A los cincuentones del bar

Varios de los creyentes se juntaban en grupos pensando a quien iban a "robar" para el sexeonismo. Hablaron de deportistas famosos o presentadores de televisión. Arquetipos de heterosexualidad. En cambio, para Luis, un camarero de 33 años, había un grupo de personas que necesitaba mas escapar de su vida de heteros y ser salvada por el sexeonismo.

Él trabajaba en una bar desde hacia mas de seis años. Casi todas las tardes entre semana, un grupo de unos tres cincuentones se reunían para charlar, beber y sobre todo, huir de sus vidas. El trabajo ya no les apasiona. La relación con sus mujeres esta mas fría que un glaciar, y sus hijos, ya mayores, ya comienzan a empezar sus vidas en solitario. Están encerrados en una rutina sin esperanzas que intentan llenar con opiniones estúpidas y ****. Si hay alguien que merece ser rescatado de la desesperanza, son ellos.

Luis sabia cual era el momento en que debía actuar. A las 7 de la tarde es cuando los hombres se reunían, para, durante una hora, olvidar su penosa vida. El bar estaba vacío en ese momento, así que el camarero espero que se sentarán en su mesa y, cuando les sirvió las cervezas, dejo también un pequeño león de plástico articulado.

-¿que es esto?-preguntó uno de los parroquianos

Luis solo le sonrió desde detrás de la barra y, cerrando los ojos, comenzó a rezar.

-¿No estáis cansados de que no le importéis a nadie?-les dijo Luis cuando acabó la oración- Ahora es el momento de amaros a vosotros mismos y a los amigos que siempre habéis tenido. Solo debéis hacer una cosa, besaros.

Los tres cincuentones dejaron de mirar boquiabiertos al camareros para mirarse entre ellos. Tras unos segundos, el mas valiente de ellos se acerco hasta otro y comenzó a besarle. Su compañero de cerveza le siguió, y las lenguas, gordas y calientes, salían y entraban de sus bocas. No dejaron de lado al tercero, dejando de besarse para buscar la boca de su ultimo compañero.

-¡vive alguien cerca de aquí?-preguntó Luis.

-Mi casa esta enfrente-le contesto uno de sus clientes, mientras agarraba con fuerza la entrepierna de otro de los hombres.

-Acabad lo que acaba de surgir allí. Luego, si queréis hablar de lo que ha sucedido, volved aquí.

Los parroquianos apenas le escucharon, marchándose del local agarrados entre si como si estuvieran borrachos. Ya en la casa de uno de ellos, se desnudaron y comenzaron a follar entre los tres. Se comieron la pollas. Se lamieron los ojetes. Se desvirgaron los anos. Los tres amigos disfrutaron del sexo como hace décadas. Se sintieron de nuevo jóvenes. Volvían a importar a alguien.

Tras mas de una hora de trio, los cincuentones volvieron al bar en busca de explicaciones. No sabían muy bien que había pasado, pero había sido increíble. Luis entonces les contó sobre el sexeonismo. Sobre sus dogmas y principios, y sobre el cambio en sus vidas que tendrían si aceptaban la verdad en sus corazones. Los hombres aceptaron, y acudieron a la siguiente sesión en la sabana, donde recibieron un sexeón para cada uno. Los cincuentones aceptaron con una sonrisa el colgante, y comentaron entre ellos como usarían su poder para seguir las enseñanzas de Pelayo.

-Yo quiero trasmitir todo lo que he aprendido esta semana entre mis vecinos-dijo el primero- Sabéis que vivo en un urbanización en el extrarradio y allí todos los hombres de nuestra edad estaban igual que nosotros. Desesperados por sentir de nuevo una conexión con otro ser humano. encerrados en nuestras casas unifamiliares con piscina en la parte de atrás. Traeré el amor entre hombres como salvación y el sexeonismo como llave.

-Exacto-le replico otro de los amigos- En mi trabajo sucede los mismo. Creo que lo que vivimos esa tarde en el bar fue una especia de... revelación. Hacia tanto tiempo que no me encontraba tan bien, con tanta ilusión por vivir. En la obra hace tiempo que se perdió la esperanza. Cobramos una miseria y el trabajo es muy duro. Llevare el sexeonismo entre mis compañeros, aprovechando los descansos para que podamos volver a sentirnos un equipo. Volver a sentir que importamos en este mundo moderno. Que aun no estamos muertos.

-Yo quiero volver a conectar con mi hijo-dijo el tercero- Desde que se marchó a la universidad he notado que nos hemos distanciado. Entiendo que nuestra relación deba de cambiar pero antes éramos como uña y carne. Puede que sea un acto egoísta, pero no puedo dedicarme a ayudar a otros hombres como nosotros sin sanar la relación con mi hijo.

De esta manera, muchos hombres en la mediana edad se incorporaron a la sabana. Fue un goteo constante, atraídos y convertidos por el boca a boca de los seguidores de Pelayo, o mas exactamente, por el culo a polla