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Chapter 26 by Delamugre Delamugre

¿Ha evangelizado lo suficiente?

Si, lo ha sido

Pelayo sabia a ciencia cierta (él nunca se equivoca) que sus seguidores le sacarían enseguida de la cárcel. Solo habían detenido a un pequeño porcentaje de sexeonistas, el resto que estaba fuera no descansaría hasta que su mesías volviera al lugar al que pertenecía.

y así fue. En menos de cinco horas, los mejores abogados, algunos pagados por los fieles, otros convertidos a la verdadera fe, consiguieron sacar a Pelayo de prisión a la espera del juicio. Ya en la sabana, el pecador tenia claro cual iba a ser su siguiente paso. Sobre la plancha de metal de los mandamientos se grabo uno nuevo, el segundo: No mencionaras al sexeonismo en vano. Luego, grabo un video para todos sus seguidores.

"Amados creyentes. hemos sufrido un ataque impío. Vuestro amado Mesías ha sido liberado, pero muchos de los nuestros siguen presos, acusados de falsos crímenes. Mártires de nuestra fe. Todo este tiempo he intentando que las enseñanzas recibidas el día de la epifanía fueran trasmitidas a través del amor y la necesidad. Pero el mundo nos ha declarado la guerra, y yo pienso devolverla. De eso trata el segundo mandamiento. De no permitir que se mancille nuestra verdad sagrada. desde este momento promulgo una santa cruzada hacia nuestros enemigos. Los más devotos, que quieran ser los soldados del sexeonismo, que contacten conmigo. Ha llegado el momento de demostrar que defenderemos la sagrada verdad, y que los impíos la aceptarán, lo deseen o no.

Muchos fueron los voluntarios para empezar la cruzada. El primer objetivo para los cruzados fueron las fuerzas del orden. Sistemáticamente, los sexeonistas usaron sexeones para convertir a comisarios, jefes de policía e incluso a veces, comisarias enteras, poniendo de su parte al primer escalón de la justicia.

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La prensa también había actuado de mala fe, tildando al sexeonismo de "peligro social", y de "corruptor de mentes". Pelayo mando a los sumos amantes de las distintas sabanas a convertir a la fuerza a los jefes de redacciones, editores y propietarios de los periódicos y demás prensa. El objetivo era conseguir tener buena publicidad, además de un altavoz para trasmitir su fe. Las oficinas de prensa se llenaron de salidos hombres follando.

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Tras unas semanas, la prensa dejó de prestar atención al sexeonismo, incluso escribían reportajes elogiosos sobre la fe de Pelayo, asociando el éxito y el estatus a la pertenencia a ese "exclusivo club". Aun así, el pecador continuo con sus últimos eslabones de su cruzada. El siguiente fue la judicatura, en especial el juez destinado a juzgarle a él y al resto de sexeonistas. Como les gustaba a los jueces seguir impartiendo justicia, aunque fuera a base de dar azotainas a jovencitos casi lampiños.

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Por último, Pelayo quería tener algo de poder político. Sabía que convertir al presidente de la nación seria demasiado complicado e incluso, peligroso. Pero otros políticos con menos poder pero si con influencia podían ser perfectos aliados si ellos pudieran "ver" el mundo como lo veían los sexeonistas. El problema era llegar a ellos sin tener que pasar por capas de seguridad. La táctica fue simple pero eficaz. Enviaron a la casa de los políticos escogidos un "sexeón-bomba". Un ídolo imbuido de poder con una oración grabada en sonido que se activaba a distancia. No funcionó en todos los casos, pero en los que si, el político y su familia fueron convertidos al sexeonismo, cediendo a sus impulsos y follando entre ellos. No importaba en ese momento si el político era de izquierdas o de derechas, ¿Quién podía resistirse a desvirgar a su propio hijo?

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Finaliza la primera cruzada del sexeonismo

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