Marianna huye detrás de la joven

Marianna intenta sonsacar algo más de información a la asustada muchacha, a pesar de su creciente intranquilidad por los cánticos que resuenan a lo largo de las calles de Annun, los cuales parecen acercarse más y más a ellas.-“¿La Ronda? ¿Qué o quienes son La Ronda?”.-Pregunta la princesa, cogiendo a la muchacha por sus suaves y desnudos hombros, atrayéndola hacia su voluptuoso cuerpo.

De repente, una mueca de terror aparece en el rostro de la muchacha cuando ve aparecer algo detrás de la guerrera pelirroja.-¡Me han encontrado! ¡Me han encontrado!”.-Chilla de terror la chica, forcejeando con Marianna y liberándose de sus manos para, acto seguido, correr despavorida en dirección contraria como alma que lleva el demonio.

“¡Espera!”.-Grita Marianna, echando a correr detrás de la muchacha, que vuelve a internarse en el laberinto de callejuelas. Aunque rápida, la muchacha no es rival para las poderosas piernas de la guerrera pelirroja, aparte de que su blanca túnica de seda se distingue claramente bajo la luz de la luna, por lo que pocas callejuelas después, la voluptuosa princesa casi está a la par de la despavorida joven.

La muchacha gira la cabeza asustada al sentir a Marianna detrás de ella, pero en su joven rostro se dibuja un semblante de ligero alivio al darse cuenta que es la voluptuosa guerrera, y no La Ronda, la que le pisa los talones.-“¡Sígame, mi….mi señora!”.-Jadea la joven, internándose más y más en el laberinto de callejones, haciendo que, al minuto, la princesa se sienta confusa y perdida en aquel oscuro laberinto de casas de adobe, sintiendo detrás de ella como si el ominoso cántico las persiguiera.

Finalmente, la muchacha se para delante de una de las casas y golpea la puerta con una cadencia particular.-“¿Qué….”.-Comienza a preguntar la escultural amazona, pero la muchacha pone sus dedos sobre sus labios, haciéndola callar.-“Shhh….”.-Sisea la muchacha, ansiosa.

Segundos después, Marianna escucha como la puerta es desatrancada desde el interior, abriéndose ligeramente.-“¡Venga, mi señora! ¡Rápido!”.-Murmura la joven cogiendo de la mano a la guerrera, casi arrastrándola hacia el interior de la casa. De inmediato, un anciano, seguramente el dueño de la casa, cierra la puerta y vuelve a atrancarla firmemente con sendos maderos, mientras la muchacha conduce a la princesa hacia el sótano de la casa a través de una estrecha trampilla. Casi detrás de ellas, baja también el anciano, cerrando y atrancando la abertura.

Los ojos de Marianna examinan el sótano en el que se encuentran, vagamente iluminado por una pequeña vela. Lentamente, la muchacha parece tranquilizarse, mientras observa detenidamente y con creciente interés y asombro el voluptuoso cuerpo de Marianna.-“Elegiste bien al seguirme, poderosa guerrera. No creo que ni siguiera alguien como tú pudiera vencer a La Ronda o a la Señora Esqueleto.”.-Susurra la joven.

“¿Cómo sabes que soy una poderosa guerrera, muchacha? ¡Ni siquiera sabes mi nombre! ¡Ni siquiera se el tuyo!”.-Susurra con suspicacia Marianna, confusa por la situación irreal en la que se encuentra, encerrada en un sótano con una sensual joven y un anciano mudo...y casi ciego.

“Cualquiera se daría cuenta de que mi señora es una gran guerrera viendo la espada que porta, viendo su magnífico…cuerpo…”.-Contesta con sensualidad la muchacha, acercándose más a Marianna hasta que su cuerpo roza el de la pelirroja amazona, la cual puede sentir el calor de su cuerpo y el aroma a perfume de su piel.-“Y mi nombre es Sharina y el anciano es mi…mi abuelo Ashun, mi señora. Y…y os suplico que me ayudéis, mi señora.”.-Añade la joven rubia, mirando suplicante a los ojos de la guerrera.

“Mi nombre es Marianna, Sharina. Y, en efecto soy una guerrera…pero no una mercenaria. Creo que te…agradezco el refugio que me ofreces tú y tu…abuelo. Pero tengo otros asuntos que tratar y no creo que…”.-Contesta la princesa, pero es interrumpida por Sharina.-“¡Por favor! ¡Tienes que ayudar a mi prometido! ¡Si no lo haces, morirá seguro! ¡No puedo pagarte mucho por su vida pero…!”.-Dice la joven con desesperación. Entonces, lleva sus níveos brazos hacia su túnica, liberando las cintas de sus hombros y haciendo caer, a lo largo de su sensual y voluptuoso cuerpo, su vaporosa túnica.-“…pero puedo pagaros de otra manera…”.-Añade Sharina, cuyos rosados pezones rozan la armadura pectoral de la voluptuosa guerrera, la cual, observa el joven cuerpo que se le ofrece en pago por un trabajo que desconoce.