El convicto

Estaba claro que la vida de bróker no era segura. Descontrolado por un ataque de pánico, pensó en la opción donde estuviera mas protegido, y esa fue en la del preso al que ayudaba con sus finanzas ilegales. Si era uno de los delincuentes, los mismos delincuentes no le harían daño, ¿no?

Según los recuerdos de Toni-Mauricio, el convicto, de nombre Bruno, estaba preso en unas dependencias policiales a espera de un juicio rápido por estafa. Un mensaje a su abogado fue suficiente para que supiera donde se encontraba, así que el pecador se dirigió allí con la determinación que otorga salvar tu propia vida. Ya en la puerta del edificio, encontró su primera dificultad. Él no podía ver al preso. Ni era su abogado ni un familiar del convicto, además de que reconocer ante el policía que era su contable no ayudó a que pudiera comunicarse con él, por la posibilidad de destruir pruebas y todo eso.

El pecador no se rindió. Tenia un arma que le podía abrir las puertas de la prisión hasta hallar a su objetivo, el puntero laser. solo tenia que usarlo con sabiduría y quitarse de en medio a los policías que vigilaban las puertas. Aprovechando que el policía de recepción se puso a mirar su móvil, Toni-Mauricio lanzo dos descargas rojizas sobre el agente de la ley. Ya con una actitud mas amable, le permitió entrar, eso si, quería su cuerpo a cambio.

-Si, luego follamos-le mintió el bróker- mientras vete masturbando.

El policía, con una sonrisa bobalicona, comenzó a desvestirse y a masturbarse una polla erecta, pero no de gran tamaño

Toni-Mauricio siguió recto por las oficinas del edificio, dejando atrás a agentes de la ley que no le preguntaron donde iba, hasta que llegó a las escaleras que descendían a la prisión. Un policía custodiaba la puerta de acceso. A su lado, otro policía recogía en una bolsa las pertenencias de un hombre de color que iba a ser encerrado. Antes de que le preguntaran que hacia allí, el pecador uso el laser con los tres hombres.

-Tengo que ir a algo abajo-les dijo a los tres, mientras estos miraban el cuerpo de Toni-Mauricio con lujuria- mientras, por que no comenzáis a follar entre vosotros. ¿Sabes lo que me pondría? que le comieras la polla a ese negro.

De esa manera, el pecador pudo descender las escaleras hasta la prisión, dejando tras de si a un policía haciéndole una felación a un preso mientras su compañero se masturbaba mirando.

Ya en el sótano de las celdas, solo le quedaba quitarse de en medio a otros dos policías, que, sentados en una mesa metálica, jugaban a las cartas mientras vigilaban las llaves. Por suerte, en una de las celdas había un joven acusado de escandalo público al beber demasiado. No fue complicado convencer a los dos guardias, mediante el uso del laser, que le dieran su merecido castigo en forma de sexo anal al borrachín muchacho.

Tras un giro del pasillo, y dejando atrás el sonido de sexo de los vigilantes con el joven, encontró por fin a su objetivo. El hombre, moreno y muy tatuado, le lanzó una mirada extrañada.

-¿Que coño haces tu aquí, hijo de puta?

El pecador no le contestó. Simplemente le apuntó con el laser tras las rejas y le disparó. Luego, uso las llaves que había recogido antes para abrir la celda y lanzarse al cuerpo caliente de su nuevo receptáculo. Desde el primer momento, fue el recluso el que llevo la iniciativa, desvistiendo al bróker para lamer todo su cuerpo mientras su polla, que era larga y grande, le rozaba las piernas. No se conformó solo con una mamada, así que tuvo que dejarle el culo para que el convicto lo usara a su antojo. Fue un polvo rápido pero, tuvo que reconocer el pecador, gratificante. El preso trasmitía un aire de malote mientras le insultaba que le parecía muy excitante. De hecho, el propio Toni-Mauricio se corrió antes sobre su pecho mientras era perforado que el propio recluso, que le relleno el culo con su leche, cumpliendo la trasferencia.

Tan pronto como pudo, el pecador abandonó la policía lo mas rápido y sigilosamente posible, dejando a los miembros flasheados por el laser seguir follando entre ellos. Él había cumplido con su misión y había salvado la vida.