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Chapter 7 by Andres23marquez Andres23marquez

What's next?

La conexión mental llegó sin aviso.

Al principio, fue un susurro, un roce invisible que se deslizó en su mente como un hilo fino, casi imperceptible. Pero, como todo en su nueva existencia, creció rápido, tomando más espacio del que Daniel estaba preparado para llenar.

Era como si una corriente eléctrica hubiera sido conectada entre él y María. Pero no era cualquier corriente. No. Era un vínculo que cruzaba lo físico, lo emocional y lo sexual. De alguna manera, mientras él permanecía inmóvil en su estado de pene consciente, María lo sentía todo.

Fue una noche cualquiera, como todas las noches últimamente, que lo descubrió.

María estaba en su cama, sola. La luna iluminaba su rostro mientras le daba forma a la lámpara-dildo dorado sobre su mesa de noche. Daniel, en su forma actual, descansaba cerca, y de repente, sintió algo extraño. Un estremecimiento que atravesó su carne, que lo recorrió por dentro.

¿Qué es esto?

Daniel no podía pensar con claridad. Pero algo le decía que esta sensación no era nueva. Era María, sí, María la que… lo tocaba con su mente.

La conexión se intensificó. Él pudo escuchar sus pensamientos. No con palabras, sino con sensaciones crudas. Deseos. Placer. Todo lo que ella sentía, él ahora lo experimentaba como si fuera suyo.

"¿Te gustaría que te use de nuevo?", pensó María, y Daniel sintió un latido profundo. Una oleada de deseo lo inundó, por su glande, por su base. Todo su cuerpo empezó a vibrar, a pulsar con una intensidad nunca antes conocida.

Daniel intentó resistirse, pero era inútil. Ella ya lo poseía de formas que no entendía.

—María… —pensó, aunque no podía hablar, la conexión lo hizo. Y cuando lo hizo, sentió cómo ella sonrió, sintiéndolo perfectamente.

“Te gusto, ¿verdad, Dani? ¿Te excita que te lleve tan lejos dentro de mi mente?”

Su cuerpo, que no tenía voz, se tensó. La sensación fue embriagadora. Cada rincón de su ser palpitó como si estuviera siendo penetrado no solo por su piel, sino por el alma de María misma.

—Sí, pensó él, sin quererlo, sintiendo cómo el poder de esa respuesta le recorría la piel. Sí, me excita… me excita muchísimo…

María pudo oírlo perfectamente en su mente. La conexión se afianzó.

“Te has rendido, ¿verdad? Ya no eres el hombre que eras. No lo eres… eres mío. Totalmente mío.”

Y entonces, como si ella lo estuviera acariciando con las manos, Daniel sintió sus caricias mentales deslizarse sobre él, acariciando su cuerpo como si su conciencia estuviera inmersa en un baño de pura necesidad. Cada centímetro de su carne vibraba con la misma intensidad que sentía ella. Podía ver lo que ella deseaba, podía sentir su satisfacción mientras lo acariciaba en su mente. Cada toque era una descarga de placer que compartían, que lo dominaba por completo.

María suspiró, como si estuviera disfrutando de un nuevo nivel de poder sobre él.

“¿Y si te dejara entrar completamente en mí, Daniel? ¿Qué sentirías si te convirtieras en parte de mi cuerpo, parte de mi ser?”

Fue entonces cuando la revelación golpeó con fuerza. Daniel comprendió lo que significaba esa conexión: no solo era una extensión de ella. No solo era un pene que ella usaba. Era una parte profunda de su psique, una parte que podía ser moldeada y consumida. Su conciencia y su cuerpo.

“Quiero que seas mío para siempre”, pensó María. Y entonces, Daniel sintió cómo su cuerpo respondía de manera automática. Un deseo intenso lo recorrió, como si estuviera siendo atraído hacia su dueña, hacia María, como si ya no pudiera separarse de ella, ni siquiera en su mente.

Y María, con una sonrisa ladina, sintió cómo él se rendía más y más.

“No puedo dejar de pensar en ti, Dani. Todo lo que soy, lo que deseo… lo comparto contigo ahora. ¿Te gusta ser parte de mi cuerpo? ¿Te excita saber que ya no puedes escapar? Ya no puedes dejarme. Eres mío”.

La conexión mental, ahora entrelazada entre ellos, se volvió inquebrantable. Cada pensamiento de María se convertía en una chispa de deseo dentro de Daniel. Ya no había distinción entre lo que ella quería y lo que él deseaba. Estaban fusionados, unidos por una corriente erótica y poderosa.

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