La alquimista se prepara para atacarte.

El goblin no sabía que hacer, pero no quería entregar el objeto, y por eso lo agarro fuertemente.

La halfdiana, Hally, se compadeció un poco del pequeño goblin, y decidio no lanzarle un ataque fatal, por lo que tomo dos pociones distintas a la que había preparado y se puso en posición de lanzamiento

El goblin se quedó cubriéndose, hasta que quedar encogido en un pequeño bulto.

Sin embargo, justo antes de alcanzar a lanzarle la poción , dos ardillas que se estaban persiguiendo y corriendo en el bosque, se dirigierln a dónde estaba la mujer pequeña.

Una ardilla pasa por su cabeza y otra por su mano.

Si bien no tenían movimientos agresivos, una ardilla es de un tamaño importante para una chica de la estatura de un hobbit.

Así que, las dos pociones que traía en su mano derecha caen al suelo.

Un olor peculiar y gases rodean a la alquimista, envolviendola en dos nubes de humo, una de color gris y otra rosa

Difuminados los gases, estaba todavía en pie la alquimista, pero en una condición muy distinta.

La poción gris que arrojo Hally, era para desintegrar todas las prendas del goblin, para sorprender y dejar al descubierto todas las armas que pudiera tener.

Y la poción rosa tenía un efecto para neutralizar a su enemigo.

Y entonces, la halfdiana Hally, la alquimista, había sido presa de sus propios brebajes, y quedó totalmente desnuda, enfrente del verde.

La poción gris que debió de desarmar al goblin desmaterializó su bella ropa casual, sus pantalones, su chaleco, su saco, su camisa e incluso su ropa interior.

El goblin se quedó viéndola con desconcierto.

Sin saber si era una trampa, un ataque, un plan coordinado, se quedó meditando sobre que era lo que realmente que sucedía.

Hally, se quedó viendo como el goblin le devolvía la mirada.

Y como estaban al descubierto sus pequeñas tetas -incluso para los estándares de la gente mediana- su parte íntima con los pliegues redonditos y colorados, su frondoso vello púbico castaño y sus pezones marrones.

No pudo más y lanzó un grito.

Quizás debió cubrirse en lugar de gritar, pero estaba muy avergonzada y solo gritaba y se quejaba.

Y lo peor fue que empezó a sentir los efectos de la segunda poción.

El líquido rosa empezó a circular por su cuerpo y de pronto empezó a sonreír.

Era un brebaje de risa incontrolable, ideal para dejar indefenso a un oponente, pero lo que la alquimista no previó es que ella fuera la víctima del químico.

Y prontamente lo que fueron sonrisas y murmullos, se convirtieron en carcajadas, y pronto la halfdiana estaba riéndose desnuda y en forma incontrolable enfrente del monstrito.

El de piel verde no podía dejar de verla, debido a lo inusual e incomprehensible del momento, e incluso veía como se llevaba las manos al estómago de la risa, o como a veces se doblaba de los alaridos mostrándole todas las nalgas y orificios que pueden apreciarse en la parte posterior de las mujeres cuando están con sus piernas abiertas, y finalmente cayó en el suelo envuelta de la risa.

Hally, entre lágrimas quería pedirle al fugitivo que dejara de mirarla o bien que la ayudara, pero no podía pronunciar palabras sino carcajadas, y toda la circunstancia, le ocasionaba la mayor de las vergüenzas, sobre todo porque ella quería probar está combinación de pociones desde hace tiempo, y para su mala suerte ella fue quien recibió las consecuencias de su propia perversión.

La de pelo café trató de olvidarse del goblin y buscar la manera de superar esta circunstancia, sin saber a ciencia cierta como podía detener este predicamento.

El goblin finalmente se dió cuenta que esto no era parte de ningún plan o trampa, sino que el destino le volvió a brindar una oportunidad para salirse con la suya.

Volteo a ver por última vez a Hally, y descubrió que no tenía posesión alguna ni nada con que pudiera perseguirle o dañarle con excepcion del bolso de pociones que aun traía equipado la pequeña, pues obviamente, al ser un bolso de alquimista, estaba tratado contra todos los efectos corrosivos, algo que la risueña de seguro aplicará en las futuras ocasiones al resto de su ropa, o al menos de la íntima, para no volver acabar encuerada en el medio del bosque.

La mujer de tetamen pequeño se moría de la humillación cuando sintió en su muda piel las manos del goblin, cómo le quitaba el bolso de sus instrumentos... Trato de detenerlo, pero las carcajadas la debilitaban demasiado, aunado a qué tenía un conflicto interno por no orinarse en frente de su adversario.

Finalmente el goblin se fue corriendo con el objeto robado y el bolso de alquimia.