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Chapter 25 by Delamugre Delamugre

¿Qué sucede a continuación?

El sexeonismo en el punto de mira

¡Manos arriba!- gritaron los policías cuando, tras tirar la puerta abajo, entraron en tropel dentro de la sabana.

Pelayo sabia que ese día llegaría. Los poderes políticos y religiosos no podían permitir una religión como la suya, una verdad como la suya. La noticia no podía esconderse para siempre. Habría muchas esposas traicionadas con poder. Muchas madres que hubieran visto como sus hijos acuden a un lugar a ser follados una y otra vez. Si, Pelayo sabia que ese día llegaría.

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Varios gobiernos con sabanas en su estado se habían organizado entre si para hacer las redadas en el mismo día (¡el jueves, el día santo del sexeonismo!) Para identificar y detener por organización criminal a cuantos sexeonistas encontraran en la sabana. Entre ellos, estaba el Sumo amante Pelayo. Podía haber usado en ese momento el poder del sexeón, obligar a esos policías a aceptar su verdad a regañadientes, pero eso habría provocado la guerra abierta, y Pelayo creía que su palabra debía ser evangelizada a través del amor, no de la imposición a la fuerza.

Mientras entraba en una celda al lado de alguno de sus apóstoles, Pelayo confió. Confió en que su credo se había distribuido lo suficiente para que esto solo fuera un leve martirio. Que sus enseñanzas habían calado lo suficiente en la sociedad para que esa tontería de "secta peligrosa" y "organización criminal" quedara enterrado en un cajón. Pelayo confió en él mismo, pues, ¿Cómo podía estar equivocado el mesías?

¿Ha evangelizado lo suficiente?

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