Despedida

Bajé las escaleras con mi segunda vestimenta de la noche, un mini-vestido de red negro a través del cual se podían mirar mis pezones, mis nalgas, y mi clítoris enjaulado sin ningún problema; él miró mi cuerpo con la misma lujuria de siempre mientras me acercaba al sillón dispuesta a hincarme frente a él para volver a saborear su verga; él, con algo de pena en su voz, me dijo "te dejé en el baño eso que me pediste"; yo sonreí, llena de felicidad y de excitación.

Le había pedido beber mucha agua durante todo ese día y antes de llegar a verme por lo que esperaba encontrarme con una botella llena hasta el tope de líquido casi transparente, más al abrir la puerta noté la botella llena, y el contenido era de un amarillo mucho más intenso que la cerveza, y con más espuma, él me la había llenado tal como yo le había pedido, yo no podía ahora ser grosera y rechazarla a pesar del color, tomé la botella y muy sonriente le mencioné "está muy amarilla", yo pensé que por mi forma de decirlo, no lo tomaría como reclamo, y quizá no lo hizo, pero si me respondió con una explicación, me dijo que no había tomado casi agua durante el día, y que saliendo de trabajar lo habían invitado a beber, y que ya llevaba varias; yo solo sonreí, no quería quedar mal, pero sabía que el sabor podría llegar a ser muy fuerte; tomé entonces un vaso de la alacena, le coloqué bastantes hielos, unas buenas onzas de tequila, y todo ese néctar amarillo intenso que él me había regalado, mientras le escuchaba preguntarme con una combinación de sorpresa y una sonrisa extraña: ¿de verdad te los vas a tomar?, a lo que respondí más feliz que nunca: "Si".

Caminé hacia el sillón en forma de L donde él estaba sentado, él no dejó de seguirme con la mirada, así que en lugar de sentarme a su lado, me senté de manera que él pudiera seguirme mirando de frente, coloqué mi bebida amarilla en la mesa de centro, no muy cerca de su cerveza, y me acomodé en el sillón subiendo mis pies de manera que el vestido dejara mis piernas al descubierto, me las acaricié yo misma un poco mientras él seguía expectante en su mirada, sin decir nada, no necesitaba hacerlo, yo sabía qué es lo que esperaba, y me excitaba mucho ser el centro de atención de ese show.

Acaricié un poco mi clítoris que seguía enjaulado pero decidí parar a los muy muy pocos segundos, mi excitación era tal que podía tener un orgasmo prematuro, y no podía permitírmelo, y justo en ese momento en que mi excitación quizá no podía ser más, tomé el vaso sonriente, mirándolo a los ojos y sonriendo, y mientras acercaba mi bebida cuyo ingrediente principal había brotado de su verga, noté en su rostro un incremento de sorpresa, lujuria, y también de asco, yo sabía que una vez le diera el primer trago, él ya no besaría mi boca, pero su mirada me excitaba mucho más que la idea de sus besos, era muy probablemente la última vez que lo veía pues la siguiente semana se iría a vivir con su novia, y yo quería quedarme grabada en su memoria como la mujer más cerda y sumisa que él había tenido, así llegó el vaso a mis labios, y con un placer que no puedo describir, bebí esa deliciosa y salada mezcla de sus orines intensos, amarillos, con tequila y muchos hielos, y me sentí tan cerda, tan sumisa, tan excitada que no paré hasta que quedó la mitad del vaso.

Cuando volteé a mirarlo, él tenía la mirada más sucia que me había lanzado, con su enorme verga erecta de nuevo, en su mano, lista para mí, que, terminé mi bebida de inmediato para ponerme de rodillas frente a él, y comenzar a mamar ese enorme miembro que tantas noches me había hecho feliz, pero hasta hoy, en nuestra despedida, me había permitido beber felizmente de él.