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Chapter 31 by Delamugre Delamugre

¿A quién toma como postre?

Al chico del coro

¿No había nada más inocente que un creyente? Pensaba Alberto (mientras está allá en carcajadas Lujuria) Darle el regalo del sabor del sexo a quien había decidido renunciar a ello le pareció al influencer un final perfecto para coronar si menú.

En la iglesia del barrio había un chico rubio, de 18 años, que habia sido monaguillo desde los , y que estaba a punto de entrar en el seminario para convertirse en cura. Atraerlo a su casa fue extremadamente fácil, solo tuvo que apelar a su vocación evangélica al decirle que necesitaba guía para abandonar su antigua vida de excesos culinarios. Tomar un vaso de cristalina agua fue el siguiente paso.

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El primer pensamiento del monaguillo fue en salir de la casa. Había algo raro en su cuerpo, pero la presencia, el olor, había algo en el hombre de gafas a su lado que le impedía levantarse del sofá, no siquiera cuando este se bajó los pantalones con una sonrisa diabolica, mostrando un pene inhiesto.

-¿Es tu primera vez?- pregunto serio el influencer.

El monaguillo asintió en silencio, expectante. Después Alberto alargó el brazo hasta la cabeza del chico, el cual guío hasta su polla. El casto joven empezó tímidamente a lamer la herramienta, pero poco a poco fue aumentando su deseo, y pronto empezó a meterse y a sacarse la polla de la boca con verdadera veneración.

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-ahora es mi turno- anuncio Alberto.

Colocando al monaguillo boca arriba, y alzándole las piernas, dejo expuesto el agujerito virgen del chico, que comenzó a decorar, con ternura y amor, pero con pasión, y con cada lengüetazo el chico emitía ruiditos de placer.

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El siguiente paso fue el más delicado. No quería hacerle daño, quería que fuera un momento inolvidable para los dos, así que con paciencia y mucho amor, consiguió meterle la polla a su postre que tras unos minutos gritaba de placer mientras no podía dejar de mirar a los ojos a su amante, adornándolo.

-¡Oh dios!- gemía el monaguillo-¡oh dios!

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Tras varios minutos y posturas cambiadas, Alberto salió del agujero ya abierto del monaguillo y puso a este de rodillas.

-es el turno de comulgar- dijo el influencer, y comenzó a eyacular sobre la boca del creyente, que recibió la eucaristía con devoción sagrada, no permitiendo que se escapara ni una sola gota.

-gracias por este final tan apoteósico- le dice Alberto.

-Gracias a ti- sonríe el chico, mientras acaricia las piernas de su amante.

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¿Y ahora qué?

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