Receptáculo (Director de cine indie)

Toni despertó en una cama ancha y mullida. Una tenue luz iluminaba la habitación en penumbras. Del techo colgaba una lampara que simulaba una esfera de espejo de los sesenta. Aun algo somnoliento, el pecador fue al baño, orinó, y fue a mirarse al espejo. El rostro de un hombre de unos cincuenta años, calvo y atractivo le devolvió la mirada. Era él, y como siempre, tenia que hacer un perfil de su nuevo receptáculo:

NOMBRE: AITOR ARREGUI IBAÑEZ

EDAD: 54 años

ESTADO CIVIL: Divorciado por dos veces.

PROFESION: Director de cine.

AFICIONES: Me gusta el teatro y la literatura experimental, claro que no lo entiendo como aficiones si no como herramientas para mi trabajo. Es necesario devorar historias si luego quieres crear algunas.

FETICHES SEXUALES: Me excitan las historias. Tanto en la vida real como en el porno, soy mas cerebral que corporal. Lo que me gusta a mi es el personaje, mas que el cuerpo. follarte a la camarera, a la vecina, a la agente de policía, a tu hija...

Tras desayunar y ducharse, Toni-Aitor se sentó un a ver un rato la televisión, hobbie al que le dedicaba todo su tiempo libre cuando solo era Toni. De repente, algo en su interior comenzó a asquearle. Le decía que los realitys que tanto le gustaban eran en una farsa, todos actores contratados. Que las series que veía estaban mal grabadas y se veía el reciclado de escenas. Todas esas criticas venían de su parte de Aitor. Cierto es que quería huir de su vida anterior. La vida del fracasado de Toni, pero es que Aitor... Le caía mal. Era un pedante imbécil que solo pensaba que sus obras eran las únicas validas. ¡Casi se le ocurrió regresar a su antiguo cuerpo y todo! Por suerte, igual que con los otros receptáculos, tenia otra opción. Realizar un salto.

Una de las cosas que le atraía de la vida de Aitor era su relaciones sociales. Esa noche iba a acudir a una fiesta llena de famosos artistas. Algo que estaba vedado para la gente corriente. Quizá alguno de los otros asistentes pudiera ser un buen nuevo receptáculo.

Otra opción totalmente aleatoria podía ser poseer a alguien corriente. A algún hombre normal que disfrute de ver la tele, comerse una hamburguesa y follar con su mujer. Una vida simple y nada elevada. La verdadera felicidad.