DIA 2: LUXOR (mañana)

Madrugamos el siguiente día bastante, por lo que apenas tuvimos un par de horas para dormir. Ambos, mi marido y yo, estábamos cansados, y sabíamos que tendríamos un día cargado de cosas que ver en la antigua Tebas. En la parte sexual, que es la que aquí podría ser interesante, no estaba, al principio con muchas ganas, aunque si que pude empezar a hacer un perfil del grupo con el que íbamos, que iban a ser mis objetivos. Claramente solo voy a fijarme en los hombres, por motivos obvios:

-Había una pareja de recién casados que rondaba la treintena. El recién marido, Jorge, era un chico de Alicante, no muy alto y algo gordito, pero muy guapo, con una barbita sexy que me ponía a mil.

-Otra pareja, pero ya casados hace un par de años. El hombre se llamaba David y ambos eran gilipollas. La mujer era profesora pero era de lo más tóxica y controladora con su marido. David transmitía casi el mismo asco por todo, y, a la vez, la necesidad de escapar de esa relación. Era de la misma altura que yo, como uno 1,70 metros, de barba y pelo ya entrecano, a pesar de pasar de los 30.

-Un matrimonio en los 50. El marido, Tomas, era un constructor grande y ancho, que seguro que en su juventud tuvo un físico espectacular. Ahora tampoco se conservaba mal. No tenía mucha barriga y estaba calvo. Tenía un rollo sexy a explotar.

-Había también una familia. Los padres, de casi en los 60. El padre era un hombre delgaducho y canoso no muy interesante. Sus hijos en cambio tenían mucho potencial. El mayor, Carlos, era un chico desgarbado y delgado, con granos en la cara y ojos cansados. Era rubio, igual que su hermano menor, Lucas, pero este era más rechoncho, con esas holguras propias de la adolescencia. Vi en ellos unas posibilidades de corrupción muy prometedoras.

-Había también dos chavales, uno algo más mayor que el otro, sin llegar a los 30. Uno de ellos, moreno de piel y de cabello, era delgado y con mucha cara de niño. Se llamaba Víctor. El otro, de nombre Juanjo, era más alto y más ancho. Tenía cuerpo de ir al gimnasio pero sin pasarse. Ambos habían ido con sus suegros, acompañando cada uno a sus novias.

-El último que podía ser buen objetivo era el guía. Un hombre de 50 años, que se conservaba bastante bien y que desde que lo conocí, quería verlo desnudo. Su nombre era Mohammed.

Por la mañana fuimos primero al templo de Karnak, y después a otros sitios como el valle de los reyes etc. En todos esos lugares disfrute de los monumentos, prometiéndome no usar la app para no alejarme del verdadero motivo del viaje. Eso sí, durante los trayectos, pude hacer las fotos pertinentes a los miembros de mi grupo y, sobre todo, comenzar con mi plan con los dos jóvenes rubios.

En el autobús, los dos iban pendientes de sus móviles, como buenos adolescentes de hoy en día. Conocía varios métodos para corromper a esos inocentes chicos. Lo más fácil hubiera sido parar el tiempo y usas sus cuerpos como si fueran juguetes, pero yo ya sabía que hacerlo más lentamente podía ser más excitante. Los convertiría en unas putillas de cuidado.

Al mayor de ellos, Carlos, le envié varios mensajes subliminales. No solo podías escribir, si no que también podías enviar imágenes. Yo tenía varias de ellas en mi móvil, así que alterne entre mensajes de alabanza a los cuerpos masculinos de los otros miembros del grupo junto con fotos de torsos desnudos. A primera vista no sé notaba un cambio en el joven, pero yo sabía que poco a poco le iría afectando.

A su hermano menor, Lucas, utilicé otro método. El chico actuaba muy infantil, unido a su madre. Era hora de hacerle entrar en el mundo de los adultos. Usé la estimulación digital para provocarle erecciones. Esos si, todas unidas siempre a estimulación anal. En el viaje entre el valle de los reyes y el templo de Hatshepsut, usé la lengua para rozarle los pezones, los huevos y sobre todo, el culo. El chico pareció molesto al principio, pero era una estimulación sutil y débil que tenía guardada en preferencias y que me había funcionado otras veces. Lo bueno de ese método es que lo dejabas funcionando y podías detenerlo cuando quisieras, e incluso, programarlo. El resultado es que el objetivo se acostumbraría a notar esas cosas y podías ir subiendo el nivel.

El día fue agotador pero muy chulo. Cuando llegamos al barco y comimos, fuimos directamente a dormir. A pesar de mi marido, que estaba muy cansado para follar, yo tenía muchas ganas. Aun así dormí, pues sabía que esa tarde iríamos a la piscina del barco y podía ver qué clase de cuerpos me esperaban.