Con su amenazador jefe

Cuando Roberto estaba pensando en quien debía ser el siguiente hombre en desnudar, uno de sus compañero le dijo con una sonrisilla:

-Roberto, parece que la has cagado. El jefe quiere verte.

Su jefe. No habría sido su primera opción, pero es verdad que era un hombre muy atractivo. No era el típico abuelo, si no un cuarentón con barba que cuidaba su imagen como marca personal. El pecador entró en el despacho de su jefe, al que anteriormente tenia casi pavor, con confianza, hasta con ganas.

Nada mas llegar, su jefe le señalo una silla frente a su escritorio y el pecador obedeció. Su mente pronto abandono el monólogo que le estaba haciendo su jefe para desear verlo desnudarse poco a poco, de manera sexy y provocativa. La voz del hombre se silenció para mientras se contoneaba detrás de su escritorio, se acariciaba la entrepierna sensualmente.

-¿Te gusta mi polla?-le decía, mientras su rabo surgía como por arte de magia de entre la bragueta.

En un acto de verdadero autocontrol, Roberto se quito la gafas, no para ver a su jefe, pues debido a sus dioptrías apenas podía ver mas que un borroso contorno humano, pero si para seguir la conversación real que estaba sucediendo tras la visión de sus gafas. Al fin y al cabo, no quería perder su empleo.

-...Y los resultados del anterior trimestre no fueron los esperados...

Volvió a ponerse las gafas, encontrándose de nuevo con el sexy hombre de negocios, Ya con la polla fuera y masturbándose hacia el pecador.

-Te voy a follar con este pedazo de rabo-le decía.

Fue quitándose las gafas y volviéndoselas a poner cada poco tiempo. El resultado era muy cómico. En un momento tenia a su jefe desnudo, contoneándose para él encima de su escritorio y diciéndole guarradas para, después, echarle una bronca por algo que no era su culpa.

-... debes estar mas pendiente de los balances, sobre todo de los de Japón porque...

-voy a rellenarte de leche ese culo tragón

-...Tus compañeros han cumplido con sus expectativas estas semanas pero tu productividad...

-Mira como me corro pensando en ti. ¡Joder como me pones!

Un golpe en el hombro sacudió a Roberto, que enseguida pensó en dejar de ver a su jefe desnudo. Este ya no estaba detrás del escritorio si no que se había levantado y le agarraba del hombro, claramente enfadado. Se había quedado de piedra al ver como su jefe se corría sobre su propia cara.

-¿Me has estado escuchando?-casi le gritaba su jefe.

Roberto asintió, asustado de nuevo. Su jefe le despidió con un gesto de su mano, hastiado. El pecador salió del despacho apresuradamente y volvió a su escritorio. Se maldijo por ser tan torpe, pero era incapaz de volver a su trabajo. Su jefe estaba allí, en su despacho, y desde donde se encontraba podía verle perfectamente. Podía usar sus gafas sin que nadie se diera cuenta. El tiempo que fuera necesario. No se lo pensó, y decidió ver algo mas fuerte.