Más vergüenza

Martin, aún un poco aturdido por la mañana, seguía tumbado en la cama con la sabana sobre él. A pesar de que la situación era incómoda, comenzaba a sentir que no era tan grave como pensaba. Su madre lo miraba con una mezcla de ternura y tranquilidad, sin hacer ninguna de las típicas preguntas sobre lo que había sucedido.

"Bueno, hijo, como te veo un poco adormilado y ya no quieres ponerte la ropa, ¿qué te parece si te ayudo un poco?" Su madre, con tono juguetón, lo levantó suavemente en brazos antes de que Martin pudiera reaccionar.

"¡Mamá, ¿qué estás haciendo?!", exclamó, algo avergonzado por la situación. A pesar de que no lo estaba humillando, Martin no podía evitar sentirse incómodo al estar tan ****, sin poder hacer mucho más que cubrirse con la sabana.

"No te preocupes", dijo su madre con una sonrisa mientras lo cargaba con facilidad. "Voy a dejarte aquí un ratito para que descanses mientras yo cocino. No me voy a quedar mucho rato, solo un ratito."

Antes de que Martin pudiera protestar, su madre lo puso cuidadosamente en un columpio para niños pequeño, uno que estaba guardado en una esquina de la habitación. Martin, al ver el columpio, se quedó en shock.

"¡Mamá!" Martin se sentó en el columpio, completamente confundido y aún rojo de vergüenza. "¿En serio me estás poniendo en esto?"

Tranquilo, hijo", respondió ella mientras ajustaba las correas del columpio, asegurándose de que estuviera bien colocado. "Solo unos minutos. Voy a estar cocinando y necesito que estés tranquilo. Además, ya que estás relajado, mejor quédate cómodo."

Martin, mirando alrededor, solo podía sentir una mezcla de incomodidad y confusión. "No sé si puedo quedarme en esto", murmuró, pero sabía que su madre solo estaba tratando de darle algo de calma. "Esto es muy raro, mamá."

Lo sé", dijo ella mientras se alejaba para ir a la cocina, "pero en vez de estar dando vueltas de un lado a otro, es más fácil que te quedes en un lugar tranquilo, ¿no?"

A pesar de la incomodidad, Martin no pudo evitar sonreír un poco. Su madre no tenía malas intenciones. Estaba tratando de hacerlo sentir mejor, aunque de una manera un poco rara. El columpio era un recordatorio de su infancia, y aunque le resultaba un poco extraño, sabía que no había nada de malo en la situación.

Mientras su madre comenzaba a preparar el desayuno, Martin se quedó allí, columpiándose ligeramente. A pesar de lo raro que era, algo en su interior le hizo ver la situación de manera más relajada. La vergüenza se desvaneció poco a poco mientras pensaba en lo absurda que era la situación. "No es tan malo", pensó. "Solo son unos minutos."

Al final, lo que parecía una gran vergüenza se convirtió en una escena cómica y ligera. Su madre, que había pasado por tantas etapas con él, ahora lo trataba como un niño pequeño de una manera que, aunque un poco exagerada, solo mostraba su amor y cuidado. Martin ya no se sintió tan incómodo. Sabía que no importaba lo que pasara, su madre siempre iba a estar allí, apoyándolo de la manera que mejor sabía hacerlo.

"Gracias, mamá", murmuró Martin, ahora con una sonrisa tímida. "No sé qué haría sin ti