DIA 8: REGRESO A ESPAÑA (Mas tarde)

Saciado de mis ansias más oscuras, que espere pacientemente hasta la hora de vuelo, y luego allí, no hice nada más. Podría mentir e inventarme más tropelías con los viajeros y la tripulación, pero la verdad es que lo que le apetecía de verdad era descansar, leer un rato, escuchar algún podcast y desconectar un poco de la app.

Al llegar a España, quedaba la larga cola de seguridad y la espera a que llegaran las maletas. Nuestro grupo esperaba juntos con esa sensación de despedida perpetua que nunca llega. Poco a poco, a medida que llegaban el equipaje, nos íbamos despidiendo.

-Ha estado muy bien- nos dijo a mí marido y a mí Tomás- si alguna vez subís para el norte avisadnos.

Juanjo me dio un fuerte abrazo, rozando obviamente su bulto contra el mío. Fue algo raro para todos, pues en el viaje apenas habíamos hablado (Claro que nadie sabia nada de nuestro polvo filmado)

Los padres de Lucas y Carlos se despidieron formalmente y sus hijos hicieron los mismos, silenciosos como solo lo harían unos adolescentes. Aun así, los dos hermanos me lanzaron una mirada de despedida en la que se podría leer de todo.

Víctor si que hablo conmigo un rato, mientras su suegro le recriminaba que no perdiera el tiempo. Antes de marcharme, le insinué que debía solucionar los problemas con el padre de su novia, y el me aseguró que ya tenía ideas para ellos. Me prometí que me aseguraría de eso antes de cerrar la app del todo.

En cuanto a Adrián, me sentí casi insultado de no recibir ni siquiera un gesto con la cabeza. El muchacho iba cogido de la cintura. De su padre con una sonrisa tan grande que parecía un niño pequeño.

Cuando le tocó el turno a David, vi como daba dos golpes rápidos a su reloj. Entendí enseguida su mensaje secreto y paralice el tiempo. El se acercó hasta mi lado, pero no me beso, lo que estaba esperando.

-Te echaré de menos- me dijo simplemente, mientras me agarraba de la mano- gracias por todo. Lo recordaré siempre.

Enseguida sus pupilas se desviaron a su mujer paralizada. Su decisión estaba clara, así que la acepté, me despedí y volví a activar el tiempo.

Las ultimas maletas que aparecieron por la cinta eran las de Jorge, su mujer y las nuestras. El destino nos había unido, pensaba. Cuando las recogimos, nos despedimos con abrazos y besos y esperanzas de volver a quedar, sabiendo perfectamente que eran mentiras. Al verlos alejarse, me sentí de repente vacío. Echaría de menos a ese gordito simpático que me había conquistado casi con la primera sonrisa.

Le dije a mi marido que iría al baño antes de hacer el ya también pesado viaje de ir de la capital al pueblo de provincias donde vivíamos. Tras mear, me sorprendió ver entrar a Jorge.

-Ey- le dije, y se me iluminó el día- pensaba que ya os habíais ido.

Si… ya pero…- le veía muy nervioso. Algo raro pues desde que nos conocimos siempre habíamos tenido una relación fluida- mira… es que…

Entonces me beso, de improviso. Fue solo un poco absurdo y totalmente inesperado. Luego retrocedió, asustado de lo que había hecho. Cuando se giro para marcharse le grité.

-Espera. ¿Por qué lo has hecho?

-No vamos a volver a vernos y…- miraba al suelo avergonzado- quería probar algo nuevo. Algo que siempre me ha atraído. Antes de que fuera tarde. Antes de…

Le entendí al momento. Acaba de casarse, lo que significa, normalmente, tener sexo siempre con una persona. Siempre el mismo. Sin sorpresas, monótono.

Ahora fue mi turno de besarle, y al momento el abrió sus labios para mí. Le arrastré a uno de los cubículos para discapacitados y, mientras le decía que cerrará la puerta, usé la app para parar el tiempo para que nadie nos molestará.

Ya con toda la atención en él nos lanzamos el uno hacia el otro. Jorge parecía tener un hambre de mi cuerpo que hizo reaccionar mi polla como si me hubiera levantado fresco tras 8 horas de sueño reparador. Parecía gustarle todo lo que era diferente de su mujer. Acariciaba mi barba con el dorso de su mano. Pasaba sus dedos por los pelos de mi pecho y con mi polla…

Yo le detuve al llegar a ese momento. El hombre con el que había fantaseado todo el viaje estaba ante mi, queriendo follar conmigo, así que iba a disfrutar de él. Al fin y al cabo, teníamos todo el tiempo del mundo.

Le quité su camiseta y me lance a devorarle los pechos. Como me gustaban, tiernos y blancos. Tenía el peso especifico que me ponía. Al ponerme de rodillas y bajarle los pantalones, pude por fin meterme su polla en la boca. Era de tamaño perfecto, y me la fui metiendo mientras le agarraba del Michelin que tanto me ponía.

-Para, me correré- me dijo.

-No, eso no lo harás aun- le amenacé.

Ahora fue el turno de él de comerme la polla. Lo hizo con ganas pero sin habilidad. Aun así, ver su cara tan linda me hacía estremecer. Y cuando me sonreía a la vez que me la comía… joder, estaba muy enamorado de él.

-Fóllame- le dije.

-No- me interrumpió- Fóllame tu.

-¿Estás seguro?

-Si. Ya he hecho anal con mi mujer, pero nunca me han dado por el culo y puede que…

No le dejé acabar la frase, dándole la vuelta, me puse de nuevo de rodillas, le abrí las nalgas y comencé a comerme ese culazo blanco y suave, con apenas una línea de pelos rodeando su agujerito. Sus gemidos me excitaron tanto que pensaba que me correría incluso sin penetrarle. Eso no podía pasar, así que me puse de nuevo de pie, y, escupiendo en mi polla, se la acerqué a su agujero y, poco a poco, comencé a follarle.

El culo de Jorge mostró resistencia, pero yo no ceje en mi intención y he de reconocer, que el culazo de mi ansiado amante parecía desearlo.

También he de admitir que enseguida noté que me corría. Al anunciarlo, Jorge quiso que lo hiciera en su cara, y le complací, bañándole todo el rostro con mi leche. Luego fue mi turno, haciendo una felación en la que me trague todo el esperma que salió de mi adorado amor.

Luego nos quedamos juntos, abrazados mientras recuperábamos la respiración. Aceptando que lo que habíamos hecho iba a cambiarlo todo, que debíamos replantearnos muchas cosas en el momento en que saliéramos del baño.

Joder, esto es absurdo. Eso no ocurrió. No vengo aquí a contaros mentiras.