Ella va al escenario

Laura, con su corazón latiendo con fuerza, tomó una decisión. Se levantó lentamente, su cuerpo desnudo brillando bajo las luces del escenario. Cada paso que daba hacia el micrófono era como una eternidad, su mente viendo todo en cámara lenta, anticipando la reacción de la gente.

Los niños, con sus ojos curiosos, la miraron con sorpresa y asombro. Los padres, inicialmente confusos, se quedaron boquiabiertos, sus miradas pasando de la sorpresa a la vergüenza ajena. El vocalista de la banda, el chico por quien Laura había sentido una atracción secreta, la vio con una mezcla de incredulidad y fascinación.

Laura, con su cuerpo tembloroso, se paró frente al micrófono, su cabello mojado pegado a su rostro, sus pezones endurecidos apuntando hacia el público. Tomó una respiración profunda, su voz temblorosa resonando en el aire.

"Mi nombre es Laura", dijo, su voz quebrándose. "Y soy una pervertida. Me gusta estar desnuda en público".

La reacción del público fue instantánea. Los niños se rieron, sus risas inocentes llenando el aire. Los padres, avergonzados, se cubrieron los ojos de sus hijos, sus rostros mostrando una mezcla de shock y disgusto. El vocalista de la banda, sus ojos ahora fijos en Laura, dejó caer su guitarra, su boca abierta en una expresión de sorpresa.

Laura, con su cuerpo tembloroso, se dio cuenta de que su vergüenza era completa. Había confesado su secreto más oscuro, su atracción por la exposición, frente a un público inocente y alguien por quien había sentido algo especial. La cámara lenta de su mente registró cada reacción, cada expresión, cada mirada de sorpresa y disgusto.

Los padres, con sus rostros enrojecidos, se apresuraron a llevar a sus hijos lejos del escenario, sus miradas llenas de reproche hacia Laura. Algunos murmuraban entre ellos, sus voces bajas pero audibles: "Qué vergüenza", "Qué clase de persona es esa", sus palabras como dagas que cortaban el aire.

El vocalista de la banda, con su guitarra aún en el suelo, se quedó inmóvil, su boca ligeramente abierta, sus ojos fijos en Laura. Su expresión era una mezcla de sorpresa, fascinación y algo más que no podía identificar. Era como si en ese momento, bajo la luz del escenario, Laura hubiera revelado un secreto que iba más allá de su desnudez.

Laura, con su cuerpo tembloroso, sintió la vergüenza quemando su piel. Sus ojos, verdes y brillantes, escaneaban el público, viendo la mezcla de emociones en sus rostros. Algunos se reían, otros se cubrían los ojos, y algunos, como el vocalista, la miraban con una curiosidad intensa, como si estuvieran viendo algo que nunca antes habían presenciado.

Su cabello mojado, pegado a su rostro, enmarcó su expresión de vergüenza y determinación. Sus pezones endurecidos, ahora sensibles a la brisa del escenario, eran como dos testigos de su exposición. Su cuerpo, desnudo y tembloroso, era una declaración de vulnerabilidad, una confesión de su atracción por la vergüenza y el deseo.

La cámara lenta de su mente registró cada detalle, cada expresión, cada reacción. Era como si el tiempo se hubiera detenido en ese momento, congelando su vergüenza y su secreto para siempre en la memoria de todos los presentes.