Marianna continua camino hacia la tienda del alquimista

Aunque se siente atraída por el hecho de dar caza a un ladronzuelo, Marianna no está realmente interesada en perseguirlo ahora mismo por un laberinto de callejuelas que desconoce, máxime cuando la noche está empezando a caer. Y además, la bolsa contiene solo unas pocas monedas. Si necesita dinero, siempre puede conseguirlo de otro modo o utilizar sus enormes…capacidades de persuasión para conseguir un buen trato.

Por ello, sonriendo por el atrevimiento del ladronzuelo, la princesa continúa su camino hacia la tienda del alquimista. Sin embargo, a medida que el sol comienza desaparecer, del horizonte, Marianna observa que la calle comienza a vaciarse de gente con gran rapidez, como evaporándose, cayendo gradualmente pero de un modo opresivo un silencio perturbador, como de miedo a permanecer fuera de las casas cuando los últimos rayos del sol hayan desaparecido. Pero Marianna tiene un destino y un objetivo, así que sigue caminando. No tiene tiempo para esos pequeños misterios de ciudades al borde del gran desierto del sur.

Un minuto después, la voluptuosa guerrera pelirroja llega su destino. Los últimos rayos del sol acarician su voluptuoso cuerpo cuando su puño golpea la puerta del alquimista.-“¿Harak Sun?”.-Grita la princesa, golpeando nuevamente la puerta, la cual finalmente se abre, permitiendo pasar a la imponente guerrera pelirroja al interior del lugar.

De inmediato, Marianna escucha como la puerta se cierra detrás de ella…y como es firmemente atrancada con pesados maderos. Por instinto, la voluptuosa pelirroja tensa su cuerpo, preparándolo para combatir, ya sea con sus manos o con su poderosa espada. Sus ojos observan al hombre que acaba de encerrarla. De tez morena y de mediana edad, aunque parece en buena forma física, no parece una amenaza para la princesa.

“No es…conveniente caminar por las calles de Annun tras la caída del sol…mi señora. Ni dormir sin asegurarse de que…..”.-Comienza a decir el hombre, aunque se calla a mitad de la frase.-“En fin, creo que tendremos toda la noche para…conocernos, mi señora. Me llamo Harak Sun. ¿Tendría el honor de conocer vuestro nombre y el motivo que os ha traído a mi humilde tienda, mi señora?”.-Dice el hombre intentando mirar al rostro de la exuberante princesa aunque, una y otra vez, sus ojos se posan en su enorme busto, a la altura de su cabeza.

Marianna intenta ignorar las libidinosas miradas del alquimista observando la estancia. Cientos y cientos de pequeños frascos polvorientos, repletos con multitud de polvos, líquidos, plantas y otras sustancias indefinidas se agolpan, anaquel tras anaquel, estantería tras estantería en la apenas iluminada tienda.

“Soy la princesa Marianna de Thanigar, maestro alquimista Sun. Y me han informado que quizás usted tiene información del paradero de mi hermana, la princesa Arianna de Thanigar.”-Responde la guerrera pelirroja, desplegando ‘sus dotes de persuasión’ delante del rostro del alquimista.

“Uhmm. ¡Lady Arianna es vuestra hermana pues!”.-Exclama el hombre, apartándose de los tentadores orbes de la princesa guerrera.-“¡Una mujer peligrosa! ¡De…de gran belleza! ¡Con muchos…talentos! ¡Como vos, sin duda! Pero peligrosa y con grandes recursos a su disposición, mi señora. Creo que puedo ayudaros, sin duda pero…pero el precio por esa información será alto….Seguro que una mujer de mundo y de vuestro nivel comprenderá perfectamente mi situación…”.-Dice el hombre, situándose detrás del mostrador, aunque sus ojos siguen centrados más en el enorme busto de Marianna que en sus ojos.

“¡Era de esperar!”.-Piensa la guerrera pelirroja, ignorando la creciente lujuria del alquimista.-“Seguramente el poco dinero que llevaba en la bolsa no hubiera bastado. Es hora de usar toda mi…persuasión.”.-Piensa Marianna, esbozando una sonrisa y apoyándose en el mostrador mientras sus ojos se clavan en el sátiro delante de ella.