Receptáculo (Estudiante aplicado)

La alarma del móvil sonó y el pecador, actuando con el instinto de su receptáculo, lo apagó al momento. Aun era de noche cuando se despertó en una cama no muy ancha pero si cómoda. Al encender la luz, le recibió un cuarto perfectamente ordenado, con varias estanterías llenas de libros y algunos posters de superhéroes. ¿Por que despertarse tan pronto?, pensó el pecador, y al instante apareció su respuesta: "hay que prepararse la clase de química orgánica de la semana que viene". Juntó con esa información, le llego otra, y luego otra. Solo pudo detener y controlar el flujo de datos de su receptáculo haciéndole su perfil:

NOMBRE: ADRIAN FERRANDIZ MARTÍN

EDAD: 19 años

ESTADO CIVIL: Soltero.

PROFESION: Estudiante de ingeniera química en la Universidad Luis I

AFICIONES: Apenas tengo tiempo libre, mis estudios son lo primero. Pero si puedo, me gusta leer novelas de fantasías y ciencias ficción, o comics.

FETICHES SEXUALES: A mi... a ver, me da vergüenza pero... a mi... a mi me gusta el control mental. Ya sabes, poder hipnotizar a alguien y que cumpla todas tus ordenes. Que haga lo que tu quieras sin que pueda controlarse. Si, a veces me masturbo pensando en eso.

Tras repasar los apuntes de esa semana de química, Toni-Adrián pudo ducharse y bajar a desayunar antes de ir a clase. Luego pasaría por la biblioteca para pasar los apuntes a limpio y después

El pecador se detuvo en las escaleras del piso de arriba de la casa de su receptáculo. ¿Y mañana que haría? mas estudio. ¿Y después de mañana? mas estudio. Y el día de después, y el fin de semana... El chico tenía mucha presión. Debía sacar unas notas excelentes para conseguir un puesto de practicas con renombre. Y eso requería esfuerzo. Y el pecador no quería esforzarse. "No he estudiado en mi vida normal"-pensó Toni " voy a hacerlo ahora"

En el comedor de la casa, le esperaba la familia de Toni-Adrián. La madre había preparado el desayuno para que, todos juntos, tuvieran un tiempo juntos antes de que acabara el día. El pecador ya había decidido que debía de saltar de nuevo de ese cuerpo. Esa presión para ser el estudiante perfecto acabaría matándolo. Lo bueno es que, ante él y en esa misma mesa, había dos posibles nuevos receptáculos perfectos para él.

Frente a él se encontraba el padre del muchacho, un cuarentón atractivo de sonrisa radiante. Charlo animado sobre su trabajo, algún cargo en la administración estatal. Su mujer parecía adorarle, dándole algún que otro beso mientras le cogía las manos. Amor y respeto. El pecador se moría de la envidia.

Por la escalera bajó, tarde, el otro posible receptáculo. Era el hermano mayor de Toni-Adrián, un joven totalmente distinto al estricto estudiante de química. Había acabado la carrera de bellas artes, y pasaba su tiempo buscando su próximo paso. Experimentando con la música, la pintura, la escultura... intentando conocer su lugar en el mundo. Mientras tanto, se despertaba cuando quería y vivía en casa de sus padres sin dar un palo al agua. Su irresponsabilidad atraía al pecador como moscas a la miel.