Primera posesión

Toni se levantó de la cama como un resorte. ¿Había soñado el encuentro con los dos demonios de la tele? Entonces, echo un vistazo a su mesilla de noche y, al lado del despertador, había un puntero laser. AL cogerlo, supo enseguida que no había sido un sueño, que de verdad podía poseer el cuerpo de otros hombres. Aunque había un ligero problema. El tema del sexo.

Ilusionado como nunca lo había estado, Toni se ducho, se vistió y salió de casa con intención de buscar a su objetivo final, esa vida tan deseada.

Entonces se encontró a Enrique.

Enrique era su vecino. Su odiado vecino. A pesar de tener la misma edad que Toni, este se conservaba en forma. Era atractivo y, aunque estuviera divorciado y su hijo no fuera el mas avispado, el resto de los vecinos le tenían aprecio, le saludaban en el portal, les sonreían en el ascensor. En cambio, Toni parecía invisible para el resto del edificio, como si fuera una molestia. Todos sabían que era un fracasado, un imbécil gordo y estúpido. No como Enrique.

No lo dudó. Antes de que el vecino entrara en su cuarto, Toni uso el laser para señalar la espalda de Enrique. Este se detuvo de inmediato y se giro hacia el pecador con una sonrisa bobalicona.

-Buenos días vecino-le dijo- ¿Cómo está?

Toni, que sabia que esa atención era por el laser, desdeñó con un gesto el intento de conversación de Enrique. Abrió la puerta de su casa y, con otro gesto, le indico a este que entrara. El vecino obedeció sin reservas.

Enrique estaba claramente excitado. No pensaba por que lo estaba, simplemente lo estaba, y punto. Aun así, la heterosexualidad de ambos, hacia que se mantuvieran apartados. Alguien debía de romper el hielo, y ese tenia que ser Toni. La idea de tener sexo con otro hombre no le atraía nada, casi le daba repulsa. Pero pensar en despertar mañana en el cuerpo de su vecino... de sentir ese cariño del resto del edificio...

-Chúpame la polla-dijo el pecador, aséptico- chúpamela hasta que me corra y trágate todo mi semen.

Enrique sonrió, lascivo, mientras empezaba a desnudar el cuerpo poco apetecible de Toni. El fracasado sabia las reglas de la posesión. El esperma de él o el de Enrique debían estar dentro de su cuerpo, y claramente no le iban a dar por culo y él hacer lo mismo, así que lo mas rápido y menos raro seria que el vecino perfecto se tragara una buena corrida.

Cuando enrique comenzó a comerle la polla a Toni, este se sintió... extraño. La sensación era agradable, al fin y al cabo, jamás le habían hecho una mamada. De hecho, era casi virgen, pues nunca había tenido novia y la única vez que tuvo sexo fue un par de veces con una prostituta, experiencia que no quiso repetir por su decepcionante resultado. Su polla, un apéndice pequeño y cabezón, se puso enseguida dura cuando la boca del vecino, caliente y húmeda, devoraba toda su extensión.

Toni era un fracasado, y como tal, se corrió en menos de dos minutos. Enrique cumplió su parte, tragando todo el esperma que salió de la patética polla de Toni. El pecador, que ya había cumplido con su parte, se levantó de la silla y pidió a su vecino que se marchara de su casa. Enrique se despidió afectivamente, pensando que es lo que había pasado por su cabeza para comerle la polla a su vecino, aunque lo había disfrutado.