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Chapter 11
by Delamugre
Al día siguiente...
DIA 5: POBLADO NUBIO Y VUELO AL CAIRO (MAÑANA)
Hoy era el último día del crucero. Luego nos macharíamos al Cairo y haríamos allí nuestra base de operaciones. Como siguiente paso para la corrupción de los dos hermanos rubios, el pequeño de los dos, Lucas, se había encontrado bajo su almohada un regalo extraño por parte de la tripulación. Era un consolador-dilatador que yo había dejado en modo fantasma con el mensaje de “regalo de despedida para Lucas”. El chico lo miraba, desnudo, en el baño. Le había dicho a su hermano que iba a ducharse por lo que nadie le interrumpiría. Yo lo observaba todo en el espacio entre dos paredes gracias a mi forma fantasma. No hizo falta mandarle más mensajes subliminales ni poseerle. El adolescente de redondas formas y cara infantil se metió en la ducha con el dildo, activo el agua y comenzó a jugar con su ano. Su conversión estaba casi hecha, o eso pensaba, viendo como cada vez se metía más y más profundamente el dildo mientras su polla erecta, aún no del todo desarrollada se estremecía con cada milímetro de penetración.
Salí contento con el resultado. Fuera del baño, su hermano mayor Carlos se masturbaba furiosamente mientras veía un vídeo de falso incesto entre dos hombres. Perfecto.
Como he dicho antes, ese día era el último día del crucero. Por la mañana visitaríamos un pueblo nubio, un grupo del sur de Egipto. Era el típico poblado dedicado totalmente al turismo. Tampoco podían hacer otra cosa, sus tierras fueron inundadas al construir la presa de Asuán. Como en el resto de excursiones, quise disfrutarlas y no usar la app con nadie. Saliendo de mi cabina, un par de hombres de la lavandería nos pidieron propina. En Egipto todo el mundo estaba pidiendo dinero constantemente. Le dimos un par de euros y nos marchamos, pasando delante de Víctor, el veinteañero con cara de niño.
-Os prometo que no tengo nada, he dado todas mis monedas. Hasta que no llegue al Cairo no puedo sacar dinero. En serio. Lo siento de verdad.
Sonreí para mis adentros. La sugestión sobre hacerle sentir culpable había funcionado a la perfección. Ahora solo tenía que llevarlo a la vertiente sexual, que era lo que me interesaba. Le envié a hurtadillas otro mensaje, haciéndole entender que debía agradecer el servicio prestado como sea, incluso con su cuerpo.
-Voy al baño un momentito-le dije a mi marido. Me metí en uno de los baños del hall del crucero, me cerré el pestillo y poseí al chico de la lavandería. Menos mal que había hecho fotos de casi todos los tripulantes del crucero.
Enseguida aparecí delante de Víctor. El chico parecía de verdad apenado por no poder darme nada. De hecho, se puso a mirar si podía dar alguna prenda de ropa sin usar.
-No quiero esa propina. Quiero otra- dije con la boca del egipcio, y lo empuje suavemente de vuelta a su cabina.
-No se si tengo algo que…-me dijo, solicito.
Cerré la puerta tras de mi y, con unos de mis dedos le acaricie su labios gorditos. Le había salido, tras cinco días, una sombra de bigote y perilla que le hacía muy sexy.
-Agáchate y chupa polla
-¿Que?
Me bajé el pantalón y le mostré mi polla morcillona y oscura, saliendo de una espesa mata de vello púbico. Enseguida salí del cuerpo para, con dedos ágiles, saltar al cuerpo de Víctor, similar a como lo hice ayer con el camarógrafo y Juanjo.
No di tiempo para que el egipcio se replanteará por qué le había pedido esa cosa a un hombre. Jugaba con que ya había enviado el mensaje subliminal previo sobre la idea de acostarse con esos turistas blancos presuntuosos. Por suerte, funcionó. Yo, en el cuerpo del veinteañero con cara de niño, cogí esa polla y me la metí enseguida en la boca. Sabía fuerte, a sudor y a masculinidad. Poco me importo y seguí mimándosela mientras acariciaba los huevos del egipcio. Este empezó a resoplar, maravillado de mi habilidad, mientras me decía palabras en árabe que no entendía. Seguí mamando hasta que sentí que el hombre se convulsionaba. Entonces agarre más fuerte la polla y más profunda. Su esperma entro dentro de mi con fuerza. Casi me atraganto. El trabajador, asustado se lo que había hecho, se subió rápidamente la bragueta.
-¿vale esto como propina?
El lavadero asintió en silencio y salió. Entonces, me bajé mi cremallera, me masturbe con la gran polla de Víctor y, cuando me corrí sobre el suelo del camarote abandone el cuerpo del joven. Cuando vi venir a Víctor, bajando por la escalera me fijé en su reacción. Parecía algo turbado, pero se mostró simpático cuando fue con su familia. Esperaba no haberlo roto, pues quería hacer más cosas con mi juguete.
Vi bajar también a la familia de los dos hermanos rubios. Su cambio no era evidente en ninguno de los dos. En ese momento me fijé en un nuevo adolescente que no conocía. Era alto y moreno, y estaba al lado de un hombre más maduro, su padre. Enseguida lo vi perfecto para comenzar a corromper al padre de los rubios. Usé la sugestión del móvil para enviarle imágenes de púberes sin vello clamando por sexo con el. Mi objetivo es que se follara a ese nuevo joven y así, abrir la puerta a follarse a sus propios hijos. Me fijé en mi nuevo objetivo y parecía muy unido a su padre. Ataque por ahí, sugestionado al chico sobre una posible separación de su padre. Por si acaso, también sugestioné al padre con ideas sobre dejar volar a su hijo y el desapego. Veremos si funciona.
Nuestro guía, Mohammed nos indicó que le acompañáramos a la barca donde empezaría el viaje. Aproveche también para reforzar la mente del guía con imágenes sexuales de jóvenes imberbes. Tenía cierta idea de que hacer con él y los hermanos rubios.
En la chalupa, la barca típica egipcia, nos esperaban dos marineros. Uno de ellos era un oscuro nubio que no debía llegar a los 30, con aspecto robusto. Navegamos un rato hasta que cambiamos a otra barca con motor para remontar el río. No siguió el marinero nubio atractivo. Mi idea era, como había dicho antes, no hacer nada. Pero el acto de Víctor de esa mañana me dio ciertas ideas. Le sugestioné de nuevo afectando ya no a su culpa per se si no a su capacidad para satisfacer a los demás. Estaba al lado de su suegro, un hombre calvo y algo gordo cubierto de pelo, la antítesis de Víctor. Envié a este la idea de que su yerno se aprovechaba de él. Sería interesante ver a esos dos follando.
Cuando llegamos al pueblo, pasando al lado de bellas islas en el Nilo, el marinero acerco el barco al embarcadero. Durante el viaje, le había hecho una foto. Luego le había sugestionado con la fuerte idea de necesitar una mamada, de quien fuera. Era mi primer anzuelo.
Aun así tenía un problema. ¿Cómo poseo a gente sin quedarme en el suelo derrumbado? Por desgracia no pude poseer al barquero para obligar moralmente a Víctor para hacerle una mamada, pero si que pude hacerlo en la siguiente parada, una casa nubia donde nos hicieron tatuajes de henna y nos enseñaron un cocodrilo amaestrado.
-Voy al servicio- dije de repente, viendo que nos íbamos y yo solo había sugestionado al entrenador, un hombre con aspecto sucio y apenas cinco dientes.
Me encerré en el baño y poseí al entrenador nubio. Antes de que se fueran todos, actúe rápido y me dirigí a Víctor.
-¿Propina?
La cara del muchacho se rompió al ver que le pedía ayuda.
- No tengo dinero hasta el Cairo, yo…
-ven entonces- le dije
Víctor me acompaño, solicito. Cuando su novia fue a decirle algo, su padre, que por la sugestión parecía hasta enfadado con el muchacho, le dijo que le dejara, que le esperarían fuera.
El procedimiento fue el mismo. Solo que está vez empezó con un beso largo entre la lengua asquerosa de hombre con bigote y la de Víctor. Este se dejó, deseoso de darle la propina que merecía. Luego me saqué la polla y no fue necesario poseerlo a él. El mismo se agachó y se puso a hacerle una felación a ese pene que no había visto una ducha en una semana. Cuando llegó el momento, me descargue a través de esa polla indeseable en la boca de Víctor, que ya la tenía abierta esperando. Cuando no se desperdicio ni una gota, eche a Víctor de la casa y abandone el baño.
-Llevas muchos días yendo mucho al baño.-me pregunto mi marido- ¿Te encuentras bien?
-si-le conteste- eso solo algo temporal.
Y eso esperaba. La siguiente parada era un viaje en motocarro hasta la parte de arriba del pueblo. El grupo se subió a distintos vehículos, pilotados por unos conductores muy jóvenes nubios. Conseguí, entre el traqueteo, hacer fotos a varios de ellos y sugestionarles con la idea de una mamada como propina. Cuando llegaron arriba, tres de los 7 conductores preguntaron por la propina. No eran todos pero me servían. Todos los españoles intentaron zafarse excepto un miembro del grupo, Víctor. Mediante el modo fantasma, pude ver cómo, sin necesidad de posesión ni nada parecido, como le rodeaban 3 pollas. El estaba sentado en el suelo, detrás de una de las caseta más grandes. Frente a el, uno de ellos, el más joven, no más que un adolescente pequeño y delgado, le follaba la boca agarrándole del cuello con las dos manos. Cuando el púber se corrió dentro de la garganta del hombre-niño, fue el momento de otro de los conductores, este más adulto, apenas lo suficiente para ser mayor de edad. “ tres de 7”-pensé- “no está mal”
No lo conseguí en la siguiente parada, con el profesor, pero sí con la última, cuando fuimos a bañarnos. Cuando note que no estaba, paralice el tiempo para buscarlo. Victor estaba detrás de un árbol, de rodillas, haciendo una felación experta al marinero fornido. Este se había bajado los pantalones hasta las rodillas, mostrando una polla bastante grande y peluda.
El nubio acariciaba lentamente la cabeza de Víctor, que veía claramente como se esmeraba en la felación.
Esa fue la última propina que dio ese día, o eso es lo que yo percibí. Es verdad que fue el último en entrar al autobús, tras dejar los botones las maletas en el autobús, tardando más de lo necesario. Y... ¿No comentaban algo los dos botones entre ellos mientras señalaban al muchacho?
En el viaje hacia el aeropuerto de Asuán, nos sentamos al lado de Jorge y su recién esposa, como en otras veces. Charlábamos sobre lo que habíamos comprado en la casa de las esencias, sobre afrodisiacos y sexo. Mientras mi marido hacía buenas migas con su mujer, yo charlaba con Jorge. Cada vez que sonreía, que me miraba con esos ojos enormes que tenía, me derretía. Verlo cuando fuimos a bañarnos al niño, quitarse la camiseta con cierta vergüenza, cuando en realidad estaba buenísimo… desee parar el tiempo en ese momento y comerle los labios. Pero no podía hacérselo a el. Me pasaba a veces, cuando conocía a alguien nuevo. Me enamoriscaba durante un par de meses. Era normal, le sucedía a más personas, el problema era la app. Yo podría sugestionarle para que abandonará su corto matrimonio, paralizar el tiempo y follármelo, usar otras funciones más radicales incluso. Hacer que me amara, pero no sería cierto. Por eso detuve el uso de la app en mi vida real.
Frustrado, pare el tiempo y me levanté al pasillo del bus. Eche un vistazo al grupo.
Al principio me acerqué a Mohammed, el guía de nuestro grupo. Me senté en su regazo y le bese los labios. Luego le saqué la polla y se la comí un poco. Olía a limpio y perfume.
En un un par de asientos encontré al padre y al hijo incorporados más tarde. Se llamaban Salvador él y Adrián su hijo. Este estaba cogiendo con desespero el brazo de su padre mientras Salvador tenía una muñeca de hastío en su rostro paralizado. Les saqué la polla a los dos y les masturbe un rato, hasta que me cansé.
Ma adelante estaba Víctor. Miraba por la ventana con cara pensativa. ¿Estaría meditando sobre el motivo por el que se había tragado el esperma de más de cinco hombres esa mañana? Le abrí la boca y le metí la lengua, buscando un remanente de sabor. No lo encontré y lo dejé así.
Dejé a David y a su mujer estúpida para más adelante. En los últimos asientos estaba la familia de los rubios, como ya los llamábamos. Lucas, el pequeño, parecía dormitar mientras cerraba las piernas en una extraña postura. Al levantarlo y ponerle a cuatro patas con la opción de marioneta, pude ver cómo efectivamente, el adolescente de curvilíneas formas llevaba dentro del todo el consolador. Luego me fijé en su hermano, Carlos. Se me dibujó una sonrisa al ver que había parado el tiempo exactamente en el momento en que el delgado y granudo rubio lanzaba una mirada hacia Juanjo, el exhibicionista, y este se la devolvía. En esa mirada se decían mil cosas. ¿Habían pasado algo más entre esos dos sin que yo me diese cuenta?
Cerca de ellos, los padres de los chicos hablaban con Tomás, el alegre obrero cincuentón que se había puesto tan moreno que casi parecía de Egipto. Le saqué también la polla y se la comí lo suficiente hasta que me harté.
Podía ponérmelos a todos a cuatro patas y follármelos. Poseer sus cuerpos y hacer que follaran entre ellos. No. No era mi método. Necesitaba desfogar, por lo que saqué de su asiento a David, lo puse en el centro del autobús junto a su mujer, está, paralizada, usada como soporte para el cuerpo de su marido. Uno enfrente de otro, sus caras a apenas un par de centímetros. desnudé totalmente a David. Le ****í los pezones, quizá con rabia. Le escupí en su boca abierta varias veces. Le di dos fuertes cachetedas a su culo y le masturbe con furia. Luego me lo folle. De nuevo, vertiendo en ese cuerpo toda mi frustración. Cuando me corrí dentro, me sentí mejor, más relajado. Luego, volví a mí asiento y devolví todo a su origen.
Seguí con la conversación con Jorge mientras las caras de los hombres usados se agitaban de repente. Por el rabillo del ojo pude ver cómo el más agitado era, de nuevo, David. Y tras sus muecas… ¿Era una sonrisa?
A la tarde...
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