Necesita que le folle.

Con cada nuevo insulto del bedel a Roberto, mas cachondo se ponía este. Entonces lo tuvo claro. Roberto quería que le follara el bedel, que le usara con desprecio. Sus nuevas gafas, para eso, serian perfectas, pues le permitirían tener la experiencia sin ninguna consecuencia en su vida real.

El pecador siguió de nuevo al bedel, ocultándose siempre que podía para que este no se percatara de su presencia. Cuando vio que, desde su posición, tras una esquina, podía ver perfectamente al bedel y que este no se movería, es cuando , tras una inspiración profunda, y con los ojos cerrados, decidió usar su nuevo poder.

"quiero que ese hombre me folle. Que me domine y me trate como un depositario de su esperma"

Al abrir los ojos tenia ante al el cuerpo impresionante y velludo del bedel. Iba solo con la ropa interior, y bajo el calzoncillo blanco se notaba un enorme bulto.

-No paras de seguirme hoy, putita-le dijo.

Roberto entró en pánico. Solo con fuerza de voluntad decidió quedarse quieto.

-Eres un jodido maricón-seguía el bedel- veo que si no te doy tu ración de polla diaria no vas a dejarme en paz.

Entonces, el hombre se sacó la polla de debajo de su calzoncillo y se la puso sobre la cara de Roberto. Este notaba toda sensación como si fuera real: el peso del rabo del bedel sobre su rostro, el calor que desprendía, el aroma fuerte a macho... todo.

-Hazme una paja, maricón-le ordenó

Con temor, Roberto acercó con cuidado su mano a la polla del hombre y, tras la primera reticencia, empezó a acariciarla, para, luego, comenzar a masturbarla. El se encontraba de rodillas, con el macho del bedel sobre el. Sus huevos era preciosos. De su cuerpo emanaba un aroma testosterónico hipnotizante.

-Métetela en la boca, ya.

Roberto, ya en a la merced de su fantasía, lo hizo sin reservas, notando el amargo sabor de una polla sucia y con poca higiene, pero que le supo a gloria. El bedel no tardó ni dos segundos en, agarrándole de la nuca al pecador, comenzar a mover la caderas de manera rápida y violenta, golpeando con su glande la campanilla del pecador.

-Quiero escuchar tus arcadas-le dijo, y Roberto, sin poder evitarlo tosió al salir ese rabo de su boca.

-No has tenido lo suficiente, ¿Verdad maricón?- le insultaba mientras la polla del bedel golpeaba el fondo de su garganta con cada embestida.

Roberto no tuvo tiempo de pensar. El bedel, mas fuerte y grande que el pecador, le cogió casi en volandas. Le rasgó el pantalón y, colocándole boca arriba y cogiéndole las piernas, le introdujo de una sola estocada toda su polla en el culo.

-¿Era tu primera vez, maricón?-Le preguntaba, mientras sin piedad usaba su agujero sin contemplaciones.

Roberto solo podía gritar, de dolor y de placer. La sensación de ser penetrado era... increíble. El bedel no cejaba en sus movimientos, agarrando fuerte de los tobillos al pecador. Alrededor de ellos, en el pasillo de la planta baja del edificio, los otros trabajadores seguían haciendo sus quehaceres diarios como si no estuviera un hombre siendo desvirgado violentamente en en mitad del pasillo.

-Voy a preñarte, para que siempre recuerdes este día putilla-le dijo, y berreando como un ciervo, con su pecho velludo resplandeciente de sudor y su olor corporal invadiendo todo el pasillo, el bedel comenzó a eyacular, rellenando el culo del pecador con una gran cantidad de leche blanca y espesa.

Sin esperar mas tiempo, y sin ni siquiera despedirse, el bedel saco su polla del culo de Roberto, le escupió y se marcho, dejando al pecador en mitad del pasillo, con el pantalón roto y y culo relleno.

Solo fue necesario que se quitara las gafas para volver a la realidad. El bedel seguía en ese pasillo, arreglando una puerta. Roberto seguía vestido, acurrucado en su escondite, eso si, había eyaculado sin haberse tocado ni siquiera.