El plan de Cerebro

Cerebro seguía pensando. Todos los planes tenían sus ventajas. Incluso el plan de Músculos. Gozar de las virtudes de una joven guapa, con o sin su consentimiento, era uno de esos beneficios del sector privado. No obstante, primero debían ir los detalles tácticos de la misión.

Matarla era perder una posible ventaja estratégica. Dejarla fuera de combate significaba perder a un hombre para vigilarla. Después de todo, aún hacía falta entrar en la cabaña. Ninguno de sus compañeros lo veía como algo complicado, y no debía serlo, pero dentro había una policía. No estaba de más tomar precauciones.

Sombra había dicho algo interesante. Usar a la chica para entrar. Claro que eso dependía de la capacidad del ex espía para convencer a la muchacha. Además, seguiría siendo un blanco más en activo. Un blanco que podía revolverse cuando llegase el momento, intentar escapar, o alguna estupidez más.

Sin embargo había otra opción. Un término medio. Las mujeres de la cabaña, si eran listas, jamás abrirían la puerta a un extraño. Engañar a la más joven era una cosa, a todas las demás, más acostumbradas a desconfíar, era distinto. Pero sí abrirían si alguien se hubiese encontrado a una de ellas herida en mitad del bosque. Solo necesitaba dejarla inconsciente y que sombra cargase con ella hasta la puerta. Después se convertiría en su particular caballo de Troya.

-Yo me encargo. Sombra vendrá conmigo. Vosotros quedaros cerca y esperad.

Los dos asesinos se movieron sigilosamente, de cobertura en cobertuda. Ninguno era primerizo en esto. Siguieron hasta encontrar un par de árboles cerca de la orilla del lago. Allí se encontraba la joven. Sombra no sé inmutó ante la espectacular visión, ya la había visto hace tan solo unos minutos, pero Cerebro se sorprendió ante aquello. Parecía sacada de uno de esos desfiles que salen por la tele. Demasiado guapa. Uno esperaría ver una mujer así en películas, series, o sesiones de fotos en revistas. Se trataba de una auténtica preciosidad. Pechos grandes, sin exagerar, lo justo para resultar elegantes y llamativos sin convertir la figura de aquella diosa en la de una furcia cualquiera. Labios carnosos, ahora apretados por la frustración que le causaba aquel móvil. La melena rubia se tambaleaba con el viento de vez en cuando. Además, la noche refrescaba, y los pezones de la chica comenzaban a marcarse bajo esa camisa que ya de por si dibujaba perfectamente las perfectas formas de su cuerpo. Y su rostro no desmerecía el resto del conjunto. Una cara dulce y sensual a la vez.

Sombra le dió una palmadita en el hombro y habló entre susurros

-Ahora te tienta la idea de Músculos, ¿Verdad?

No cabía ninguna duda. Los dos querían poseerla aquí y ahora. No eran muchas las ocasiones de encontrarse frente a una mujer así, y mucho menos de una que disfrutaba de todo el esplendor que aún le otorgaba su juventud. Ambos imaginaron cientos de escenas con semejante belleza.

Cerebro sonrió y respondió también entre susurros.

-Tendremos mucho tiempo para eso.

Solo necesitaban ponerse en mancha con el plan, y ahora tenía más ganas que nunca. Cuanto antes empezasen, antes podrían divertirse.