A su trabajo

Desconcertado por el hípster desnudo, Roberto no pudo perder mas tiempo en lo que había visto, pues llegaba tarde al trabajo. El pecador trabajaba en una gran empresa del centro. Abrumado por la posibilidad de llegar tarde y que eso cambiara todo su paradigma vital, no se fijo en los posibles retazos de desnudez que a su lado aparecían hasta que llego al edificio donde estaba su oficina.

Al entrar, a pesar de su prisa, no pudo dejar de buscar con la mirada a ver si encontraba a su crush, un atractivo guardia de seguridad que solía controlar el acceso al bloque de oficinas. Lo vislumbro en otro arco de seguridad, y enseguida pensó en su cuerpo desnudo y apetecible. En como le quedaba de bien el uniforme y de como le gustaría verle en todo su potencial.

Entonces sucedió de nuevo. El pantalón y la ropa interior del guardia de seguridad desaparecieron al momento, mostrando su culo redondo y perfecto, pero dejando la parte de arriba del uniforme. Roberto se quedo helado al ver que el guardia seguía actuando como si nada, y aun se quedo mas impresionado cuando este se giro hacia su lado y pudo ver que su polla estaba empalmada.

Una rápida comprobación quitándose las gafas fue suficiente para poder cerciorarse de que lo que le sucedía era por el extraño incidente con sus cristales hacia unas horas. Para comprobarlo, y antes de subir al piso de su oficina, vio como entraba al aseo uno de los de mantenimiento, un oso grande y rudo. Roberto el siguió y al pensar en el hombre desnudo, este se desnudo ante sus ojos, mirándole fijamente con cara de malas pulgas.

-¿Que estas mirando?-le preguntó

El pecador hizo una ultima prueba, y pensó en su mente como seria ver al bedel masturbándose delante de el, como si le hubiera pillado de improviso. Al oso le aparecieron de repente piezas de ropa medio desvestidas y su polla se puso dura y grande. Al momento empezó a masturbarse y a emitir excitantes gemidos.

Al quitarse las gafas, Roberto vio ( o bueno lo intentó por que apenas veía sin sus lentes) como el hombre de mantenimiento actuaba aun mas enfadado con la, seguro, cara de gilipollas que estaba teniendo el pecador.

-Aquí solo trabajan imbéciles-le dijo el hombre, saliendo del baño con un ligero empujón.

"Entonces puedo casi decidir lo que quiero ver"-pensó el pecador-" pero no se detiene el tiempo ni nada por el estilo"

Ya en el ascensor llegó a su oficina, se sentó en su escritorio y respiró profundamente. Su parte mas racional le indicaba que lo dejara pasar. Que no pensara en mas cuerpos de hombres desnudos y se centre en su trabajo. Pero eso Roberto no podía hacerlo. Iba descubrir cual eran los límites de sus nuevas gafas. Pero, ¿Con quién?