Avenida Libertad nº 89, Puerta 8

El pedido para la Avenida de la Libertad consistía en un numero altísimo de pizzas. Al llegar a la casa, a Lucas le abrió un hombre de unos cincuenta años, bastante musculoso y atractivo.

-Gracias por llegar a tiempo- dijo sonriendo- Es el cumpleaños de mi hijo, que cumple dieciocho, y estamos todos hambrientos.

Lucas dejo al padre del cumpleañero y a otro maduro, que resulto ser su tío, entrando las pizzas. El aprovecho para encender su consola y observar cuantos hombres había en un rango de dos metros. En total había doce, todos familiares entre si si te fijabas en los apellidos. El nini pensó en las 12 propinas que podía recibir y comenzó a seleccionar cada nombre con la tecla A.

Después entro en el salón. El cumpleañero, un rubio guapete, estaba soplando en ese momento las velas de su tarta. Todos los hombres de la sala se callaron al ver a entrar al repartidor. Casi se podía sentir como sus pollas palpitaban. Lucas se acerco al padre, y cerca de su oreja le susurro:

-Puedo darle un regalo especial a tu hijo por su mayoría de edad- le susurro mientras con su mano acariciaba con disimulo el paquete del cliente- siempre que me de una buena propina.

-Claro- dijo con la boca seca el padre- no hay problema. Hoy es su día especial.

Lucas hizo un gesto con la mano y el cumpleañero, como si fuera un zombi le acompaño a su habitación, a pesar de las preguntas insistentes de su madre. Ya en su cuarto, Lucas comenzó a besarlo. Era tan dulce y tan guapo que Lucas casi podía imaginar que era una mujer. Cuando le quito la camiseta y acaricio con su mano su lampiño pecho, sintió su cuerpo estremecerse, y su polla pedir sexo.

Se desnudo totalmente y le mostro su erección. El chico se arrodillo ante su nuevo dios y comenzó a hacerle una mamada con mas dedicación que habilidad. Pero justamente eso le puso incluso mas a Lucas.

-¿Te gusta tu regalo?- logro decir, totalmente cachondo

-¿Vas a desvirgarme?- pregunto con inocencia, lo que sedujo a Lucas incluso mas.

-Claro que si- afirmo, y tumbándolo en el suelo comenzó a comerle el culo, que era una delicia. Un sonido en la puerta los interrumpió. Otro joven de la misma edad que el cumpleañero estaba asomado por el pasillo, y desnudo, se masturbaba viendo la escena.

-¿Quien es?- pregunto Lucas.

-Es mi primo Felipe- le respondió el cumpleañero.

-Ven Felipe. Compartamos el pastel.

El primo no tardo ni un segundo en entrar en el cuarto y lanzarse a comerle el culo al rubio, donde su lengua se encontró con la de Lucas, como si estuvieran tuviendo un apasionado beso.

Los gemidos del cumpleañero atrajeron a el resto de hombres, excitados a causa de la consola, que amontonados en la puerta se masturbaban como voyeurs. Las mujeres gritaban obscenidades por detrás, pero ninguno les hacia caso. Lucas observo a su alrededor. Allí estaba toda la familia masculina del chico. Su padre. Sus hermanos. Sus tíos. Sus primos. Todos pajeándose como monos.

-Ha llegado el momento- sentencio Lucas, al ver que el culo del cumpleañero ya aceptaba un par de dedos- pero tengo que preguntarte ¿Quieres que te desvirgue yo o prefieres a otro miembro de tu familia?

El chico le miro sorprendido, y luego bajo los ojos, avergonzado.

-Estas buenísimo y quiero darte mucho placer, pero es verdad que me gustaría perder mi virginidad con mi hermano Raúl.

Lucas sonrió, pensando en la propina que recibiría si cumplía todos los oscuros deseos de esa familia cachonda. Así que levanto al desnudo cumpleañero y lo llevo al salón. Ya no se veía a las mujeres, cosa que agradeció. Allí, tumbo al chico en el sofá y lo puso a cuatro patas.

-Raúl- llamo. Y de entre los hombres que le habían seguido apareció un joven de casi unos treinta años, alto y esbelto- Tu hermano quiere como regalo que le desvirgues el culo.

El joven se acerco a su hermano, se escupió en la polla, y guio esta al agujero virginal, que tras varios intentos recibió la larga herramienta. El cumpleañero no tardo en soltar gemidos de placer, que mando acallar Lucas haciéndole comerse la polla de su primo Felipe.

Todos querían darle su regalo al cumpleañero. Tras unos minutos de penetración por su hermano mayor, fue el turno de su otro hermano, que alzándole casi en volandas, comenzó a follarlo. Su boca fue ocupada por el padre de la familia, que pareció disfrutar como si jamás le hubieran hecho una mamada.

Pero Lucas aprendió una lección, el principal foco de excitación era su cuerpo. Por lo que cuando el cumpleañero paso a los viciosos brazos de dos de sus primos, el padre del chico agarro por detrás la cintura del pecador y comenzó a penetrarle mientras le lamia el cuello.

-Si voy a pagar, yo también quiero mi regalo- le dijo.

En un momento, Lucas estaba acompañando con sus gritos al cumpleañero, mientras uno de sus tíos y un primo se acercaban a su cuerpo esperando su turno.

Todos los familiares pasaron por el culo de los dos jóvenes. De hecho, hubo un momento que los colocaron frente a frente sobre el sofá, a cuatro patas. Sus caras se rozaban. Sus alientos se entremezclaban, incapaces de parar de gemir, mientras un tío se follaba al cumpleañero y el padre de la familia hacia lo mismo con Lucas. Entonces los dos pasivos juntaron sus lenguas, buscándose con lujuria.

Tras un par de horas de sexo, Lucas pudo salir de la casa. Estaba contento. Le habían dado una gran propina. De hecho, hubo incluso una discusión sobre como iba a pagarse el regalo del cumpleañero, hasta que la gano el padre.

-Es el cumpleaños de mi hijo- gritaba, aun desnudo y con la polla aun goteando esperma- Así que invito yo a todo el mundo. ¡y no se habla mas!