El collar del control

Sebastián caminaba sin ganas hacia la universidad. Con veinte años, sentía que su vida estaba estancada: clases que no disfrutaba, un trabajo que odiaba y una rutina monótona. Apenas tenía amigos, y el sexo… bueno, hacía tanto que ya ni lo recordaba. La vida, en resumen, era gris.

Esa tarde, tras salir de su clase más insoportable —Macroeconomía, dictada por la estricta y fría profesora Morales—, llegó a casa agotado. Vivía en la casa de su media hermana Clara, quien pasaba la mayor parte del año trabajando en el extranjero. Sebastián tenía el lugar para él solo casi todo el tiempo.

Al abrir la puerta, notó una pequeña caja detrás de una maceta. No tenía remitente, solo su nombre y dirección, escritos con una caligrafía que le resultaba vagamente familiar. La llevó adentro, cenó sin muchas ganas, y cuando fue a buscar agua antes de dormir, se topó nuevamente con la caja olvidada en la encimera.

La abrió con curiosidad. Dentro había una caja de madera pulida, un collar metálico de acero dorado con un colgante brillante… y una carta. Al desplegarla, reconoció de inmediato la letra de su abuelo materno.

"Para Sebastián."

"Hola, hijo. Sé que ha pasado tiempo desde que hablamos. Tu madre me contó que no la estás pasando bien en la universidad y que te sientes solo. Créeme, te entiendo. A tu edad yo también me sentía fuera de lugar.

Es por eso que te envío este regalo. Puede parecer raro, incluso ridículo, pero escucha con atención. Ese collar que tienes en tus manos es mágico. No, no es una metáfora ni una broma de viejo. Es real.

Presiona tu pulgar contra el reverso del colgante. Eso lo vinculará contigo. A partir de entonces, cualquier persona que se lo ponga de manera voluntaria quedará completamente bajo tu voluntad durante doce horas. Sin excepciones.

Sí, leíste bien. Solo hay dos reglas: uno, la persona debe colocárselo por decisión propia, aunque no sepa lo que hace. Dos, el efecto dura doce horas exactas, ni un minuto más, ni menos. Al terminar, el collar volverá por sí solo a la caja.

Quien haya llevado el collar recordará todo, pero no se opondrá. Aceptará lo ocurrido como si fuera natural.

Y hay más… pero prefiero que lo descubras tú mismo. A mí me ayudó mucho cuando era joven. Espero que te sirva para explorar lo que deseas, y quizás, para conocer quién eres en realidad.

Con cariño,

Tu abuelo, Julián."

Sebastián quedó mudo. ¿Un collar mágico que otorgaba obediencia total por doce horas? Debía ser una broma… ¿pero por qué sintió un cosquilleo cuando tocó el colgante con el pulgar, y una luz dorada lo envolvió un instante?