A los surfistas

De entre todos los hombres de la playa, a Roberto los que mas le interesaron fueron los dos surfistas. Ambos debían de tener un par de años menos que el pecador y, aunque físicamente podían parecer similares, había sutiles diferencias entre ellos.

Uno de ellos tenia una cara de niño bueno perfecta para presentársela a tus padres. Una mirada penetrante y un aura de solemnidad. Su polla erecta era también preciosa. Quedaba perfectamente asociada a su cuerpo.

En cuanto al otro, era el típico chico malo. La forma en la que miraba a las mujeres de la playa, como simples cuerpos, le hacia delator de ser un capullo integral. Aun así, trasmitía una seguridad y un aura de posesión del entorno que encandiló al pecador. Su polla empalmada era mas gorda que la del otro surfero, y tenia una pinta bastante apetecible.

En su cabeza, el pecador se había montado su propia película romántico-sexual. Vio a los dos surfistas como amigos desde la infancia. Que habían descubierto que se amaban en la adolescencia pero que por distintos motivos no habían formalizado su amor.

"pero hoy es un día distinto. Hoy por fin estos dos hombres que son inseparables, como uña y carne, darán rienda suelta a sus deseos y serán por fin libres de sus ataduras morales para ser parte el uno del otro"-Pensó Roberto.

Los dos "actores", siguiendo las directrices pensadas por el pecador, se lanzaron al brazo del otro. El chico malo sobre el chico bueno, besándose apasionados sobre la arena. Los dos desnudos, mientras las olas golpeaban su piel bronceada por el sol.

La pasión de los dos amantes no para de aumentar con cada caricia que llevaban esperando tanto tiempo. Los dos surfistas, se incorporan de la arena y, con una sonrisa ambos en los labios, comienzan a besarse de nuevo hasta que el niño bueno, agarrando la polla gorda de su amigo, empieza una felación. Era sorprendente como el chico que parecía no haber roto un plato en su vida, se metía en la garganta una polla que apenas le cabía en la boca.

Tras unos minutos de gemidos y sonidos de deglución, fue el turno del chico malo. Este agarró la cabeza de su amigo con las dos manos, le beso tiernamente y le dijo:

-Fóllame tío. Fóllame.

-¿Estas seguro?

-Es lo que siempre he deseado.

Poniéndose a cuatro patas, el surfero malote abre sus piernas esperando por fin que la persona de la que había estado enamorada desde que supo que era eso le metiera la polla hasta los intestinos. Su amigo, mudada su cara de niño bueno en la de un follador vicioso, sacando incluso la lengua mientras, agarrando del cuello a su compañero de la infancia, le rompía el culo una y otra vez hasta que ambos vertieron su esperma en la arena uno, en el culo de su amante otro.

Claramente nada de esto había sucedido de verdad, pero para los ojos viciosos del pecador, había sido tan real como la textura de la arena entre sus dedos.

"Que historia me he montado yo solo"- se ríe de si mismo Roberto. "Aún así, joder, como me han puesto"

Y alejándose de la playa para entrar en un bar del paseo marítimo, se escabulló al baño y se hizo una de las mejores pajas que de su vida.