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Chapter 11
by Salidoman2000
¿Qué tienen en mente los asesinos?, ¿tienen alguna oportunidad de escapar las chicas?
Orgía
Todos sabían que Cerebro había ofrecido a Músculos ser el primero. En otras condiciones ya estarían discutiendo. Con las presas que tenían ahora a su merced importaba un poco menos. Quedase la que quedase, todas eran excelentes ejemplares de mujer. Ni una sola podía considerarse como un premio de consolación.
Heidi volvió a medio incorporarse. Se estaba aclarando la niebla de su mente. Recordaba vagamente a alguien apuntando a Catherine con una pistola, después un energúmeno golpeándola a ella, y ahora estaba en el piso de abajo. Buscó con la mirada a sus amigas. Catherine estaba sentada, desnuda, con las rodillas y los brazos tratando de cubrir los pechos. Dana al lado, arrodillada, con el camisón aún puesto, un poco de sangre en la boca, y las manos atadas a la espalda. El pánico comenzaba a apoderarse de ella. Siguió mirando hasta encontrar a Kate, tumbada y apoyada contra la pared. ¿Qué estaba pasando? No tuvo ocasión de preguntar. La voz del grandullón interrumpió sus pensamientos.
-Me quedo con la rubia.
Heidi tardó unos instantes en procesar la información. No lo hizo hasta que vió al grandullón acercarse a ella. Intentó reaccionar, pero de nuevo fue muy lenta. Músculos la redujo en unos instantes. Era un profesional que sabía moverse. En apenas unos instantes la tenía a cuatro patas en el suelo, solo que con un brazo doblado tras la espalda. Con la mano libre, Músculos arranco las braguitas blancas de Heidi con un tirón brusco. Ya estaba totalmente desnuda. Mientras se bajaba los pantalones, Dana y Catherine gritaban. La abogada, un poco más conservadora pedía que las dejaran en paz. La pelirroja amenazaba e insultaba. Heidi por supuesto era la que más gritaba. Pedía ayuda, suplicaba, y lloraba. De poco sirvió. Músculos introdujó la mitad de su enorme miembro en el primer empujón. Heidi, completamente seca, chilló con todas sus fuerzas. Chilló más aún cuando el segundo empujón acabó de introducir aquella monstruosidad en su vagina. Ya no paró. ¿Cómo hacerlo?, aquel monstruo comenzó a bombear de forma salvaje, sujetándola de las caderas para tirar con más fuerza
-No puedo creer que tenga dos críos. Aprieta como una quinceañera.
Heidi sacudía la cabeza de un lado a otro. Sus ojos cubiertos de lágrimas. Los pechos se balanceaban de alante atrás en un movimiento hipnótico. Aquel salvaje no buscaba más que su propio placer, y ella no tenía forma de evitarlo.
Dana seguía gritando a ese grupo de bastardos. Guardó silencio subitamente cuando Cuchillo volvió a ponerle el arma en el cuello. Con la otra mano la agarró por el pelo y la llevó hasta la mesa, donde la reclinó, apoyando el torso y la cabeza, pero dejando el ano y los genitales al aire.
-¡Cabrón!, ¡cobarde! - gritaba ella. - Sueltame. Si eres hombre suéltame. ¡Te voy a matar!
Cuchillo ya se había cansado de escucharla. Pensó que no podía hacer mucho para cerrarle la boca, pero al menos podía hacerla gritar con motivos. Aunque desde luego su pene era modesto en comparación con el de Músculos, pensó que sería bastante para una bollera. Sobretodo porque no apuntó al coño. Se la metió por el culo. Le costó. Necesito cinco o seis embestidas. La chica se revolvió como un animal. Incluso atada, fue difícil controlarla. Tenía la impresión de haber estrenado la entrada trasera.
Catherine intentaba no mirar la escena. No soportaba ver así a sus amigas de toda la vida reducidas a los juguetes sexuales de aquellos animales. Además, sabía que pronto le tocaría a ella. Solo agradeció que por ahora ignorasen a Kate.
Intentaba buscar una forma de salir de allí. Tenía que haberla. En los juzgados había tratado con escoria así. Solo que en los juzgados tenía la oportunidad de pensar.
Sombra llevó su pistola directamente a la frente de Catherine. Había visto como antes la aterraba. Esperaba la misma reacción ahora. No se equivocó. Catherine llevó ambas manos delante a la vez que apartó la vista.
-Mírame, bonita.
Las palabras fueron acompañadas del martillo de la pistola. Catherine no era una experta, pero le bastó para girarse hacia él y apartar las manos poco a poco.
-Eso es. Podemos hacerlo por las buenas. Quiero que abras la boquita y me la chupes como si tu vida dependiera de ello. Claro que, depende de ello.
Catherine era buena en eso. En el instituto, como no quería acostarse con cualquiera, desarrolló una buena técnica. Sin saberlo ella, los chicos la llamaban "La Reina de las Mamadas". Por supuesto solo con chicos que le gustaban. Novietes. Hoy en día, su marido disfrutaba frecuentemente de las grandes habilidades de su esposa. Él no era desagradecido, le devolvía el favor tan a menudo como podía.
Lo de ahora no tenía nada que ver con aquello. Abrió la boca y empezó a introducirse la poya de aquel hombre. No quería producirle ningún placer. Tampoco tenía remedio. Empezó a usar la lengua, a hacer algo de presión, y a tragar parte con la garganta.
-He dicho que me mires.
Catherine se forzó a mirar a los ojos del bastardo. Sombra vió la mirada de humillación, totalmente cubierta de lágrimas, y estuvo apunto de correrse allí mismo. Requirió de todo su autocontrol para aguantar un rato más.
Cerebro dedicó los primeros minutos a asegurarse que todas las cámaras grababan la escena. Después decidió que debía unirse a la fiesta. Solo quedaba libre Kate. No le hacía ilusión tirarse a una chica inconsciente. Ni siquiera a una tan guapa. Debía confesar que, desde el momento que la había atacado para dejarla fuera de combate, había desarrollado cierta predilección hacia ella. No es que las demás no fuesen guapas. Cualquier serviría para llenar años de fantasías eróticas. Kate simplemente tenía un toque de inocencia del que las demás carecían. A parte de unos pechos más grandes. Si, se sintió tentado a desnudarla ya. No lo hizo. Prefería esperar a tenerla despierta. Por otro lado, Heidi era bastante parecida.
Se quitó los pantalones rápidamente. Se acercó hacia donde Músculos seguía montando a la rubia. Había decidido seguir el ejemplo de Sombra. Con algunas diferencias. Plantó la polla en los labios de la mujer. Heidi los apretó. No iba a colaborar más. Cerebro no tenía ganas de negociar. No disfrutaba tanto como Sombra con la sumisión de sus víctimas. Lanzó un puñetazo a la sien de Heidi, luego apretó la polla contra los labios por segunda vez. Heidi cedió. El miedo a un segundo golpe era demasiado grande. Habría sido mucho pedir que la rubia hiciera su parte como Catherine. Tampoco lo esperaba. La sujetó por el pelo con ambas manos y comenzó a follarle la boca con la misma fuerza que Músculos le trabajaba la vagina.
¿Qué nuevas perversiones se les ocurre a ellos?, ¿ocurre algo que las permita escapar a ellas?
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4 mujeres condenadas
4 mujeres pasan una semana en una cabaña aislada, sin saber que un grupo de mercenarios las vigila
Created on Jul 29, 2012 by Salidoman2000
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