En tu cara

—Deja que se vengan en tu cara—te dice —. Que te cubran tu rostro bonito con cada gota de su lefa.

—S-sí, amor.

—¡Oigan! —tu esposo habla más fuerte para que los hombres lo escuchen —. ¡Denle durísimo y bañen su carita de puta con sus corridas!

Los hombres no contestan, pero obedecen. Te follan lo más intensamente que te han follado nunca, y justo cuando sientes claramente cómo sus gruesas vergas palpitan dentro de ti, se salen y te hacen arrodillarte frente a ellos, y tú los masturbas con firmeza. Sientes sus gruesas, duras y ardientes pollas, cubiertas de tus jugos, palpitar y bombear, y un instante después disparan al mismo tiempo. Ambos sueltan chorro tras chorro de semen caliente, y te cubren buena parte de la cara, las mejillas, y un poco de tu pelo. Le chupas el glande a cada uno para no desperdiciar una gota.

En la videollamada, se ve claramente tu abundante facial, y te llena de morbo verte así.

—Qué rico se vinieron, mi vida —Te dice tu esposo —. Espero que así desleches a todos en la fiesta.

Los hombres salen de la habitación.

—¿A qué hora regresas?

Tardas un largo momento en recomponerte y enfocarte para contestar.

—No sé... Creo que quedan algunos hombres más...

—Muy bien, amor. Disfruta y cógetelos a todos.

Le sonríes y le mandas un beso.

—Claro, cariño. Tu esposa puta será cogida rico por otro rato más. ¡Mira! Ya entra el siguiente.

—Okay, amor. Desléchalo.

Se mandan un par de besos y cuelgas. Abres las piernas para darle la bienvenida al siguiente.

¿Con cuántos más cogerás? Quién sabe. Pero tú (y tu esposo) sabes que lo disfrutarás al máximo.