La fiesta de disfraces

Por Carnaval, el Looney’s organizó una fiesta de disfraces. En nuestro grupo de amigos, los chicos decidimos disfrazarnos de piratas y las chicas de colegialas. Lucía iba espectacular, con una camisa blanca, una faldita tableada gris bastante corta, calcetines grises por debajo de las rodillas y zapatos negros planos de colegiala. Además, se había hecho dos coletas, que le daban un aspecto de niña inocente total.

Róber se desmarcó de todos nosotros y acudió vestido de cuero negro, con un juego de esposas colgado del cinturón, un látigo y una fusta. Cuando Patricia le preguntó que de qué venía disfrazado, él respondió abiertamente que de “Amo”.

Aquella noche bebí demasiado y Lucía no me fue a la zaga. A pesar de ello, no me pasó inadvertida la atracción que el disfraz de Róber tuvo no sólo en las chicas de nuestro grupo, sino en general, en las mujeres que había en la fiesta. Incluso Lucía estuvo más cercana y pendiente de él que de costumbre.

Cuando la fiesta empezó a decaer, propuse tomarnos la última en nuestra casa. Algunos amigos ya se habían ido y otros decidieron irse en aquel momento.