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Chapter 3
by Samson
¿Qué pasará a continuación?
La cosa se pone seria...
Valeria retrocede, evaluando la situación. Su cincelado pecho sube y baja con la respiración agitada, pero en su rostro brilla una sonrisa competitiva.
De repente, se agacha y agarra una cuerda de batalla, gruesa como el brazo de un hombre, y la hace restallar en el aire con un chasquido seco. “¡Vamos a ponerte en forma, señora K!”
Antes de que Karen pueda moverse, Valeria gira sobre sí misma, usando la inercia para lanzar la cuerda como un látigo. Karen se agacha en el último segundo, sintiendo el aire cortarle el rostro mientras el impacto revienta una pesa rusa detrás de ella, esparciendo polvo de hierro.
“¡ESO NO ES SEGURO!”, grita alguien al fondo, pero nadie lo escucha.
Valeria vuelve a lanzar la cuerda, golpeando esta vez a Karen en el torso, desgarrando el frontal de su camisón. Sin embargo, la masiva mamazona consigue agarrar la soga con sus manos.”¡Hey! ¡Me gustaba este camisón!”, dice mientras tira de la cuerda, arrastrando a Valeria con ella.
Sorprendida, la joven no suelta la cuerda, recibiendo un soberbio empujón de las tetazas triple K de Karen, que la manda contra un soporte de pesas.
“¡Voy a fregar el suelo con tus melones!”, dice Valeria cabreada, mientras comienza a lanzar con fuerza y soltura las mancuernas de 10 kilos que tiene a su alcance con el estilo de una quarterback experimentada.
“Si me dieran dinero cada vez que me han dicho eso…”, murmura Karen, inclinándose hacia los lados, evitando los proyectiles por poco, sintiendo como chocan contra la pared con estruendo.
“¡Mierda!”, gruñe Valeria frustrada, agarrando entonces un disco de 40 kilos, usándolo como escudo-ariete mientras se lanza en una embestida frontal contra Karen.
La fuerza del impacto la desliza hacia atrás, sus pies desnudos raspando el suelo del gimnasio mientras el metal aplasta sus monumentales senos. Los culturistas jadean, completamente inmersos en la increíble pelea de aquellas diosas, todo músculo y tetas.
A pesar de estar entre el disco y la pared, Karen sonríe. “¿Esa es toda la creatividad que tienes?”, dice, arrebatándole el disco con fuerza, pateandole su sólido plexo solar a continuación.
Valeria rueda por el suelo cada vez más furiosa. “¡Maldita zorra! ¡Ahora te vas a cagar!”
“¡Esa lengua, niña!”, replica Karen.
Valeria toma un respiro profundo y, sin apartar la vista de Karen, se acerca a una de las repisas del gimnasio. Entre los shakers y botellas de agua, agarra un frasco sin etiqueta con un líquido espeso y verde brillante.
“¿Qué porquería es esa, Valeria?”, pregunta Karen, entrecerrando los ojos.
Valeria destapa el frasco con un chasquido, se lo lleva a los labios y lo bebe de un solo trago, dejando escapar un gruñido bajo mientras se limpia la boca con el antebrazo.
“¡Algo que mi entrenador llama ‘El Zumo de los Cachas’, señora K!”, dice, rodando los hombros. Su piel se tensa, sus definidos músculos parecen hincharse, y su mirada brilla con una intensidad renovada.
“Ups….!”, Karen apenas tiene tiempo de procesarlo antes de que Valeria se impulse hacia ella con una velocidad alarmante, cerrando la distancia en un parpadeo.
¡BAM! Un puñetazo al abdomen le saca el aire de los pulmones y la levanta medio centímetro del suelo. ¡BAM! Un gancho ascendente la hace tambalearse, sus pies raspando contra el suelo de goma. Karen se recompone como puede, pero Valeria no la deja respirar. Más puñetazos que la levantan del suelo, la hacen retroceder y hacen botar y estremecerse las masivas mamarias de la tetona ama de casa.
Tras la lluvia de golpes, Valeria levanta a una Karen sin aliento en un Bear Hug con fuerza monstruosa, sus bíceps hinchados como neumáticos de camión.
“¡Vamos, señora K! ¡No se desmaye tan pronto!”, se burla Valeria mientras la sacude en el aire, aplastando su voluptuoso torso contra sus masivos pectorales con la fuerza de una compactadora hidráulica. Karen gruñe, forcejea, trata de zafarse, pero el agarre es inhumano.
“¡Santo cielo, es un MONSTRUO!”, grita un culturista, mientras otra saca su teléfono para grabar.
Valeria lanza a Karen contra el suelo con un brutal Spinebuster, haciendo temblar todo el gimnasio. Discos de pesas caen de los soportes, una lámpara parpadea. Karen queda de espaldas, con la vista borrosa y los pulmones ardiendo.”¡Joder!….¡Qué….que golpe!”, murmura aturdida, mientras el gimnasio da vueltas a su alrededor lleno de lucecitas de colores.
Karen intenta levantarse, mareada y aturdida, intentando recuperar el aliento y volver a la pelea, pero Valeria no le da respiro.
“¡Hora de su cardio, señora K!”, exclama, tomando un control remoto y apretando un botón con una sonrisa malvada. Un estruendo mecánico llena la sala. Varias cintas de correr dispuestas en fila se activan al unísono, aumentando la velocidad a niveles extremos.
“¿Pero qué coño….?”, protesta Karen ,pero antes de que pueda reaccionar, Valeria la agarra de lo poco que queda se su camisón, y tras sostener su cuerpo prácticamente desnudo sobre su cabeza, la lanza sobre la primera máquina.
¡WHAM!
Karen cae de bruces sobre sus enormes senos en la primera cinta, mientras es arrastrada violentamente hacia atrás.
“¡Oh, vamos, señora K! ¡No se duerma!”—se burla Valeria, aumentando aún más la velocidad del infernal aparato.
Karen, trastabillando, se esfuerza por ponerse de pie, pero las cintas van tan rápido que apenas puede mantener el equilibrio. Cada paso es una batalla, mientras sus soberbias ubres se bambolean salvajemente en su torso, desequilibrándola y equilibrándola a partes iguales. Pasa a la segunda cinta, luego a la tercera….
“¡Pero serás hijo de….! —gruñe Karen, esquivando por centímetros una kettlebell que alguien deja caer en la cinta para putearla un poco más.
—¡La vida no es justa, tetuda de los cojones! ¡Corra! ¡CORRA!”—grita Valeria como poseída por el espíritu de un instructor militar.
Entonces, con el rabillo del ojo, Karen se da cuenta del verdadero problema.
Justo detrás de las cintas al final de la quinta, pegadas a la pared del garaje, hay torres de pesas apiladas, neumáticos de tractor y una enorme bola de pilates que parece lista para dispararse como un proyectil letal. Si tropieza, será despedida hacia la trampa como un muñeco de entrenamiento.
El público del gimnasio grita emocionado, sacando sus teléfonos para subir las imágenes a sus redes sociales. En minutos, el frenéticamente hipnótico bamboleo de los senos de la desnuda ama de casa serán vistos por millones antes de que sean castamente censurados por los moderadores de contenido.
¿Qué pasará a continuación?
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Karen Powers
Ama de casa tetuda y peligrosa
Historias de Karen Powers, una voluptuosa ama de casa que imparte justicia en su día a día.
Updated on Apr 1, 2025
Created on Apr 1, 2025
by Samson
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