El espectáculo apenas empieza

El presentador, con su voz resonante, tomó el micrófono y anunció: "Damas y caballeros, niños y niñas, les damos la bienvenida a este pequeño evento musical. Estamos muy emocionados de presentarles a nuestra banda local favorita, ¡los 'Corazones Salvajes'! ¡Prepárense para bailar y cantar con su música en vivo!"

Laura, escondida debajo de las gradas, sintió un terror abrumador. Los 'Corazones Salvajes' eran una banda conocida en la ciudad, y ella los había visto tocar en varios eventos. Pero lo que la aterrorizaba aún más era que el vocalista de la banda, el chico de cabello oscuro y ojos intensos, era alguien por quien ella había sentido una atracción secreta.

"¿En serio, Melisa? ¿Por qué me haces esto?", susurró Laura, su voz temblorosa. "Él me conoce. Me reconocerá en un instante".

Melisa, sentada en el escalón de arriba, rió con diversión. "Oh, Laura, eso es aún mejor. Queremos que la experiencia sea completa. Y no te preocupes, estoy segura de que él apreciará tu... actuación", dijo, su sonrisa ahora más amplia que nunca.

Laura, con su cuerpo tembloroso, se dio cuenta de que su pesadilla había alcanzado un nuevo nivel de surrealismo y humillación. Ahora, no solo sería expuesta a un público inocente, sino también a alguien por quien había sentido una atracción secreta. El escenario, con su promesa de exposición, se había convertido en una trampa de emociones y vergüenza.

Los técnicos, ajenos a la lucha interna de Laura, comenzaron a probar los instrumentos, la batería resonando en el aire, las guitarras creando una melodía suave, preparando el escenario para la inminente humillación de Laura.

Melisa, con una sonrisa perversa, le dio a Laura su siguiente instrucción. "Ahora, Laura, quiero que salgas de tu escondite y corras hacia el micrófono. Quiero que grites tu nombre y digas que eres una pervertida. Quiero que todos te escuchen", dijo, su voz llena de anticipación.

Laura, con los ojos abiertos como platos, se quedó inmóvil, su cuerpo tembloroso debajo de las gradas. "¿Qué? ¿Estás loca, Melisa? No puedo hacer eso. No conozco a esas personas", suplicó, su voz quebrada.

Pero Melisa, imperturbable, se inclinó hacia adelante, su rostro cerca del de Laura. "Oh, Laura, eso es lo divertido. Queremos ver tu reacción, tu vergüenza. Y no te preocupes, no te arrestarán. Solo será un momento incómodo, pero inolvidable", dijo, su sonrisa ahora más amplia que nunca.

Laura, sintiendo una mezcla de miedo y furia, se dio cuenta de que Melisa no iba a ceder. La amenaza de ser expuesta a la policía era real, y ella estaba atrapada en un juego perverso donde la exposición y la humillación eran las únicas opciones.

"Por favor, Melisa, no hagas esto. No conozco a esas personas, pero ellos me conocen a mí. Sería demasiado humillante", suplicó Laura, sus ojos llenos de lágrimas.

Pero Melisa, con una sonrisa cruel, se levantó y se acercó al borde de las gradas. "Lo siento, Laura, pero el espectáculo debe continuar. Y recuerda, si no cooperas, llamaré a la policía y les diré que hay una exhibicionista debajo de las gradas. ¿Quieres eso?"

Laura, temblorosa y aterrada, se dio cuenta de que no tenía otra opción. La amenaza de ser arrestada era real, y su miedo a la exposición pública la impulsaba a tomar una decisión que cambiaría su vida para siempre.