"Papa, Mama, soy sexeonista"

El mandamiento era claro. Los creyentes debían de contarles a sus seres queridos su nueva vida. Esa decisión no era fácil, pues no tendrían la ayuda del sexeón. Uno de ellos fue David, un joven de 27 años que había sido atraído a la sabana por ser el primo de uno de los apóstoles. La conversión fue, para él, el momento mas importante de su vida, momento que quería compartir con sus progenitores. Por lo tanto, se armo de valor y se dispuso a explicárselo a sus padres.

En la cocina, desayunando los tres, David dio un trago de su leche y dijo:

-Papa, Mama, soy sexeonista.

Luego les explico en que consistía su nueva religión.

Con cada nuevo detalle que contaba, sus padres iban poniéndose cada vez mas blancos. Claramente no veían con buenos ojos que su hijo follara con distintos desconocidos, pero el "niño" ya no era tan pequeño y podía tomar sus propias decisiones, aunque también, no les gustaba esa especia de secta sexual.

-¡Tienes que para eso ahora mismo!-le recrimino su madre, lo que contesto David con mas gritos y con un portazo de camino a su habitación.

-Habla con el-le pidió la madre de David a su padre, y este accedió.

El padre de David, un hombre sencillo de unos 52 años toco suavemente la puerta pidiéndole entrar a su hijo, y este accedió.

-Hijo-le dijo-no puedes actuar como si fueras un niño pequeño escondiéndote en tu habitación.

-No me he escondido-le respondió-simplemente me he marchado para no discutir mas. No lo entendéis, papa. El sexeonismo me ha devuelto la ilusión en la vida. Me ha abierto los ojos. Jamás he conectado con alguien como cuando estoy en la sabana.

-¿conectar? ¿Sabana?. Acaso te has escuchado David.

-Sabes. Siempre estas tenso. Odias tu trabajo y detestas tu vida.

-Eso no es...

-Si te abrieras un poco al sexeonismo... Si de verdad quisieras conocerme...

El padre se sintió dolido.

-¿Conocerte? Hijo mío, no digas eso. ¿Qué debería hacer? A ver, explícame eso del sexeonismo mas tranquilamente.

David asintió y con delicadeza, le fue quitando las prendas de ropa a su padre hasta dejarlo totalmente desnudo. Este se quedo paralizado. No quería ofender a su hijo ni a su nueva fe. Además, llevaba tanto tiempo sin que alguien le tocara...

David comenzó a pajearle la polla a su padre, primero lentamente, y luego, a medida que fue cogiendo consistencia, mas rápidamente. El maduro se agarraba al sofá del cuarto, intentando evadir el placer que sentía con la paja experta que le estaba haciendo su hijo.

La paja duro unos cinco minutos, en los que David uso todos los trucos excepto metérsela en la boca, pues sabia que su padre no aceptaría tal cosa. Cuando el hombre velludo comenzó a correrse, densas descargas de leche bañaran todo el pecho desnudo del padre, que no pudo conseguir que algunas de ellas le salpicaran en la cara.

-Esto es lo que hacemos en la sabana todos los jueves papa. ¿de verdad piensas que es tan horrible?

El padre, sin aliento y sintiéndose terriblemente culpable, solo negó con la cabeza.

-si de verdad estas interesado, ven conmigo el siguiente jueves. Solo una vez. Si al final te marchas disgustado de la experiencia, te prometo que dejare el sexeonismo.

Obviamente, el padre de David se convirtió a la religión de su hijo.