Marianna rechaza el refugio de Harak Sun

Marianna sopesa durante unos momentos sus opciones. No sabe qué o quienes son La Ronda, pero ya se ha enfrentado antes a desafíos similares y ha prevalecido. Y además, no quiere compartir techo con ese sátiro de Harak Sun.

“Adiós, maese Sun.”.-Dice Marianna, desatrancando la puerta y saliendo al frio y oscuridad de la noche en Annun. Nada más salir, el alquimista cierra de un fuerte portazo la puerta, atrancándola ruidosamente.-“¡Loca!”.-Grita mientras se dirige al interior de su tienda.

La exuberante guerrera comienza a caminar por las oscuras y silenciosas calles de la pequeña ciudad, sin rumbo determinado, buscando un edificio que se asemeje a una posada o albergue. Aunque sin dinero, siempre es posible negociar algún tipo de trato no libidinoso con sus dueños. Parece una ciudad muerta…o en espera de la muerte.

De repente, una figura encapuchada vestida con una pesada capa negra, jadeante surge del callejón más próximo a Marianna. Presa del terror, no ve la imponente exuberancia pelirroja delante ella, chocando contra sus enormes pechos y cayendo de espaldas a continuación.

Marianna observa con interés y sorpresa, bajo la tenue luz de la luna la figura que su protuberante delantera ha derribado con tanta eficacia. La capucha ha caído, revelando el rostro de una el joven rostro de una mujer de color, peinada con cortas rastas de color ébano. Cuando la muchacha alza sus azules ojos hacia la princesa, puede ver miedo en ellos. Por un momento, parece que quiere huir. Sin embargo, al momento cambia de opinión. Sus ojos parecen mostrar alivio y sorpresa al ver a la voluptuosa guerrera pelirroja.

"Tranquila, muchacha. No voy a hacerte daño.".-Dice la princesa guerrera, tendiendo su mano hacia la chica. Durante unos segundos, la mujer duda, pero al final, agarra firmemente la mano de Marianna.

“Purna os da las gracias, mi señora. Pero ahora debemos huir, o La Ronda atrapará a Purna y a la señora. ¡Rápido! ¡Debemos…!”.-Dice la joven de ónice cuando, de repente, como remarcando su respuesta, unos siniestros cánticos comienzan a sonar a lo largo de la calle, unos cánticos que empiezan a estremecer de un miedo irracional el atlético cuerpo de la princesa.

“¡La Ronda! ¡Nos ha encontrado! ¡Seguid a Purna si queréis vivir!”.-Chilla Purna, cuyos ojos se abren de par en par de puro terror al ver aparecer unas figuras girando por una de las calles. A continuación, comienza a correr en dirección contraria a la de las figuras como alma que lleva el demonio.