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Chapter 15 by Delamugre Delamugre

Mas tarde ese día...

DIA 6: GUIZA Y SAQQARA (MAS MAÑANA)

Hoy era un día grande. Hoy íbamos a ir a Guiza a vera pirámides y luego a Saqqara. Claramente me centré en disfrutar de la experiencia que para mí, era muy importante. Aun así en sucedió algo que debería contarlo. Nuestro guía Mohammed nos llevó, como siempre, rápidamente para ser los primeros en poder entrar a la pirámide de Keops. Adrián, el pobre adolescente obsesionado con su padre, le suplicaba a este que entrara con él a la pirámide, pero su padre se negaba, quizá por claustrofobia o por la sugestión que le hice.

-Nosotros vamos a entrar-dijo Tomás- que venga con nosotros el muchacho y no se quede con las ganas.

Los padres del adolescente aceptaron, y el chico, con una cara de insatisfacción, entró con nosotros.

Estar dentro de la pirámide fue impresionante y al a vez claustrofóbico. Cuando llegamos a la sala del sarcófago, el ambiente era caluroso y húmedo. Adrián lo disfruto, de hecho, el chico parecía saber bastante de los egipcios. Le hicimos entre el grupo varias fotos para que recordara el momento. No le presté mucha atención hasta que, resoplando a mí lado, dijo al aire:

-Ojala estuviera mi padre aquí.

Me gire hacía el. De verdad estaba apenado.

-Tendrá miedo a los espacios cerrados.

-Ya pero… está raro. Creo que ya no esta a gusto conmigo como antes. Como si le molestará. Creo que ya ha dejado de quererme.

La verdadera tristeza del adolescente me conmovió. Yo había provocado eso, sugestionando a su padre para que rechazará a su hijo con la intención de atraerlos de nuevo. Quizá me había pasado. Aunque eso me abría otra oscura y pecaminosa posibilidad.

-A veces a los padres de les olvida que quieren a su hijos. Tú padre volverá a estar contigo como antes o, incluso, más cercano. Mientras tanto, quizá otros puedan hacer de padre para ti.

-¿Otros padres?- pregunto el chico, interesado, mientras un par de gotas caían por su frente.

-Otros adultos de la edad e tu padre, más o menos. Estoy seguro que muchos de ellos querrían hacer cosas de padres e hijos contigo.

-¡Pero yo quiero a mí padre no a un padre falso!

-Solo sería temporal.

El chico miró de nuevo al sarcófago, meditabundo.

-Bueno-dijo de repente, desviando la mirada a Tomas, con su altura y forma, similar a su padre- podía intentarlo.

-Claro que si. Mientras hagas el acto especial todo estará bien.

-¿El que?- preguntó interesado

-¿No lo conoces? Es lo que más une a los padres con sus hijos. ¿nunca lo has hecho con tu padre?

Adrián abrió mucho los ojos, esperanzado de poder recuperar la relación con su padre.

-No se que es. Cuéntamelo, por favor.

Me acerque a él y le susurré al oído expulsando más aire del necesario:

-Una mamada. Comerle la polla. Se que tienes internet aquí, en Egipto. Buscalo e infórmate. Luego aprende con otras padres hasta que lo hagas con el tuyo. Te prometo que tú padre te querrá con locura.

El joven asintió, en silencio. Seguramente sabía algo sobre eso de las mamadas. Por si acaso, reforcé con sugestión mientras las bondades de la idea. La semilla brotaba.

Solo puedo decir que las pirámides fueron, para mí, más impresionantes de lo que esperaba. La experiencia solo se manchó por el tema de los camellos. Mi marido quería subirse a uno y pagamos un viaje corto en lo que nos estafaron, nos amenazaron y chantajearon. Luego nos llevaron antes de ir a comer, al museo del papiro, que resultó otra excusa para vendernos algo. Aun así caímos, o mi marido cayó mejor dicho. Yo estaba fijándome en otras cosas.

Los vendedores del museo estaban tremendos. Habían tres: uno de ellos era un chaval delgadísimo con una gafas grandes y aspecto aniñado. El segundo era guapísimo, con una barba cuidada y una mata de cabello rizada y oscura. El tercero era algo más alto y ancho. Con un poquillo de barriga pero con grandes brazos y pectorales. Verdaderos bellezones. Nuestro grupo iba a dividirse en dos excursiones distintas. Unos irían al museo nuevo mientras otros iríamos a Saqqara, otra necrópolis. Debíamos esperar a otro grupo para dividirnos por lo que decidí divertirme un poco con algunos de mis objetivos. Entonces vi a Víctor, mirando distraído un pairo expuesto al lado se su novia y su suegro.

-Este esta chulo. ¿Te gusta Víctor?- le pregunto su novia.

-Esta gracioso, con los gatos y eso- me respondió- ¿Quieres que lo compremos como recuerdo?

-¿Con que dinero?-le recriminó su suegro, un hombre calvo, con gafas y algo de barriga.

La conversación acabo de repente, notándose la incomodidad en las caras de los dos jóvenes.

-Podemos pagar con tarjeta-dijo de repente Víctor, con un hilo de voz.

-Bah- le contesto su suegro, abandonando a la pareja.

-Lo siento, no sé lo que le pasa- le dijo reconfortante la novia de Víctor, dándole un beso en la mejilla y dejándole solo, mirando el papiro.

Era mi momento de atacar.

-¿Os ha gustado?- le pregunté.

Víctor cambio enseguida su expresión meditabunda por una sonrisa algo forzada.

-Si. Le ha gustado a Laura. Pero mi suegro tiene razón. No tengo dinero para pagarlo. Me queda lo justo para pasar la semana antes de cobrar. Me ha costado mucho este viaje y quería pagarlo entero. Es verdad que Laura me ha ayudado, y mi suegro me había dicho, antes de venir, que no me preocupara con los gastos aquí, que el me invitaba.

-La gente a veces cambia de parecer-le dije mientras yo sabia la verdad. Había sugestionado al suegro para que se rechazara a Victor y así aumentar su sentimiento de culpa.

-Ya. Tiene razón. Me estoy aprovechándome de el. Tenía más dinero pero he dado muchas propinas en el crucero y ahora…

Le puse mi mejor de las sonrisas de comprensión y le agarre del hombro.

-Creo que podéis conseguirte el papiro más barato, incluso gratis. ¿Qué te parece?

Al joven veinteañero se le iluminó la cara.

-Claro. Gracias.

Le señale una esquina.

-Espera ahí. Creo que puedo hablar con alguno de ellos.

No sé cómo el chaval no se preguntó nada más, pero yo acepté esa oportunidad sin pensarlo. Le dije a mi marido que iba al baño y que estaría tiempo. El sabía que cagaba varias veces al día y que me gustaba dedicarle su tiempo. En realidad lo que hice fue hacerle unas fotos a los tres vendedores, encerrarme en el baño y poseer al primero de ellos, el delgado de las gafas.

Por suerte para mí, todos hablaban español. En Egipto estás acostumbrados al turismo de España y casi todos ellos chapurrean algo si se dedican a ello. Acabe cortante la conversación que tenía con la mujer de David y me acerqué a Víctor, que al verme, me mostró una sincera sonrisa.

-Hola. ¿Has hablado con…

-Si. Acompáñame.

Me fui directo a una puerta que ponía, solo empleados. No sabía que iba a encontrarme, pero por suerte lo que vi fue un almacén de tamaño medio. Lo llevé hasta una parte más escondida, mientras notaba la tensión en mi culpable objetivo. Cuando llegué le dije directamente.

-Si quieres papiro tú tendrás que chupar polla. ¿Trato?

Víctor puso una expresión como “otra vez” pero se agachó al momento y empezó a bajarme la bragueta. Mi polla, circuncidada y de tamaño medio, ya estaba engordando en el momento en que se lo puso a la boca. Su técnica estaba mejorando, noté, y comencé a acariciarle la nuca mientras suspiraba de placer. Victor, mientras con una mano me acariciaba los testículos ,con otra me pasaba la mano por debajo de mi camiseta, enredándose en ese momento sus dedos con los pelos de mi ombligo.

Note que me corría, pero el siguió comiendo, incluso más rápido. Yo le agarré la nuca y le presioné para que se metiera toda mi polla en su garganta y entonces eyaculé. Víctor no se ahogó ni un momento.

-Espera aquí- le dije, mientras me subía los pantalones.

Cuando hube salido del almacén, abandone el cuerpo del vendedor de gafas para coger al siguiente, el atractivo egipcio de barba y cabello rizado. Acudí al almacén sin poder evitar mirar la cara de turbado de mi primer vendedor poseído. Estaba con las manos sobre el mostrador, como ido, preguntándose seguramente por qué se había acostado con un hombre en la tienda.

No me importo lo más mínimo las consecuencias para esos vendedores. Mi objetivo era corromper del todo a Víctor. Llegué a su lado y, sin decir una palabra, me bajé los pantalones. La polla de este era de más tamaño, tanto en reposo como en erecta, lo que pude comprobar cuando con su felación, Víctor me la puso dura.

Cuando lleve un par de minutos, se la saqué de la boca. Víctor se asustó, entendiendo que no lo estaba haciendo bien. Entonces le hice levantarse.

-Para papiro, tu culo.

-Yo nunca…

Sonreí en mi cuerpo prestado. Víctor no sabía que me lo había follado los primeros días en el autobús.

-O tu culo, o no papiro.

Víctor volvió a asustarse. No podía estar en su mente pero el sabía que necesitaba el papiro. No podía vivir con la culpa de no poder darle lo que quería su novia.

Resignado, se bajo los pantalones. Yo lo detuve. Se los baje yo lentamente, recorriendo con mi mano su cintura. Luego le llegó el turno a su camiseta, dejándole en ropa interior. Acaricie su cuerpo moreno y sin vello mientras el se quedaba petrificado y expectante. Acaricié sus pequeños pezones de niño y empecé a lamerlos, lentamente, con delicadeza hasta conseguir que el veinteañero gimiera débilmente.

Me arrodille ante su bulto, algo ya notable. Le quité los calzoncillos también lentamente, y su polla apareció ante mi. Le separé las piernas y recorrí por detrás sus nalgas. Me metí su polla en la boca mientras con mis manos empecé a abrirle las nalgas y acariciar su agujero. Lo reconozco, era demasiado bueno para que el chaval, por muy hetero que fuera, no se pusiera cachondo.

Como recordaréis, Víctor tenía una polla enorme. Volver a sentirla en mi boca me encantó. Mientras hacia la felación solo con los movimientos de mi cuello, mis dedos ya jugaban con su entrada trasera, introduciendo poco a poco uno de mis dedos. Víctor tenía los ojos cerrados y estaba disfrutando. Le eche una mirada pícara al notar qué se abría un poco más las piernas, facilitando el acceso a mis dedos.

-Vuelta- dije

Víctor me obedeció, poniendo ante mi su culo. Se lo abrí y comencé, igualmente lento, a usar mi lengua. Primero con círculos, luego entrando un poco para acabar metiéndola toda dentro. Esa nueva sensación excito aún más a Víctor, que incluso se inclinó más y gimio.

Le metí un dedo bien embadurnado de saliva. Luego dos. Cuando llegue al tercero, mientras le lamía los huevos por detrás le dije:

-Pídemelo.

-¿Como pregunto?-el joven

-Pídemelo- repetí.

Hubo un silencio entre ambos, hasta que al final, conseguí lo que quería.

-Fóllame el culo.

Como con un resorte, me levanté del suelo, coloque a Víctor sobre con las manos en una de las paredes, como si estuviera detenido. Era igual de delgado y de altura que yo, solo que, al desnudarme yo era bastante más peludo que el. Coloque mi polla rápidamente en su agujero y le penetré de una estocada.

El joven grito, para enseguida cerrar la boca. Empecé a mover la cintura sin parar, mientras sentía como la polla enorme de Víctor se agitaba en cada embestida. Las manos en la pared empezaron a resbalarse, por lo que le cogí de la cintura y seguí dándole por el culo.

Joder, decía a veces, entremezclado con algunos gemidos. No tuve piedad, y cuando note que me corría no la saqué, si no que me corrí lo más adentro que pude, para que llevara mi semilla, bueno la de ese vendedor, el mayor tiempo posible.

-Buen culo- dije y le solté, haciendo que Víctor tuviera que sujetarse de nuevo a la pared para no caer.

-Esperar último vendedor-dije.

Me marché y salte de cuerpo al tercero, el fortachón. Cuando acudí a Víctor. Me estaba esperando de pie, con cara de cansado, pero con la polla aún algo dura y enorme.

-¿Boca o culo?-preguntó

-Los dos- dije y me acerqué a él a besarlo en los labios. El me rechazo, inclinándose hacia atrás. Luego recapacitó y se quedó quieto mientras yo le besaba.

-Así no. Quiero besos como a tu novia.

Víctor asintió resignado y abrió más la boca. Pronto nuestros lenguas se buscaron. Mi mano masturbaba su polla, ya de nuevo dura mientras con la otra acariciaba sus pezones.

-Ahora culo- le dije.

Víctor comenzó a girarse para darme la espalda pero yo, que media un palmo más que el y de anchura era más del doble, le detuve.

-No tu culo. Mi culo.

Entonces me desnude, enseñándole a mí amante el cuerpo de un hombre algo fondón pero bien proporcionado. Me gire ante él y le mostré mi culo, velludo.

-Cómemelo.

Víctor se agachó de nuevo y empezó a hacerlo. Está vez no tuvo remilgos de ningún tipo. Es posible que ese culo, en el que casi cabía toda su cabeza, estuviera sudado del calor del día. Al joven no pareció importarle, usando las técnicas que seguro empleaba con el coño de su novia.

-Follar ahora- le dije.

Víctor se levantó. Su enorme polla, dura. Agarró las lorzas alrededor de mi culazo y empezó, poco a poco a meterme la polla. El agujero era estrecho, obviamente, pero desde que tenía la aplicación, había desvirgado y sido desvirgado cientos de veces en cientos de cuerpos. Podía soportar ese enorme pene. He de reconocer que lo hizo bien. Sabía cuando parar y cuando aumentar el ritmo. Agarraba mi culo con fuerza y resoplaba por el esfuerzo.

-Donde quieres mi leche- me dijo.

-En mi culo. Préñame.

Entonces se movió más rápido hasta que noté cómo me rellenaba las entrañas. Saco su polla con un gracioso sonido y yo pude incorporar la espalda.

-Espera aquí por papiro.

Me vestí rápido y salí. Me encontré a la gente ya preparándose para irse. Había llegado el otro grupo. Abandone el cuerpo y salí del baño, recibiendo las miradas asesinas de dos personas esperando. Fui directamente al mostrador donde los tres vendedores se encontraban confusos con lo que había pasado. Con seguridad les dije:

-He visto lo que habéis hecho con mi compañero de grupo. Eso os pondrá en problemas. Dadle el papiro que quería y no diremos nada.

Los tres vendedores se quedaron de piedra hasta que el de la gafas asintió en silencio. Entro uno de ellos en el almacén para salir con un Víctor pletórico, con el papiro en la mano.

-Laura, me han regalado el papiro que querías-dijo sonriente.

Pasa el día.

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