El primer lugar de culto

Con sus fieles apóstoles a su lado, el siguiente paso para formar una religión organizada era tener un lugar de culto. Uno de sus apóstoles comentó que un vecino suyo era el dueño de una nave industrial en las afueras que usaba como almacén. Pelayo, al verla, la vio perfecta para ser la sede de su primera iglesia, así que acudió a convencer al dueño de la nave de unirse a la congregación. La visión del sexeón junto con un rápido rezo hizo que el empresario abriera los ojos a la verdad, así como su culo a uno de sus trabajadores. Tras obtener el lugar, los seguidores del sexeón, que comenzaban a llamarse _sexeonistas, _despejaron la nave de todas las cajas y estanterías para obtener un espacio diáfano, acogedor y lleno de colchones en el suelo.

Solucionado el problema del lugar de reunión, ahora se centró Pelayo en otros temas organizativos. El día sagrado de reunión seria el jueves, pensó Pelayo, dado que ese día fue en el cual el recibió la revelación en forma de muñeco infantil. Ese día, todos los seguidores se reunían en la sabana (así habían decidido llamar a su lugar de culto) y, tras rezar al ídolo infantil, comenzaban una orgia.

El siguiente punto era justamente ese, que hacer con el sexeón. Pelayo decidió dejarlo, dentro de una urna, en el centro de la nave industrial, ya despejada por sus seguidores y mas o menos adecentadas. Cualquier creyente podía acudir allí y rezar al león de juguete. De hecho, el pecador observo que el efecto revelador del sexeón, que hacia que los hombres heteros descubrieran el camino hacia la salvación a base de tener sexo entre ellos, se activaba con cualquier rezo proveniente de un creyente. De esta manera, sus apóstoles, convertidos ya en evangelizadores, traían a familiares y amigos hasta la sabana, rezaban ante el sexeón y convertían a su invitado en sexeonista.

Un martes, mientras Pelayo recibía la mamada de un guapo joven rubio, un recién converso, vecino de uno de sus apóstoles, este le hizo una pregunta que inquieto al seminarista.

-¿Como sabemos como debemos actuar, amante? (_amante _era el titulo que había recibido por parte de sus apóstoles)-le pregunto mientras se sacaba la polla de su boca- ¿Cuáles son las reglas de conducta, el camino a elegir?

Ciertamente, era una buena pregunta. Pelayo había predicado sobre los beneficios espirituales del sexo entre hombres. De como esa unión intima podía sanar a las personas y a la sociedad. Pero algo tan simple debía de tener reglas. Toda religión tenia sus dogmas. La iglesia católica tenia 10 reglas fundamentales. Los 10 mandamientos. Pelayo decidió que su religión no iba a ser menos. El crearía también sus 10 mandamientos.