Si, lo ha superado.

Toni-Pedro, vistiéndose para ir a cenar con su familia, dio un respingo al ver que lo que le devolvía el espejo del baño no era su reflejo, sino el rostro grotesco de un demonio rojizo que le sonreía lobunamente.

-Muy bien hecho Toni. ¿O debería decir Pedro? Has cumplido perfectamente con lo acordado.

Luego, el demonio, Lujuria, hace un gesto señalando el cuerpo del pecador.

-Mereces quedarte con tu premio.

-Gra.. gracias.

-Eso si-dijo zalamero el reflejo demoniaco- Ahora es cuando viene tu pago.

Aterrorizado, Pedro (ya podemos olvidarnos de Toni para siempre), baja la cabeza, huyendo de los oscuros ojos que le intimidan

-Quieres mi alma-afirma.

Lujuria comienza a carcajearse.

-¿La tuya? en absoluto. Quiero la de otras personas, y tu vas ayudarme a conseguirlas.

-¿Quienes?-pregunta, enfrentándose al demonio del espejo- ¿Como?

Como un fogonazo, la mente del pecador se vio expulsada de su cuerpo para verse flotando como si fuera una corriente de aire. Desde su posición enseguida identifica donde se encuentra. Esta sobrevolando su propio vecindario, una zona suburbana de calles ajardinadas, viviendas unifamiliares y vecinos amables. De hecho, la consciencia de Pedro comienza acercarse a las personas que ve desde lo alto.

-Míralos-dice una voz en su cabeza, la de Lujuria- Todos tan unidos, tan simpáticos y serviciales. vecinos que se preocupan de sus vecinos. Familias unidas y amorosas. Instituciones publicas respetadas. Los quiero a ellos. A todos ellos. Bueno, solo a los hombres. Corrómpelos. No puedo influir sobre ellos si no actúas tu como enlace. Destruye sus valores. Haz que follen entre ellos. Llévalos a una espiral de sexo desenfrenado y vicioso. Tráemelos a mi.

-¿Como puedo hacerlo?-preguntó la consciencia, sabiendo que no podía negarse.

-Muy fácil-le responde de nuevo Lujuria- mira acércate a esos dos hombres, vecinos tuyos. Deben de tener unos 32-33 años. Padres de niños pequeños. Empezando una nueva vida lejos del bullicio de la ciudad para criar una familia feliz. Tanta ilusión en el futuro. Ahora metete dentro de ellos, así, como lo estas haciendo, y piensa en follarte al otro, piensa en como debe ser el cuerpo del otro hombre, en las guarradas que le harías...

Pedro obedeció, pensó en comerle la polla al otro hombre y... simplemente sucedió. Cuando salió del cuerpo, pudo ver ( en forma de ente incorpóreo, claro) como uno de sus vecinos se ponía de rodillas y comenzaba a hacerle una felación al otro. Allí, en medio del jardín.

De repente, Pedro estaba de nuevo en su cuerpo. De la impresión, tuvo que agarrarse al borde de la pila del baño para no caerse.

-Muy bien hecho-le felicitó Lujuria- ahora hazlo con todo el vecindario. Tomate tu tiempo. Un mes, por ejemplo. Como notas, liberar tu consciencia de tu cuerpo te es fácil, así que no tienes excusas. Lo que les persuadas a hacer cambiara sus mentes para siempre. Te estaré vigilando. No me falles.

El pecador sabia que no tenia opción. Si quería permanecer en la vida que había elegido debía cumplir con el trato con el demonio.

Empezó por cosas sencillas. Unos vecinos que quedan para ver un partido y acaban comiéndose las pollas, un repartidor cuya propina es una paja, unos chavales que convierten su quedada para ver pelis de terror en una sesión de masturbación en grupo que acaba en felación...

Pedro sabia que no podía quedarse en esas escenas esporádicas, si no que debía corromper las relaciones estables de su vecindario. Entonces "ataco" a las familias. Los hermanos comenzaron a juntar las camas y a pajearse el uno hacia el otro antes de dormir. Padres e hijos compartían duchas y fluidos. Abuelos eran tratados con respeto por sus nietos recodándoles el vigor de su juventud con una buen mamada. Decenas de anos fueron desvirgados por sus propios progenitores, que no dudaron en seguir follándose a sus familiares siempre que podían.

A partir de ese momento, empezaron a escucharse rumores en el barrio, especialmente entre las mujeres. Se decía de maduritos que habían salido a correr para volver una hora mas tarde mas sudados que de costumbre. Hijos que abandonaban sus colegios mayores para regresar a vivir en casa aunque tardaran casi una hora mas en llegar a la universidad cada día. Jóvenes delgaduchos que nunca habían tenido interés en el deporte que acudían a hacer audiciones para poder entrar en el equipo de futbol del barrio.

Esos rumores, que cada vez cogían mas renombre, afectaron también a las instituciones del vecindario. Se decía que los profesores del instituto cada vez mas castigaban a los alumnos de ultimo año a quedarse unas horas después de clase. El medico del consultorio local hacia revisiones a los cincuentones del barrio a horas mas que intempestivas. hombres, que jamás habían pisado una iglesia, acudían a pedir consejo al atractivo párroco y regresaban con una gran sonrisa en los labios.

Pronto era evidente que algo pasaba. Las mujeres se despedían con portazos y se marchaban de la casa solas o con los hijos menores de edad por algo que era demasiado vergonzoso para admitir a sus vecinas. Los hombres del barrio, en cambio, parecían mas felices, mas unidos entre si. Comenzaron a organizarse quedadas entre los vecinos. No importaba la edad o las simpatías. Las llamaban "las fiestas de la piscina" por que normalmente los hombres acudían allí con eróticos bañadores. solían ir pequeños grupos de entre 5 a 8 personas y, supuestamente, bebían cervezas y preparaban una barbacoa. En realidad, se montaba una orgia en la que, por ejemplo, el mecánico y vecino del barrio le daba por el culo a uno de los policías mientras a su lado el carnicero le comía la polla al joven que repartía las pizzas y hijo de los del Nº 134.

Al acabar el mes, no había hombre en el barrio de Pedro que no hubiera tenido relaciones sexuales con otro varón. Los amantes ni siquiera se escondían. Si ibas al parque era muy probable que vieras a un padre que en vez de hacer ejercicio estuviera follándose a un joven skater en un banco. Los vecinos iba a pedir algo de sal a la casa de enfrente casi desnudos y empalmados. Se corrió la voz de que el chico que trabajaba en el colmado del barrio tenia un culo perfecto por lo que era común verlo ser penetrado por el culo por los clientes, algunas veces mas de cinco al día.

Pero aun había una familia que no había sido tocada por el pecador, la suya, y el demonio exigía que fuera todo el barrio. Sus hijos y el mismo eran los últimos del vecindario sin haber sido afectados por la corrupción que el mismo había causado, aunque ya había tenido sexo con el menor de ellos. Los dos jóvenes, desnudados y con la polla preparada, se pusieron de rodillas y le sacaron la polla a su padre, compartiendo el rabo entre ellos dos. Pedro lo permitió, el ultimo sacrificio para obtener su sueño. El pecador había cumplido con lo acordado. Ahora solo debía de disfrutar de su vida robada.