Receptáculo (Policía vago)

La alarma del móvil sonó, pero una manaza la apagó al momento para dormir una media hora mas. Cuando sintió que debía levantarse de la cama, Toni se ducho, se vistió de uniforme, y frente al espejo, comenzó a preparar su perfil.

NOMBRE: PASCUAL CELEIRO SANTOS

EDAD: 36 años

ESTADO CIVIL: Casado con Rebeca Vilches Delatoja, de 35 años.

PROFESION: Agente de policía.

AFICIONES: Principalmente el gimnasio, al que voy todos los días entre semana. También me gusta ver mucho deporte, en especial, el futbol.

FETICHES SEXUALES: La dominación. Me gustaría insultar y dar cachetes mientras follo, pero Rebeca jamás me permitiría algo así. El poder sobre otros me pone a mil.

La sensación que tenía el pecador de por fin haber encontrado una vida que pudiera ser vivida mas de un día se desmoronó al llegar a la comisaría. Los compañeros le recriminaron llegar tarde, y tuvo bronca sobre sus escaqueos en horario de trabajo por su jefe. Buscando en los recuerdos de Pascual, el pecador supo enseguida que no era el mas trabajador del cuerpo, y que por eso estaba en el punto de mira. No solo eso. En la cabeza de Toni, los policías eran unos hombres que podían hacer cualquier cosa, como en las películas. En la realidad, había un centenar de reglamentos y ordenes que cumplir. Todo estaba vigilado al milímetro.

Antes de que llegara el medio día, el fracasado de Toni ya quería otro cuerpo para el día siguiente. Uno que no tuviera que cumplir tantas normas como Pascual. En la comisaría tenían detenido temporalmente a un hombre por unos altercados de hace un par de noches por haber estado bebido, descubriendo que era buscado por estafa. Ese hombre puede que estuviera en la cárcel, pero hacia lo que quería y cuando lo quería. ¿Cómo seria tener esa sensación de libertad?

Otro que también parecía libre era un chaval latino que había visto viniendo hacia la comisaria. Se encontraba sentado en un banco, sin camiseta, mostrando sus tatuajes y fumándose un porro. Ni siquiera escondió la marihuana al ver pasar el coche patrulla. A ese muchacho no le importaban las normas, ni estaba regido por ningún reglamento. Toni lo envidiaba por ello.

Así que, de nuevo, había que decidir.