Marianna rechaza la propuesta de Harak Sun

Marianna mantiene su sonrisa, aunque la propuesta del alquimista no era lo que tenía exactamente en mente. Permanecer toda la noche desnuda, a la vista de aquel libidinoso alquimista no parecía una buena idea. Por su experiencia, al final los hombres, y a veces las mujeres (Marianna lo sabía por propia experiencia), se veían empujados a…sentir en sus manos las cinceladas curvas de su cuerpo para satisfacer plenamente su libido. Y la princesa guerrera no estaba especialmente entusiasmada por el hecho de estar toda la noche en guardia frente al maestro Sun, por mucho que pudiera dar éste su palabra de honor al respecto de ‘solo mirar, no tocar’.

“Eso, mi querido maestro Sun, no es completamente aceptable, pero sin embargo….”.-Comienza a decir la voluptuosa pelirroja al alquimista, acercándose aún más al hombre, hasta que su generoso busto toca su pecho. Sin embargo, la exuberante guerrera no termina de realizar su contra oferta.

Concentrada en el rostro del hombre, Marianna no ve como éste ha cogido un pequeño vial de fino cristal con un fino polvo amarillo en su interior. Y en el momento de su rechazo, el maestro Sun estrella el vial en la sien de la distraída amazona.-“¿Cómo osáis….”.-Ruge la guerrera pelirroja, apartándose del pérfido alquimista, con una pequeña nubecilla de polvo amarillo flotando alrededor de su cabeza.
Con una mirada de puro odio en sus ojos verdes Marianna desenvaina su espada de su funda con un sonido metálico.-“¡Pagareis por…por vuestra….ofensa….”.-Comienza a decir la amazona, pero se detiene cuando empieza a sentir como su cuerpo se entumece y debilita. Sus esculturales y poderosos brazos tiemblan, apenas capaces de empuñar su pesada espada…sus cinceladas piernas se estremecen, apenas capaces de mantener el peso de la voluptuosa amazona en pie.

Incapaz de sostenerla por más tiempo, su enorme y pesada espada cae al suelo con un fuerte sonido metálico. Segundos después, la propia princesa guerrera acompaña a su arma, cayendo de rodillas en el suelo de madera de la tienda, con sus verdes ojos abiertos de par en par en una mueca de sorpresa e incredulidad. Su escultural cuerpo está totalmente paralizado, indefenso ante aquel insidioso y traicionero alquimista, el cual rodeando el mostrador, se acerca a la voluptuosa pelirroja con una cruel sonrisa de satisfacción en sus labios.

“Debéis saber, mi querida princesa Marianna, que vuestra hermana paga mejor…mucho mejor. Además de ser más…persuasiva”.-Confiesa el maestro Sun, arrodillándose delante de la indefensa guerrera.-“La princesa Arianna es una mujer inteligente. Sabía que, tarde o temprano, encontraríais una pista que la condujera hacia ella…”.-Dice el traicionero alquimista, quitándole a Marianna su pesado sostén de escamas metálicas…exponiendo sus enormes pechos ante sus lujuriosos ojos.-“…solo tenía que asegurarse que ‘la pista’ trabajara para ella.”.-Añade, agarrando firmemente las firmemente redondeadas tetazas de la amazona, manoseándolas fuertemente sin ningún pudor.-“Bast…tardo….cab…bron…”.-Maldice Marianna, incapaz de defenderse de aquel ultraje.

Ignorando sus palabras, el depravado alquimista magrea durante unos segundos más sus gloriosos senos, deslizando a continuación sus manos a lo largo de su cincelado abdomen, deleitándose con la firmeza de su carne y suavidad de su piel hasta sus caderas, donde, con suavidad pero con presteza, retira la escasa armadura que cubre su entrepierna.-“Pronto, enviaré un mensaje a vuestra hermana para que disponga de vos pero, mientras tanto, podemos tratar de conocernos…en profundidad, ja, ja, ja…”.-Ríe el insidioso alquimista, empujando a la indefensa princesa guerrera al suelo de su tienda.
Con deleite, el maestro Sun observa como el enrome busto de la princesa se yergue firme en su pecho…tentadoramente firme. Lentamente, el alquimista se quita su túnica, quedando desnudo delante de la indefensa guerrera pelirroja, revelando ante ella un cuerpo casi atlético…y una verga de casi 20 centímetros increíblemente erecta.

“Cob…cob…arde….”.-Susurra Marianna, prácticamente incapaz de hablar, con sus cuerdas vocales paralizadas, mientras siente como las manos del depravado alquimista la agarran de sus cinceladas caderas, arrastrándola sin remisión hacia su erecto falo.-“Espero que disfrutéis como voy a disfrutar yo de esta pequeña…bonificación en el trato con vuestra hermana.”.-Exclama el depravado maestro Sun, guiando su polla al indefenso interior del coño de la princesa guerrera.

Su cuerpo se estremece cuando el enorme ariete del alquimista penetra en su interior, llenándolo con su increíble tamaño, impresionándolo con su increíble dureza, haciéndola gruñir de dolor.-“No os preocupéis por una ‘eyaculatio praecox’, mi querida princesa, el ‘Azul de Pfi-Zer mantendrá mi miembro erecto toda la noche si es necesario, ja, ja, ja….”.-Ríe el villano, plantando nuevamente sus manos en los firmes y redondeados melones de la amazona, manoseándolos fuertemente como si fueran bloques de mantequilla…usándolos de apoyo para empalar despiadadamente con su verga una y otra vez el coño de la paralizada amazona.

Paralizada, Marianna siente como su cuerpo es sacudido, penetrado y manoseado sin piedad como una muñeca de trapo. Humillada, avergonzada, no puede creer como ha podido ser sometida, ella, una princesa de Thanigar, tan fácilmente, por un individuo como el alquimista…como puede estar siendo ultrajada de aquella manera sin posibilidad de defenderse. Pero eso no es lo peor. Marianna siente que los poderosos y frenéticos embates del increíble falo del maestro Sun, comienzan a excitar su sexo, humedeciéndolo con rapidez, estremeciendo su exuberante y desnudo cuerpo con un indeseado, repulsivo placer sexual.

“Estas disfrutando, ¿verdad, princesa Marianna? ¿Creéis que me correré antes que vos? ¡Hagamos la prueba!”.-Dice burlonamente el depravado alquimista, incrementando el rimo y frenesí de su pelvis, aplastando sus tetazas con una fuerza increíble, chillando de placer.

Marianna quiere también chillar, pero de dolor. Sus manos y su polla machacan su carne de un modo que la amazona pelirroja nunca hubiera creído posible. Y sin embargo, su ultrajado cuerpo se debate próximo al orgasmo, inducido por la insaciable voracidad de esas mismas crueles manos y polla.
Hasta que al final, avergonzada y humillada, su chocho explota en un poderoso orgasmo que estremece su paralizado cuerpo con involuntarios y violentos espasmos de placer.-“Creo que os habéis corrido, ¿verdad, princesa? Ja, ja, ja…”.-Ríe el alquimista, continuado sus frenéticas penetraciones dentro del ahora, extremadamente lubricado coño de la amazona, hasta que, minutos después, el propio falo del alquimista explota, llenando con su cálida y viscosa semilla las entrañas de la ultrajada princesa guerrera. Jadeando de placer, el alquimista eyacula durante casi un eterno y doloroso minuto.
“No ha estado mal…para empezar, mi querida princesa. Pero todavía queda noche por delante. Y el placer nos ayudará a no pensar en La Ronda, ja, ja, ja…”.-Ríe el maestro Sun, extrayendo su todavía erecto y goteante falo del húmedo coño de Marianna, para, después de sentarse en su abdomen, colocarlo entre sus enormes pechos mientras sus manos los empujan sobre él.

La desesperación se apodera de la princesa Marianna. Sabe que está definitivamente derrotada, sometida por la droga paralizante del maestro Sun…y pronto, prisionera de su despiadada hermana Arianna. En silencio, maldice su descuido…un descuido que la ha llevado a ser violada y ultrajada por un lujurioso alquimista. Avergonzada y humillada, la exuberante guerrera desea morir. Seguramente, ese es el destino que la espera cuando sea entregada a su pérfida y cruel hermana. Sin embargo, por el momento, la Destructora de Drax es solo un trozo de voluptuosa carne, sometida a los caprichos de un lujurioso alquimista.