El calvo pedante

"Buenas tardes Aitor-escribe el pecador en su móvil- Me han anulado la clase de hoy y estoy libre. ¿quieres que quedemos y adelantamos la de mañana"

Toni-Ferran esperó con los dedos cruzados. Tuvo que esperar una hora para que su cliente le respondiera afirmativamente. La trampa estaba preparada, solo había que tirar de la soga.

A pesar de que ya conocía el domicilio de su paciente, Toni-Ferran volvió a sorprenderse por la decoración de la casa. Estaba llena de posters de películas, estatuas eróticas, cuadros extravagantes y muebles rococós. Su dueño, en cambio, no podía ser mas anodino. Era un hombre que superaba los 50, calvo y fuerte, que solía vestir con traje y corbata.

-Perdona que te abra sin estar preparado-dijo el hombre, que aun vestía el traje- me cambio en un momento y empezamos. ¿Hoy tocaba bíceps y espalda, no?

El entrenador personal no quiso esperar, y directamente, sin decir nada mas, apuntó a su objetivo con el laser y disparo. Al momento ya estaban ambos hombres quitándose la ropa y besándose con pasión y desenfreno.

Ninguno de los dos habló, como si ambos estuvieran esperando este momento desde hace tiempo. El cliente calvo se lanzó a devorar la polla de Toni-Ferran, y este hizo lo mismo. El pecador reconoció que era excitante acostarse con sus clientes en sus casas, como si fuera una especie de prostituta de lujo. Además, al ser entrenador físico, sabia apreciar los cuerpos masculinos, y el de ese cincuentón estaba bastante bien. Todas esas ideas quedarían marcadas en la vida de Ferran, provocándole el deseo de acostarse con sus clientes masculinos además de con los femeninos.

De las pollas pasaron a los culos. Toni-Ferran le introdujo la lengua al hombre calvo lo mas profundo que pudo hasta que este le suplico que le follara. El entrenador no le hizo de rogar, y, esculpiéndose en su rabo, perforo el virgen culo del cincuentón. El hombre comenzó a respirar cada vez mas fuerte, mientras la polla del pecador le abría el recto como una barrenadora.

-Espera- dijo de repente el cliente- Si sigues así voy a ahogarme. Es demasiado intenso. Demasiado placer.

-Entonces túmbate en el suelo. Seré yo quien te cabalgue.

El calvo se tumbó en el suelo y cambiaron de rol. El pecador volvió a sorprenderse de lo excitante y placentero que era que le follaran el culo sus clientes. Esa idea también se grabó a fuego en Ferran, convirtiendo al entrenador en un pasivo musculoso en busca de las mejores pollas para su ano.

Tras compartir entre los dos su esperma, que fue derramado en sus culos y bocas, el pecador entendió la trasferencia como realizada. Toni-Ferran se despidió de su cliente y se marchó. El día siguiente serie ese mismo hombre.