El sacerdote

El pecador no quería abandonar ese respeto casi tribal relacionado con la sabiduría que te otorga la edad. Debía escoger como siguiente receptáculo alguien de edad similar ala suya y que, además, tuviera una profesión respetada. El párroco de su familia, un sacerdote algo inclinado a la obra social pero reconocidos en la comunidad cristiana seria una opción perfecta. Cuando Toni-Arturo quiso contactar con él para tener una "conversación privada" el sacerdote le indicó que ese mismo día no podía ser, pues se marchaba a oficiar una boda. El empresario, acostumbrado a no aceptar una negación, consiguió la dirección del lugar donde se realizaría el casamiento y, armado con el laser, se dirigió hacia allí en busca de su receptáculo.

Al llegar al salón de bodas, Toni-Arturo se encontró a las dos familias preparadas para que comenzara la ceremonia. el sacerdote estaba también preparándose, encerrado en un cuarto al que no podía acceder. Frustrado, el pecador tomo una decisión. Sacar a ese hombre de la habitación destrozando la boda. Peores cosas había hecho para medrar en los negocios.

Los golpes incesantes en la puerta fueron los que por fin, hicieron sacar de su refugio al sacerdote. Este salió extrañado y algo enfadado, pues para el prepararse la homilía que iba a utilizar en la boda era importante. Ante el estaba la madre de la novia junto con su hija y dama de honor, presas de los nervios. Algo estaba sucediendo en el salón donde iban a comer.

-¡Por favor padre!-decía la única capaz de hablar, la madre- ¡no paran!

-¿Pero que pasa?-preguntó curioso el sacerdote.

Ninguna de las mujeres pudieron explicárselo, solo le pidieron que acudiera al salón.

En el salón, la imagen era totalmente dantesca. Tras apartar a varios invitados a la boda que formaban un circulo alrededor de una de las mesas, el hombre de Dios pudo ver al fin el motivo de tanta congoja. Dos hombres, atractivos follaban entre ellos sin importarles estar siendo observados por mas de 30 personas. Uno de ellos estaba sentado en una silla mientras el otro botaba sin parar, empalándose cada vez la polla en su interior.

-¿quienes son?-preguntó el sacerdote

-Los padrinos del novio-logró decir entre lagrimas una de la mujeres- los mejores amigos del novio. Nadie puede pararlos, ni siquiera sus novias. ¿Puede convencerlos?

El sacerdote, anonadado totalmente, negó con la cabeza.

-Quizá si encontráramos a su amigo. ¿Dónde está el novio?

Todos los presentes indicaron desconocer su paradero, excepto una voz, que, desde el fondo, dijo:

-Creo haberlo visto en el cuarto de invitados de arriba. Ha entrado acompañado de otros hombres, entre ellos, su suegro.

El sacerdote, acompañado de nuevo de la madre de la novia y de su hermana (pues la novia estaba llorando desconsolada por su boda arruinada) hasta el piso superior. Antes de abandonar el salón, el párroco hecho un último vistazo a la dantesca escena. El pasivo estaba corriéndose, lanzando descargas blancas sobre su pecho. Luego tras un par de segundos de descanso, continuaron. ¿Cuál seria el motivo de este acto tan extraño?

Al llegar a la habitación indicada, el sonido claramente audible de gemidos no daba lugar a dudas de lo que sucedía en el interior. Las dos mujeres volvieron a sollozar. El sacerdote, santiguándose, abrió la puerta.

El cuarto estaba a oscuras, pero la escasa iluminación era suficiente para ver la escena. El novio, desnudo y a cuatro patas, recibía la polla de otro hombre, también desnudo y de mas edad. Los gemidos que soltaba el novio eran interrumpidos por una polla que entraba y salia de su boca, proveniente de un hombre aun vestido con traje. Un tercer hombre acariciaba, vicioso, el cuerpo del novio, seguramente esperando su momento. Ninguno de los cuatro amantes se detuvo al ver que entraba el sacerdote, ni siquiera cuando, tras unos diez segundos, le siguieron las dos mujeres.

-¡No!-gritó la mas mayor, mientras la mas joven salió inmediatamente de la habitación.

-¿Quienes son?-preguntó el sacerdote, mientras comenzaba a notarse extrañamente... excitado por la escena.

-Es mi marido-dijo tras un segundos de congoja la suegra- y mi hermano y uno de mis primos.

-La familia de la novia le esta dando la bienvenida a la familia al novio. Es muy normal- dijo una voz detrás de ellos. Al girarse vieron a un hombre de cierta edad, de barba canosa y pelo ralo, que los miraba con una mueca divertida mientras en sus mano portaba un puntero laser que apuntaba directamente al pecho del sacerdote. Luego, empujando suavemente al hombre de Dios, el extraño maduro le acompaño a una de las esquinas de la habitación, donde fue desnudándole. La polla del sacerdote estaba increíblemente dura, y el desconocido, de rodillas, comenzó a hacerle una felación.

-¡Padre!-gritaba la mujer, pero ya nadie le hacia caso. Su yerno ahora era follado por su propio marido, mientras su hermano le hacia una mamada al joven novio. Viéndose ignorada, salió de la habitación, dejando a los hombres seguir follando.

Tras menos de cinco minutos de mamada, el sacerdote eyaculo sobre la cara del desconocido, que intentó que todo el esperma que pudiera entrara en su tubo digestivo. Luego, sin despedirse, el desconocido (el pecador, obviamente) salió del cuarto no sin antes dejar un recuerdo, quizá no bonito, de la boda no celebrada. Usando el laser y prometiéndoles futuras sesiones de sexo, por o menos 30 invitados varones comenzaron una orgia entre ellos. Antes de marcharse, Toni-Arturo pudo ver como, las mujeres escandalizadas, huían de la escena mientras, el hermano menor del novio y uno de sus primos, de rodillas, eran asediados por decenas de polla hambrientas.