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Chapter 6
by Delamugre
Pasan las horas...
DIA 3: EDFU Y KOM OMBO (TARDE)
Volvimos al barco a comer y a descansar. Ese día sería más tranquilo, yendo a otro templo en Kom ombo esa tarde cuando el barco llegara. Después de comer me fui con mi marido al camarote y allí follamos. Dormité con él un rato hasta que decidimos subir a la piscina. El vendedor de la tienda del barco se puso especialmente pesado, pues esa noche se celebraba la fiesta de la chilaba y quería vendernos una. Ni mi marido ni yo estábamos interesados, por lo que le dimos largas. El hombre, que debía tener mi edad, unos 36 años, casi ni nos dejó subir a la piscina, resignado, le dije a mi marido que se fuera para arriba para que pudiera hablar con él. El vendedor era un poco más bajito que yo, con una perilla y bigote oscuro y un cuerpo algo trabajado, seguramente por genética. Tenía buen culo. Cuando entramos a su tienda y me dijo los precios, exploté.
-Mira no pienso comprarte nada por pesado. Lo único que podrías vender que tiene valor aquí es tu culo, y eso lo tendría gratis.
Me marché, dejando furioso al vendedor e insultándome en árabe. A mí se me ocurrió una “terapia de choque” que un par de veces me funcionó. Ya tenía la foto del vendedor, así que fui a mí camarote. Envié mensajes subliminales sobre tener sexo por dinero y vender su culo. Luego, le poseí.
Aparecí en la pequeña tienda y me fui directamente ante el espejo. Recordad que todo lo que hace una persona poseída por mi, lo asimila como hecho por el mismo así que, frente a mí reflejo, me metí la mano en el paquete y comencé a repetir.
-voy a vender mi cuerpo por dinero. Voy a vender mi cuerpo por dinero.
No sabía si funcionaria, al fin y al cabo, al poseer a alguien no adquieres sus habilidades, por lo que la frase la había repetido varias veces en castellano. Pero bueno, solo quedaba esperar a que funcionara. Tras estar más de cinco minutos diciendo eso mientras me masturbaba y acababa corriendo dentro de mi pantalón, abandoné el cuerpo, salí de mi camarote y subí hasta la cubierta.
Ya en la piscina de nuevo, vi lo que me encontraba. Acaba de follar dos veces ese día, con Víctor en el bus y con mi marido, así que no estaba especialmente cachondo. Habían casi los mismos hombres que el día anterior, por lo que pensé en relajarme y disfrutar de las vistas del Nilo y no en cuerpos desnudos. Le pedí una cerveza al joven y pequeño Fayun, que sería el camarero esa tarde. Se mostró muy solicito y simpático, y me preguntó si necesitaba algo más. Era un poco arriesgado, aún así, envié mensajes sobre tener sexo con hombres por mejores propinas. Era muy drástico, y no funcionaria, pero total, ¿Qué podía perder ?
Mientras disfrutaba de la cerveza, vi aparecer a Juanjo. Ya iba sin camiseta y su bañador era corto. Pero corto corto. Se lo había arremangado para que fuera un slip y por detrás casi se le veía la parte de abajo de la nalga. Le pidió un agua a Fayun y fue a tomar el sol mientras disfrutaba de ver cómo las miradas se dirigían a su cuerpo.
Volví a centrarme en mi cerveza. También estaba de nuevo David y su novia, la cual me caía cada vez mas mal. No le gustaba la comida. Decía que hacía mucho calor y que la gente era muy pesada. Estar con ella más de cinco minutos era insoportable. Su marido, está vez tomaba el sol boca abajo. Pensé en follarme de nuevo al tipo y dejarlo con mi leche otra vez, pero estaba cansado y supuse que ni siquiera me saldría un par de descargas así que lo dejé.
Estaba acabándome la cerveza cuando vi aparecer a un joven que no había localizado antes. Su estructura me atrajo de sobremanera. Debía de tener 18 o 19 años. Era alto. No, era más largo que alto. Como si hubieran cogido a una persona y la hubieran estirado como si fuera un chicle. Tenía los brazos largos. Al quitarse la camiseta, vi su figura estrecha y delgada. Su pecho casi hundido. Tenía los ojos grandes y una sombra de barba. Era atípico, y eso me atraía. Fue a la piscina y se sentó.
Decidí divertirme un poco estimulándole con mi app. Le hice una foto y empecé a usar la lengua con su pezones. El chico se removió, intranquilo, pero siguió quedándose en su sitio. Luego subí la intensidad bajando a su polla. El chico, ya más intranquilo al notar, seguramente, que se ponía cachondo, bajó a la piscina de inmediato para ocultar su erección. No tuve piedad, comencé a aumentar la intensidad haciéndole una mamada a distancia mientras le introducía un dedo por el ano, luego dos, hasta tres. El joven se inclinaba contra la pared de la piscina, agarrándose al borde mientras notaba que algo del tamaño de una polla normal le perforaba a la vez que una especie de boca le comía los huevos y y la polla.
En la barra de herramientas, cogí un dildo, y cambié los dedos por el. El chaval pareció calmarse un poco, supongo que intentando acostumbrarse a eso extraño que le pasaba. No quería que eso sucediera, por lo que aumente el tamaño y seguí perforándole. Ahora sería como si se le estuviera follando una polla grande.
El chaval emitió un sonido quedo, y siguió agarrado al borde. Yo, cada vez me ponía más cachondo, me levanté y me puse en la barandilla de la terraza, cerca del joven pero sin que el pudiera percibirme. Ahora tenía los ojos cerrados. Aumente más el tamaño del dildo digital follador y el chaval emitió un sonido quedo. Se separó incluso de la pared, casi abriéndose las piernas. Era como si le estuviera follando un negro. Por suerte, nadie parecía percibir que pasaba en esa piscina, ni siquiera otros dos bañistas que estaban en ella. Seguí un par de minutos así hasta que noté cómo el joven convulsionaba levemente. Entonces detuve la estimulación y, disimuladamente, mire el agua. Un liquido espeso y blanco flotaba cerca del chico. Este cerro los ojos, terriblemente cansado. Se había corrido.
Le di el ultimo trago a mi cerveza y vi a Tomás discutiendo en susurros con su mujer. Parece que el obrero le decía a esta que bajarán al camarote y ella le daba largas. Era el momento de probar si la terapia de shock del vendedor había resultado. Le dije a mi marido de bajar al camarote a cambiarnos y ducharnos, pero que si no le importaba que fuera yo antes. Cuando llegue, me encerré en el baño y abandone mi cuerpo para ir al del grandullón de Tomas.
-Voy a bajar yo, entonces- le dije a la mujer del obrero, que siguió curioseando con su móvil.
Me puse una camiseta y bajé por las escaleras. Encontré enseguida al vendedor diciéndome si no estaba interesado en las chilabas, que esa noche habría fiesta temática etc. Yo le seguí el juego y entre con el al cuartucho que hacía de tienda. No le presté mucha a tención a lo que me vendía hasta que le pregunté
-¿Y no tienes nada más que vender?
El vendedor se quedó pensativo. Era el momento. Pensé en saltar al cuerpo del egipcio para darle el empujoncito cuando el mismo se dio la vuelta y, agachando un poco el pantalón, me mostró su raja morena y sin vello.
-Hay otras cosas en venta, si estás interesado.
-Si lo estoy. ¿Cuánto cuesta?
-ehhh- el vendedor dudo, seguramente por qué nunca había pensado lo que debía costar su cuerpo- 500 liras.
- te doy 100
-350
-He dicho 100. No vales más.
El egipcio bajo la mirada, dolido.
-280
Empecé a marcharme. El vendedor me cogió del hombro para evitarlo.
-150. Son tres euros. Solo tres euros.
Podía haberlo dejado ahí. Tomas tenía mucho dinero, siempre lo decía, pero ese egipcio había sido demasiado pesado, demasiado insistente. No le daría ni una pizca de dignidad
-100. Y tienes suerte de que no te baje a 50.
-ok. Dijo, abriendo una pequeña portezuela que llevaba a un más pequeño almacén.
Yo, en el cuerpo de Tomas, usé al vendedor como si fuera un trapo. Le obligue a agacharse para que me comiera la polla, lo que hizo con torpeza y con no menos atragantamiento. Luego, con dificultad por el pequeño espacio me escupí en la polla para penetrarle el culo. Su resistencia virginal duro un par de minutos, mientras el vendedor se agarraba fuerte a las cajas mientras la polla de Tomas, mi polla, le abría más y más. Cuando sentí que me corría la saqué, le hice darse la vuelta y me corrí en su cara. Luego, sin más explicaciones, me subí el bañador, salí del cuartucho y puso 5 euros sobre el mostrador.
-Esto por el polvo, tú virginidad y este pantalón.
Salí de la tienda y, luego, del cuerpo de Tomas. El vendedor ya era la puta del barco.
Mas tarde ese dia...
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