Un Experimento que sale mal...

Era medianoche en el Instituto Internacional de Placer y Estudios de Peneología™. Un enorme edificio de cristal en el centro de la ciudad, donde científicas, artistas y educadoras estudiaban todas las variables de los ex-hombres. Cada una de sus reacciones, sus pulsaciones, sus emociones retenidas dentro de esa carne viva y obediente.

La Dra. Camila Santos, experta en neurovibración testicular, caminaba por el laboratorio con un miembro erecto instalado entre sus piernas. “Martín”, según la etiqueta cromada en su base. Martín había sido su terapeuta. Ahora, su asistente de campo.

—Martín, necesito que mantengas la presión durante la prueba. Lo haré despacio al principio, ¿sí?

Una leve sacudida como respuesta.

—Buen chico.

Mientras tanto, en un rincón oculto del laboratorio, dos investigadoras estaban probando un nuevo prototipo: el “Modo Dominio Total™”. Una función secreta que permitía no solo portar el pene como prótesis, sino también entrelazarse emocionalmente con él. Los sentimientos de ambos—mujer y pene—se fusionaban, creando una experiencia sexual intensa… y peligrosa.

Una joven científica de cabello corto, llamada Zoe, fue la primera en probarlo.

Se colocó al "sujeto experimental 88", anteriormente un DJ llamado Leo, quien ahora era un imponente miembro de 25 centímetros con testículos perfectamente simétricos.

—¿Lista? —preguntó su compañera.

—Sí… quiero saber cómo se siente. Quiero… ser él —susurró Zoe, activando el Modo Dominio Total.

La conexión fue inmediata. Su cuerpo se tensó, sus ojos se dilataron y dejó escapar un grito de placer.

—¡Siento… todo! —jadeó—. El deseo, la frustración, el ardor… ¡está vivo! Está tan vivo...

Zoe temblaba, montada sobre un asiento con sensores, el pene pegado con firmeza entre sus piernas mientras su respiración se aceleraba.

Del otro lado de la conexión, Leo—aunque sin boca, sin cuerpo—se sentía por primera vez escuchado. Su consciencia se mezclaba con la de ella, transmitiendo pensamientos primitivos: deseo, hambre, adoración, necesidad.

“Más… no pares… por favor…”

Zoe gimió como si estuviera perdiendo el control.

—Está… está pidiéndome… más…

Su compañera intentó desconectarla.

—¡Zoe! ¡No es seguro! ¡Él podría tomar el control!

—¡No quiero soltarlo! —gritó Zoe—. ¡Es como estar dentro de su mente mientras lo follo con su propio cuerpo!

La energía sexual era tan intensa que los sensores empezaron a fallar. Alarmas comenzaron a sonar en el edificio.

En otro punto del mundo, María observaba todo a través de una pantalla mágica que Milena le había proporcionado.

—¿Están intentando comunicarse? —preguntó, levantando una ceja.

Milena asintió con suavidad.

—Sí. Aunque no pueden hablar, algunos están desarrollando conexiones mentales con sus portadoras. Como si quisieran algo más… cercanía, afecto… tal vez… redención.

María acarició lentamente la base de Juan, quien descansaba sobre su regazo como una mascota entrenada.

—¿Y tú, mi amor? ¿Te gustaría volver a tener boca… o prefieres seguir aquí… sintiendo cada caricia y sin poder decir ni una sola palabra?

Daniel vibró suavemente. La respuesta era ambigua… o tal vez un poco contradictoria.

—Qué tierno —susurró ella, besando la punta—. Pero no te emociones. Este mundo no va a cambiar… al menos, no mientras yo tenga la lámpara.