Marianna regresa a la calle principal

Aunque se siente atraída por el hecho de dar alcance a la sombra que, seguramente, ha estado observando su lucha con los dos musculosos asesino que ahora yacen en el suelo inconscientes, Marianna piensa que perseguirla a través de un laberinto de callejones estrechos mientras cae la noche no es una buena idea. Así que, pausadamente, la princesa guerrera vuelve sobre sus pasos a la cercana calle principal.

No han pasado más que unos minutos desde que la dejó pero el ambiente ha cambiado drásticamente. Donde antes había agitación y bullicio, ahora hay vacio...donde antes imperaba el ruido de la vida, ahora reina el silencio como de la muerte. Rápidamente, mientras el sol se oculta en el horizonte, solo la luz que escapa de los cerrados postigos de las casas ilumina la calle desierta. Marianna se pregunta qué está pasando mientras camina por la oscura calle en pos de la tienda de Harak Sun, el alquimista, pero no hay nadie a quien preguntar. Esa situación le resulta siniestra a la princesa. Un leve escalofrío recorre su cuerpo atlético...no solo de miedo, sino al notar que el casi asfixiante calor de hace unos minutos ha sido reemplazado por un frio húmedo.

Pero Marianna tiene un destino y un objetivo, así que sigue caminando. Minutos después, la voluptuosa guerrera pelirroja llega su destino. La calle está solo iluminada por el leve resplandor de la incipiente luna llena y el descenso de la temperatura comienza a entumecer levemente su atlético, pero casi desnudo cuerpo.

La puerta está firmemente cerrada, por lo que la voluptuosa pelirroja golpea la pesada puerta de madera varias veces.-"¿Harak Sun?.-Grita Marianna, golpeando nuevamente la puerta. Pero nadie la abre, nadie contesta desde su interior.

Entonces, otro detalle golpea la consciencia de la princesa guerrera. A pesar de sus golpes y gritos, no oye nada más. Ni otra voces humanas quejándose por el escándalo, ni ladridos de perros inquietos. Es como si la noche devorara todo sonido...es como si toda vida estuviera escondida, oculta, temerosa incluso de hacer el más leve sonido que pudiera alertar a....¿a qué?.

De repente, una figura femenina jadeante surge del callejón más próximo a Marianna. Presa del terror, no ve la imponente voluptuosidad pelirroja delante ella, chocando contra su enromes pechos y cayendo de espaldas a continuación.

Marianna observa con interés y sorpresa, bajo la tenue luz de la luna la figura que su protuberante delantera ha derribado con tanta eficacia. Es una muchacha joven, quizás en sus dieciocho, de largo pelo rubio, apenas vestida con una vaporosa túnica de seda que apenas sirve para ocultar su esbelta figura ni sus envidiables senos. Cuando la muchacha alza los ojos, la guerrera puede ver en ellos un terror casi demencial en ellos. Temblando, gimoteando, la muchacha se arrastra hacia atrás sobre su redondeado culo.

"Tranquila, muchacha. No voy a hacerte daño.".-Dice la voluptuosa princesa, tendiendo su mano hacia la chica. Durante unos segundos, la asustada muchacha duda, pero al final, aún temblando de miedo, agarra firmemente la mano de Marianna.

"Mi...mi señora. Debemos huir...debemos escapar....Ellos...ellos ya vienen...".-Gimotea la muchacha, tirando fuertemente del brazo de la pelirroja guerrera. Aunque Marianna siente que la chica está tirando de ella con la fuerza que proporciona la desesperación, permanece inamovible de su sitio.

"Tranquilízate muchacha. ¿Qué ocurre aquí? ¿Quién viene?".-Pregunta Marianna, convencida de que quizás la respuesta de la aterrorizada muchacha aclare algo el misterio del silencio sepulcral de las calles de Annun.

Los ojos de la muchacha se abren de par en par, enloquecidos de terror. Sus carnosos labios se abren como para chillar de puro miedo, pero solo un susurro brota de su boca.-"La Ronda....Viene La Ronda.".-Dice la muchacha.

Y como remarcando su aterrada respuesta, unos siniestros cánticos comienzan a sonar a lo largo de la calle, unos cánticos que empiezan a estremecer de un miedo irracional el atlético cuerpo de la princesa.