviera en medio del ártico completamente en pelotas. Mientras me frotaba rápidamente con la esponja, bien cubierta de gel de ducha, algo de calor parecía volver a mí, pero éste desaparecía en cuento la esponja se desplazaba a otro lugar. Tras lavarme el pelo en tiempo récord, salí del baño. En resumen, acabé limpio, con mi libido apagada y tiritando de frío. Una ducha fría de toda la vida.

Me sequé con la toalla y la fricción del tejido contra mi cincelado físico devolvió el calor a mi cuerpo. Lancé la toalla al cesto de la ropa sucia y volví a dirigirme al espejo. Ya solo faltaba afeitarme, lavarme los dientes y peinarme un poco. Y sí, como ya sabréis los más veteranos de mi blog, admiré mi cincelado rostro mientras me pasaba la maquinilla, me peinaba mi corto cabello rubio y me limpiaba los dientes. ¿Qué le voy a hacer? John Doe es un puñetero Adonis. No tengo trabajo fijo, apenas tengo dinero, pero tengo el cuerpo y el atractivo de un jodido dios griego. Ya habéis visto mis fotografías en el blog. Sabéis que no exagero.

Aunque no me importaba estar en bolas dentro del apartamento, decidí vestirme con algo ligero, así que, antes de desayunar, volví al dormitorio y abrí el armario. Una vez más, me miré al espejo, esta vez, de cuerpo entero.

“Te vi en ‘Los gemelos la follán dos veces’! ¡Estoy segura de ello!”, “Usted no vale ni como actor en una película porno!”. Al mirar mi magnífico cuerpo en el espejo, recordé esas frases del día anterior. ¿Que no valía como actor porno?. Daba la talla más que de sobra, y estaba seguro de que actuaba mucho mejor que esos actores desconocidos del tres al cuarto que salían en ellas y cuyo único mérito era tenerla bien grande. ¡Pues yo también la tenía bien grande! ¡Y era, de largo, mas atractivo y mejor actor que ellos!. Pensar en eso me encabronó un poco. Quizás, bueno, sé que todo eso es cierto, pero dedicarme a las películas para adultos no había sido mi prioridad. Era capaz de mucho más. Así que, intentando olvidarme de ello, me vestí con una camiseta de manga corta, que me quedaba un poco ceñida, ya que se me había ido un poco la mano con el entrenamiento ese mes, un pantalón corto deportivo, y unas zapatillas de deporte bastante desgastadas, pero bastante cómodas para andar por el apartamento.

Así que me dirigí a la cocina y me preparé mi desayuno habitual, bastante rico en proteínas e hidratos de carbono. Posiblemente el último de esa clase si no encontraba curro pronto. El frigorífico estaba casi vacío. Eso era un desastre. No podía mantener mi físico con solo cereales y comida basura. El magnífico estado de ánimo con el que me había levantado se estaba yendo a la mierda a pasos agigantados. Y, últimamente, lo único que que solía levantar el ánimo, aparte de follar con alguna tía que se ponía a mi alcance, era ir al gimnasio. Sí, lo estáis pensando y es verdad. Me levanta el ánimo y otra cosa. Lo que pasa es que me tenéis envidia.

Pero, como socio ordinario, solo podía ir por las tardes, y todavía quedaban unas horas para ello. No tenía claro qué hacer hasta entonces. Quizás enviaría más CV y portfolios a otras productoras. Quizás para películas menores, independientes o directamente para bodrios de películas para televisión que no veía ni Dios. De momento, ya estaba convencido que trabajar para las grandes me estaba cerrado...de momento.

Mientras abría el portátil, me asaltó la curiosidad. ”Tú eres mucho más guapo y fornido que los tíos que la hicieron.”, me había dicho la camarera. Aunque sabía que eso era verdad, aunque no hubiera visto la dichosa película, quizás verlo por mí mismo me subiera los ánimos (¡Sí, los dos metafóricos, joder!).

Hacía bastante tiempo que no veía una porno. Había visto algunas (bueno, bastantes), siendo adolescente, pero como en el instituto nunca me había faltado el sexo, verlas nunca me había resultado tan interesantes como “protagonizarlas”, ya me entendéis. Y sí, me doy cuenta de lo mal rodadas, interpretadas y guionizadas que están. Pero bueno, su propósito no es crear una obra que pase a la posteridad, sino algo tan efímero como un orgasmo.

Así que, tras navegar un rato, conseguí entrar en un portal de pelis X que no me bombardeó con innumerables banners y que mi antivirus consideró que estaba relativamente limpio de malware y similares. La encontré fácilmente, y además estaba en HD ¡Menuda suerte! Así que me acomodé en la silla, me puse los cascos y pulsé “reproducir”.

Tal y como esperaba, y creo que todos los que la hayáis visto (admitirlo, muchos de vosotros la habéis visto), “Los gemelos la meten dos veces” era mediocre en ese vasto océano de películas mediocres que son las películas porno. Peli de aficionados desde su guion a su realización, no había cliché que no tocara.

¿La trama? Os la podéis imaginar. Un par de gemelos bastante atléticos que van por la ciudad en busca de sus padres biológicos, mientras se follan a toda tía que se les pone a tiro.

¿Diálogos? ¿En serio preguntáis por eso? Parecían escritos por una máquina generadora de clichés. Frases vacías y poco memorables que carecen de originalidad y personalidad incluso para una película de adultos. Por suerte, tardaban pronto en ir al meollo del asunto, y esos diálogos forzados acababan en gemidos forzados. .

¿Actuaciones? ¿Acaso eso importa? Debo admitir que tuvo su mérito conseguir encontrar a un par de actores porno, bastante atléticos, la verdad (casi como yo), y con unos buenos atributos (casi como los míos), para hacer la “película”. La camarera tenía razón. Se parecían algo a mí, pero yo soy superior a ellos en todos los sentidos.

Y también admito que algunas de las escenas de sexo consiguieron ponerme cachondo. Seguramente porque al empalmar (valga el doble sentido), una detrás de otra en rápida sucesión, al final uno se pone berraco quiera o no. Y yo me puse bastante, en especial en el clímax (vuelta al doble sentido). Había oído hablar de Dillion Hunter, y había visto en algunas fotos y .gif cortos, pero verla en acción, me puso a mil. Me puso la polla tan tiesa y tan dura que mi verga se deslizó por el lateral del pantalón, tironeando con ganas, húmeda, al aire libre.

¿La escena? Seguro que la conocéis. Los protas están desnudos en una sauna, bien empalmados, donde han acorralado a la antagonista, a Dillion, tapada solamente con una toalla, y le exigen que les diga la verdad sobre sus padres, o si no le sacarán la verdad a hostias. Entonces ella deja caer la toalla, revelando su cuerpo sudoroso y desnudo. Joder, como me puso ese cuerpo. Tetas no demasiado grandes, pero firmes y esculturales, en un cuerpazo esbelto. Ella les sonríe lujuriosamente (ahí, mi virilidad empezó a estremecerse de camino al orgasmo, mientras gotas de pre semen caían en la silla), mientras les dice que si no prefieren sacarle a verdad a pollazos. Su interpretación no es digna de un Oscar, pero el tono de su voz es….increíblemente sensual, casi hipnótico.

Y entonces los protas le hacen un bukake. Comienzan a follarla, uno por delante y otro por detrás con un frenesí arrollador, mientras Dillion gime de placer más y más fuerte, más y más excitada, cachonda como una perra del infierno. ¡Cabrones con suerte!, pensé mientras la follaban al unísono por delante y por detrás. ¡Ojalá fuera yo el que la estuviera penetrando!, pensé con envidia mientras mi pollón se estremecía, camino de un orgasmo, viendo como se retorcía y gritaba de placer, atrapada entre aquellos dos maromos, tan parecidos y tan distintos a mí. Cachondo como un animal en celo, casi hipnotizado por los contoneos y los gemidos lujuriosos de aquellas tres figuras, me reemplacé mentalmente con ellos.

Mentalmente, ahora era yo, John el que se la estaba follando por partida doble, oyendo sus gritos de éxtasis cada vez que hundía mis casi treinta centímetros de gruesa verga en ella, jadeando al ritmo mientras sentía su piel, sus pechazos y su calor contra mi musculoso y cincelado cuerpo, viendo su cara de jovencita de 18 años en un cuerpo de 26 deformada en un rictus de puro y primario placer. Casi podía sentir mi enorme y poderoso miembro hundirse una y otra vez, como un martillo neumático, en su húmedo coño y en su estrecho ano, dándole mandanga de un modo que no había conocido en su puta vida, haciéndola gemir de verdad, y no como parte de su papel.

Y, a pesar de que era solo la escena de una película porno cutre, noté como mi musculoso cuerpo se cubría de sudor mientras gemía quedamente al ritmo de ella y, como venganza de la película contra mí, me hacía eyacular antes que los protagonistas. Apenas me dí cuenta de que mi semen estaba empapando la silla, mi pantalón y mis muslos. Pero es que, en mi mente, seguía follándome a la Hunter con ganas. A pesar de haberme tirado a muchas mujeres, ninguna me había puesto a mil como lo había hecho ella, y eso que la estaba viendo en la pantalla de mi portátil.

“¡Joder!”, exclamé al darme cuenta del pedazo de paja mental que me había hecho esa escena. Sin machacármela, me había provocado un orgasmo del copón, como cuando era un adolescente, descubriendo mi sexualidad mientras espiaba por la ventana a las amigas de mi hermana mientras hacían la fiesta del pijama….sin pijamas.

Y como burla final, Dillion mira a cámara, como en cualquier película cutre, y mira al espectador, me mira a mí la muy perra, con su angelical, casi virginal cara congelada en una expresión de pura satisfacción, sonriéndome burlonamente, como diciéndome, “han sido ellos los que me han follado. Tú no, John.”

“Será hija de…”, murmuré, dándome finalmente cuenta de que mi silla, mi entrepierna y mis muslos estaban empapados con mi semen. “Joder, vaya desastre!”. Estaba a punto de colocarme mi enorme verga dentro del pantalón y limpiar el desastre cuando saltaron un par de mensajes en mi móvil.

“Muy oportunos…”, maldije, dudando entre mirarlos en ese momento o más tarde. La sensación de que eran importantes, y de que no me iban a gustar, guio mi mano al móvil. Con una ligera fruncida de ceño, desbloqueé mi teléfono y leí el primer mensaje.

Con aprensión, abrí el primer mensaje de texto. El primero era de Alex, la encargada del gimnasio al que solía asistir con regularidad. Para mi sorpresa, decía que ya no era socio debido a la falta de pago de la cuota mensual. ¿En serio, Alex?. ¡Solo me he retrasado…! Bueno, me he retrasado bastante esta vez...Maldije en voz alta mientras terminaba de colocármela dentro del pantalón. ¡Qué racha tan estupenda estaba teniendo hoy!

Mi racha de suerte, de mala suerte, no había terminado ahí. El segundo era de mi casera, la señora Bates, y no eran exactamente palabras agradables. Resulta que había olvidado pagar el alquiler mensual, otra vez, y ella estaba bastante molesta por ello, otra vez. ¡Ups! Tan obsesionado por encontrar un papel y mi endémica incapacidad para llevar al día un calendario me había jugado una mala pasada, otra vez. Y que si no le pagaba a finales de semana, me pondría de patitas en la calle. Eso era nuevo. Y preocupante. Apenas tenía para pagar el mes a la Bates, al menos si, a continuación, quería comer.

Mi necesidad de dinero siempre había estado ahí, pero ahora era realmente acuciante. Entonces, mi mirada cayó en la pantalla del portátil. La película había acabado y estaban saliendo los títulos de crédito. En ellos, fijo en la parte inferior de la pantalla, aparecía la dirección de la página web de la empresa de representación de los “actores”, Talent Inc. El nombre sonaba a coña, la verdad.

Aunque ya me lo habían insinuado, incluso de coña, nunca me había planteado en serio que mi nombre, John Doe, apareciera en los títulos de crédito de una porno. Ya vivía como en un película porno en mi día a día. Pero ahora, con la amenaza del desahucio sobre mi cabeza…en fin, parecía que no me quedaba otra.

Mientras sentía como mi enorme virilidad se relajaba y empequeñecía dentro de mi pantalón, como mi orgullo de actor al tener que recurrir a ello, introduje la dirección web de la empresa. Y mientras sentía como el semen se secaba en mis muslos, en mi pantalón, y seguramente, en la silla y en el suelo de mi modesto apartamento, cumplimenté mis datos personales, adjunté el portfolio y el CV que tenía preparado para productorias serias, y lo lancé.

Molesto y abatido, me dirigí al baño. Me quité el pantalón y lo lancé al cesto de la ropa sucia. Hice lo mismo con el resto de la ropa y volví a ducharme. Intenté relajarme un poco mientras el agua volvía a caer por mi cuerpo de Adonis y lo enjabonaba de nuevo para limpiar el sudor, y lo que no era sudor, de él. Cerré los ojos e intenté imaginarme de nuevo con Dillion Hunter ahí, en la ducha conmigo, pero solo conseguía imaginármela sonriendo fuera de ella, eso sí, desnuda, pero diciéndome que yo no me la había follado realmente, que jamás follaría con un perdedor como yo.

Aún más molesto, terminé rápidamente la ducha y, desnudo, volví al dormitorio para vestirme con otra cosa. Entonces, un mensaje llegó a mi móvil. ¿Qué podría ser peor?, pensé mientras caminaba en bolas hacia él. Era de Talent Inc.. Seguro que me han rechazado. Ni siquiera soy válido para actor porno….Pensé con cierto sarcasmo.

Lo abrí. Era de una tal señorita Doig, secretaria de R.R.H.H. ?! de la empresa, indicándome que habían visto mi solicitud y que si estaba interesado en una entrevista para el día siguiente a las 09:00 horas. Aún sorprendido, mi dedo se deslizó al botón para validar la entrevista.

Bueno, creo que este post ha quedado un poco largo, pero en fin, tenéis derecho a saber de mí. Al fin y al cabo, sois mis seguidores. En el próximo post os contaré qué pasó a continuación. Hasta la próxima.

¿Queréis saber qué hice después? No os perdáis mi próxima entrada!

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