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Chapter 10 by Salidoman2000 Salidoman2000

¿Se encuentras las chicas con los asesinos?, ¿consiguen verlos a tiempo?

Heidi y Catherine caen en una emboscada

Catherine estuvo de acuerdo con Heidi. Ninguna de las dos sospechaba lo que realmente estaba ocurriendo abajo. Ambas pensaban solo en algún accidente. Esto sería demasiado pesado para una broma.

Como Heidi estaba más cerca de las escaleras, fue ella la primera en moverse. Catherine acabó de salir de su habitación y comenzó a seguir a su amiga unos pasos por detrás. Tras solo un par de metros, pensó que no era buena idea bajar con una sábana cubriéndole. Si Kate o Dana necesitaban ayuda ella no podría pararse a sujetar la sábana en su sitio. Además, también tenía un albornoz en su habitación.

-Voy a ponerme algo encima.

Heidi se giró hacia Catherine de forma instintiva al oír su voz. Lo que vió fue a su amiga parada en mitad del pasillo, petrificada. Heidi también se asustó.

A sombra le encantaba el trabajo en el sector privado. Es cierto que hace solo unos instantes la pelirroja le había dado una buena tunda, peor aún por inesperada, pero su ego y orgullo estaban más allá de esas estupideces. Después de ese pequeño incidente, todo había ido mucho mejor.
Asaltando a profesionales, jamás habría tenido tiempo de subir a prisa por las escaleras, llegar hasta el final del pasillo, encogerse en una esquina aprovechando la oscuridad ambiental, y prepararse para la trampa. No, unos profesionales habrían tardado segundos en asomar por las puertas. No les habrían dejado más remedio que un ataque frontal. Estas dos mujeres, sin embargo, habían sido torpes. Habían tardado mucho en asomar. No estaban preparadas, claro. Al escuchar los ruidos se habrían desperezado, con calma, habían buscado algo que ponerse encima. Se habían preguntado qué estaba pasando, y habían caminado lentamente hacia sus puertas.

Ninguna de las dos pareció notar la presencia de Sombra cuando habían salido. Heidi, la rubia, el objetivo principal, le quedaba más lejos. Tan solo había podido intuír un poco sus formas. Era suficiente para confirmar lo que les habían dicho, y para confirmar que las fotos no mentían. Una rubia espectacular. Al igual que su hermana, podía haber sido modelo, pero no una de esas escualidas, si no de lenceria o de bañadores. Los pechos algo más pequeños que los de "la bella durmiente", aunque también eran grandes y parecían firmes a través del albornoz . Costaba creer que una mujer con tan buen tipo fuese madre de dos hijos pequeños. Su rostro se intuía hermoso, carecía de ese toque de inocencia de su hermanita, pero era al menos igual de sexy. El trasero era mejor que el de la joven ahora inconsciente, más proporcionado al resto del cuerpo.

Hablando de proporciones, encontró particularmente espectacular a la morena, Kate. La había visto en fotos, siempre vestida con indumentaria profesional, lista para el juzgado. Con el pelo recogido, utilizando trajes de chaqueta y pantalón, o chaqueta y falda, pero nunca vulgar, siempre elegante y sobria. Una mujer segura de sí misma, sabedora de su belleza y del efecto que provoca en los hombres. Ahora, en persona, le parecía aún mejor. El pelo largo y rizado, con la melena suelta al aire. Era menos alta que las hermanas rubias, y sus pechos más pequeños que los de la mayor, pero su figura formaba un perfecto reloj de arena, formando cada curva, cada rincón de su anatomía, con armonía y elegancia. El culo era un poco menos perfecto, solo un poco, que el de la bollera de allí abajo. Se preguntó como no había tenido hijos aún. Si el fuese su esposo se la follaría día y noche. Debía ser gay.

Mientras la admiraba, y había mucho que admirar, Catherine se dió la vuelta. Sombra reaccionó a tiempo llevando la pistola directamente a la frente de la mujer. Se asustó tanto que ni siquiera fue capaz de gritar.
Heidi también se dió la vuelta, y durante unos segundos quedó tan sorprendida como Catherine.

-¿Q... Qui.. quien...?

Heidi no llegó a acabar la pregunta. Músculos acabó de subir los últimos peldaños de las escaleras. Había esperado agazapado a la señal de Sombra, pero al escuchar a la mujer balbuceando, ya no esperó más. Cargó como una bestia.

Heidi se dió la vuelta al escuchar la carrera. Vió a un auténtico monstruo de hombre subir corriendo. Músculo sobre músculo. Tuvo un par de segundos para moverse, pero no sabía lo que debía hacer. Asustada y confundida, llevó los brazos hacia arriba para intentar protegerse el rostro.

Músculos, con una sonrisa ante el miedo de la mujer, agarró los dos brazos de esta en una sola mano mientras, sin dejar de correr, llevó la otra directamente al cuello. Avanzó un poco más antes de estamparla de espaldas contra la pared.

Catherine escuchó la pelea, por llamarla de algún modo, pero no podía darse la vuelta. Tenía la mirada fija en el arma. Había visto algunas pistolas. Las detestaba, pero las conocía lo bastante para saber que esa era de verdad.

-Suelta la sábana.

Catherine no lo habría hecho. No es que fuese una puritana, pero solo dejaba a su esposo verla desnuda. El arma sin embargo no aceptaba excusas. Separó las manos lentamente, con reticencia. La tela resbaló sinuosa por su cuerpo, dejándolo al desnudo, para caer a sus pies.

La erección de sombra fue instantánea. Todo lo que había imaginado y aún más. Claro que no iba a tocarla aún. Ordenó que se diera la vuelta. Tenía una doble intención. Lo primero, ver también el culo en todo su esplendor. Lo segundo, dejar que Catherine viese a músculos en acción. Asustar a un prisionero es la forma más eficaz de reducirlo.

Catherine dió la vuelta. No dejaba de temblar. Lo que vió la hizo asustarse aún más que el arma. Heidi forcejeaba con un animal. El hombretón sujetaba ambos brazos con una sola mano, mientras con la otra zarandeaba a su amiga por el cuello mientras la estrangulaba. Los tirones alante y atrás hacian que los pechos de Heidi luchasen contra el albornoz, abriéndose este lo suficiente para que el derecho se escapase.

Músculos dejó de zarandear a la rubia. Uno de los pechos asomaba por el albornos, ¡Y menudo pecho!

-Tetas fuera

Nadie más que el propio músculos rió ante su ocurrencia, pero el grandullón soltó los brazos de Heidi para abrir el albornoz con un par de tirones. Iba a disfrutar mucho con esta misión, lo supo desde el primer momento. Ahora solo empezaba a recoger los frutos del trabajo duro. Claro que no había sido tan duro.

Con los brazos libres, Heidi volvió a intentar defenderse. Los ojos le lloraban, apenas conseguía respirar, y de pronto notó el aire en su turso casi desnudo. No podía ver, la mano en el cuello la forzaba a mirar hacia arriba, pero supo que aquella bestia le había abierto el albornoz a tirones. Desesperada comenzó a lanzar golpes, bofetones, patadas. Pocos daban en el blanco, y de esos ninguno llegaba a hacer daño de verdad, pero no iba a detenerse.

Músculos comenzó a recibir el leve castigo de la rubia. Ningún golpe resultaba molesto por sí mismo, pero todos juntos empezaban a hartarle. Con la mano libre lanzó una serie de puñetazos, los suyos de profesional, contra el vientre y los costados. Heidi dejó de moverse al instante. Aún debía estar consciente, pero su cerebro estaría luchando contra las señales de dolor. La soltó entonces, dejándola caer al suelo. Ya le había arrebatado toda capacidad de luchar.

Los cuatro bajaron al piso inferior. Catherine la primera, con Sombra por detrás apuntándole a la nuca. El tercero Músculos, con Heidi a hombros, demasiado asustada y dolorida para intentar nada.

Indicaron a Catherine que se sentase junto a Dana, ahora arrodillada en el suelo, sin ateverse a mirar hacia arriba. Una vez sentada, Catherine trató de cubrir su desnudez con brazos y piernas. Por ahora se lo consintieron.
Observó a Kate tumbada contra la pared. Durante unos momentos temió que estuviese muerta, pero vió como su pecho y su estómago se hinchaban muy ocasionalmente para seguir respirando.
Dejaron caer a Heidi a su lado. Aún un poco aturdida, vió a su hermana e intentó ir hacia ella, casi agatas. Músculos la agarró del pelo y la tumbó sobre su espalda

-Quieta o te pisoteo hasta aplastar tu linda cabecita.

Cerebro no había estado ocioso en todo este tiempo. Mientras Cuchillo vigilaba a Dana, él había sacado algunas cosas de las mochilas que todos habían traido con sigo. Por ahora solo cámaras. El cliente había pedido expresamente grabar todo esto, así que las había repartido por mesas, sillas, y estanterías, intentando no dejar ningún ángulo muerto.
Contempló con satisfacción a las dos últimas mujeres reducidas y aseguradas. Ahora si que podía empezar la diversión. Ordenó a cuchillo salir fuera para encender el generador de electricidad. Quería una buena iluminación en todo momento. Después de todo, no necesitaban que el depósito durase toda la semana. Con una noche sería suficiente.

-Muy bien, caballeros, ahora sí es el momento.

Todos sonrieron de forma maliciosa. Sobretodo Músculos. Le habían prometido que podría elegir el primero.

¿Qué tienen en mente los asesinos?, ¿tienen alguna oportunidad de escapar las chicas?

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